Costosa medicina contra el cáncer ofrece esperanza, y un dilema 
		 Gina Kolata Y Andrew Pollack / Nueva York  
		 
		
		Tomó  sólo un instante que Gailanne Reeh, de 58 años de edad, pasara ºde ser una  mujer saludable a una que enfrentaba la muerte. Por casualidad, su médico  detectó un bulto bajo su brazo durante un examen de rutina. Resultó ser cáncer  de seno avanzado. 
		 
		  Pronto  se estaba sometiendo a pruebas para revelar la extensión del cáncer y escuchar  los resultados nefastos. 
		 
		  El  cirujano, recordó, “me miró y dijo: Ésta no es una conversación que me guste  tener. Pero no puedo hacer nada por usted. No se le puede curar. No se le puede  tratar. Todo lo que podemos hacer es contener su cáncer”. En ecografías para  detectar tumores, el doctor le dijo a Reeh: “Usted enciende como un árbol de navidad.” 
		 
		  Y  por ello, como a muchos otros en esa situación, a Reeh, la vivaz dueña de una agencia  de personal en Boston, le suministraron Bevacizumab, también conocida como  Avastin, una medicina que representa las esperanzas y dilemas de la medicina  moderna. 
		 
		  Vista  de una manera, Avastin, producida por Genentech, es una medicina maravillosa.  Aprobada para pacientes con cáncer avanzado de pulmón, colon o mama, interrumpe  el suministro de sangre de los tumores, una idea que ha rondado a la ciencia  durante décadas. Y pese a su precio, que puede alcanzar los 100 mil dólares al  año, Avastin se ha vuelto una de las medicinas contra el cáncer más populares  en el mundo, con ventas el año pasado de alrededor de 3 mil 500 millones de  dólares. 
		 
		  Pero  hay otro lado del Avastin. Estudios demuestran que la medicina prolonga la vida  sólo unos meses, si acaso. Y algunos estudios más recientes sugieren que la  medicina podría ser menos efectiva contra el cáncer de lo que se pensaba  originalmente. 
		 
		  Aunque  muchos pacientes y sus doctores dicen que la medicina puede mejorar la calidad  de vida —como una sensación de bienestar y la capacidad par realizar tareas diarias  sin agotamiento o dolor— esos efectos pueden ser difíciles de documentar.  Mientras tanto, muchos pacientes con cáncer diferente al de colon, pulmón y  mama están tomando la medicina, incluso en casos en que no hay Avastin también  tiene efectos colaterales serios, aunque poco frecuentes, algunos de los cuales  pueden ser letales. Y como casi siempre se usa con quimioterapia estándar —no  funcionó tan bien cuando los investigadores la probaron sola—, los pacientes  que toman Avastin no escapan de los efectos colaterales de la quimioterapia. 
		 
		  “Aún  uso Avastin rutinariamente, pero sin tanto entusiasmo”, dijo de los nuevos  datos el doctor Leonard Saltz, especialista en cáncer de colon en el Centro de  Cancerología Memorial Sloan-Kettering en Nueva York. “No es una medicina  milagrosa y, de hecho, el beneficio podría ser más modesto de lo que quisiéramos  admitir.” 
		 
		  Si  Avastin fuera poco costoso o si curara el cáncer o incluso lo mantuviera a  raya, como hace la medicina Gleevec con el cáncer en la sangre, a pocos les  importaría. Pero como una media docena de nuevas medicinas de biotecnología con  una combinación similar —promesa atractiva, alto precio y sólo beneficios  discutibles— Avastin plantea inquietantes dudas. 
		 
		  ¿Qué  significa decir que una medicina costosa funciona? ¿Está desacelerando el  crecimiento de los tumores lo suficiente si la vida no es prolongada o mejorada  significativamente? ¿Cuánta evidencia debe haber antes de que se gasten miles  de millones de dólares en una medicina? ¿Quién decide? ¿Cuándo, si acaso,  debería entrar en la ecuación el costo? 
		 
		  Para  un paciente como Reeh, que pelea por su vida, el costo no es la principal  preocupación. Si su aseguradora no lo pagara, dijo, ella se endeudaría,  encontraría una forma de recaudar fondos. 
		 
		  Pero  a algunos en la industria farmacéