Vuelve un deporte prohibido por Mao Zedong


Juliet Macur / Beijing


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Esta primavera, en un campo de beisbol, polvoriento y mal hecho, de esta ciudad, Jim Lefebvre, entrenador del equipo nacional chino, reunió a sus jugadores y les demostró la filosofía del bateo de Manny Ramírez, el bateador fuerte de los Medias Rojas.


“Si pegan aquí”, dijo Lefebvre moviéndose como si estuviera bateando una pelota cuando ya había pasado cerca de su cuerpo, “lanzan un Chevy”.


“Si la golpean aquí”, dijo fingiendo hacerlo como si la pelota llegara a la mitad de la base del bateador, “tiran un Cadillac”.


“Pero si le dan aquí”, dijo fingiendo golpear un poco antes, “¡estarán en un Rolls Royce con chofer!”. ¿Entienden? Esa es la cantidad de dinero que tienen. ¡No lo cuentan, lo pesan!”


Los jugadores, que hablan poco inglés, estaban parados ahí, con aspecto desconcertado. Yi Sheng, el entrenador de tercera base e intérprete no oficial del equipo, batallaba para contar la historia.


Yu Lei, un lanzador, rió nerviosamente y dijo en mandarín: “El entrenador tiene buen sentido del humor. A todos nos gustan sus gesticulaciones. Pero, no, no puedo decir que le entendemos todo el tiempo.”


A pesar de las barreras del idioma y la cultura, Lefebvre, el bonachón ex entrenador de equipos de las grandes ligas del beisbol de Estados Unidos, sigue tratando de enseñarles a sus jugadores chinos los pormenores del deporte.


Su trabajo es preparar al equipo nacional chino para los Juegos Olímpicos de Beijing, y lo que está en juego es el orgullo del país anfitrión y de su equipo. Sin embargo, se trata del contingente del que se espera menos. Todos los países anfitriones cuentan con un lugar automático en el beisbol, que fue la única forma en la que el equipo de Lefebvre pudo haber calificado.


“Nuestro objetivo no es ser los campeones olímpicos, sino jugar bien”, dijo Lefebvre. “Lo único que queremos es no avergonzarnos cuando juguemos, ¿sabe?”


En los años sesenta, Mao Zedong prohibió el beisbol en China debido a sus raíces occidentales. Aun después de su muerte en 1976, el deporte no alcanzó popularidad.


Y, no obstante, debido al potencial mercadotécnico de los 1.3 mil millones de habitantes del país, la agrupación Grandes Ligas de Beisbol ha invertido decenas de millones de dólares para sembrar el deporte en China, dijeron funcionarios de la Liga.


Funcionarios chinos pidieron ayuda para su equipo de beisbol hace cinco años, y, desde entonces, las grandes ligas han pagado el salario de Lefebvre y otros entrenadores estadounidenses que integran su personal. La liga también ha subsidiado los viajes de entrenamiento a Estados Unidos del equipo desde 2003, cuando Lefebvre se convirtió en el entrenador.


“Realmente se nos dificulta mucho conseguir dinero del gobierno para nuestro deporte”, dijo Shen Wei, enlace entre el equipo y la oficina deportiva china. “Nuestro gobierno prefiere poner la atención en deportes de los Juegos Olímpicos que dan muchas medallas de oro, o en los que tenemos posibilidades de ganar. Nosotros somos una prioridad baja. Es algo triste ver que no son muchas las personas a las que les interesa el béisbol en China”.


Los Juegos Olímpicos de Beijing serán los primeros para el equipo chino —y, quizá, los últimos—. El beisbol dejará de ser un deporte olímpico después del 2008, a menos que el Comité Olímpico Internacional lo restituya. El estadio olímpico de beisbol —recién construido, pero temporal— será derribado cuando terminen los juegos.


Para empezar, China jugará siete partidos contra los países que calificaron con base en su desempeño, equipos puntales como Estados Unidos, Cuba y Japón. Los que tienen mejor puntaje avanzan a la ronda de las medallas.


“Podrían ganar un partido contra cualquiera, pero sería una exageración decir que podrían ganar un par”, dijo Ed Burns, vicepresidente en las Grandes Ligas de Béisbol que ha estado coordinando el apoyo de su agrupación al equipo nacional chino. “No están tan alejados de otros equipos.”


Los cazatalentos de las Ligas calificaron a la mayoría de los jugadores con dos en una escala de uno a ocho. Barry Larkin, otro entrenador y ex parador en corto de las Grandes Ligas de Béisbol, dijo que el talento de los jugadores tiene el nivel de secundaria o de universidad. “Conocen el juego pero no ponen atención a los detalles”, comentó.


Lefebvre ha usado su gran carisma para tratar de convencer a sus jugadores de que podrían ganar un partido en los Juegos Olímpicos. Sin embargo, ha sido un reto. Cuando se dirigió a ellos por primera vez hace cinco años, ni siquiera lo miraban a los ojos. La mayoría de ellos llegó al beisbol cuando adolescente y tras haberse estancado en otros dos o tres deportes, explicó.


Lefebvre, con 66 años, pronunció un discurso apasionado esta primavera: “Estamos aquí para prepararnos para los Juegos Olímpicos y la fuerza es parte de eso. No se ordena servicio al cuarto y se dice: ‘Hey, súbame algo de fuerza’. Hay que salir a forjarla por uno mismo. ¿Así es que, cuántos de ustedes quieren ir a levantar pesas?”


Sólo un jugador levantó la mano.


“Simplemente no son personas agresivas”, dijo Lefebvre. “Me tomó mucho tiempo convencerlos de que está bien sonreír cuando lo ponchan a uno.”


También, surgieron otros obstáculos inesperados cuando trabajaba en un sistema deportivo atascado en la tradición.


El y Shen, una mujer seria que con frecuencia usa anteojos para el sol reflejantes y atuendo negro para entrenar, tenían ideas contrarias. Shen, ex oficial del ejército, prefería las prácticas prolongadas. Lefebvre, unas más eficientes.


No estaban de acuerdo en la alineación. Shen escogió una vez siete relevistas y sólo un lanzador inicial para la lista de turnos, dijo Lefebvre.


Sin embargo, sí estuvieron de acuerdo en que las instalaciones para entrenar no eran las adecuadas.


A diferencia de las muy avanzadas que usaron otros competidores olímpicos, los jugadores de beisbol compartían el sitio con una escuela deportiva. Los uniformes tenían cortadas y hoyos. El área para pesas está llena de obsoletos aparatos para levantar pesas y de caminadoras descompuestas.


Dos veces al año, Lefebvre viaja desde Estados Unidos para entrenar al equipo en sus instalaciones. Dos veces al año, los jugadores salen rumbo a lo que Yi —el entrenador que aprendió inglés escuchando a los Bee Gees— llama el “cielo del beisbol”, para hacerlo en Estados Unidos.


“Hemos aprendido a que nos guste el beisbol por su belleza y también por jugar en equipo”, dijo Liu Guangbiao, que juega segunda base. “No importa si se es alto o chaparro, se puede jugar. Ahora, el beisbol es nuestra vida, simplemente está dentro de nosotros.”


En el pasado, era frecuente que los equipos a nivel preparatoria les dieran una paliza a los chinos. Sin embargo, en esta ocasión, después de cinco años de prácticas con entrenadores de las grandes ligas y de jugar contra equipos más duros, quedaron 22-9-2, con un promedio de bateo de más de .290, y uno de carreras limpias de cerca de cuatro. Antes de un partido el mes pasado, Lefebvre dijo que hubo un momento en el que sintió que todo estaba dando resultados.


Cuando los jugadores se dieron cuenta de que habían dejado el disco compacto del himno nacional chino en el estadio donde habían jugado la última vez, no se alteraron. En cambio, parados firmes, hombro con hombro, lo cantaron a capela.


Se le llenaron de lágrimas los ojos al entrenador.

 

 

 


 
 
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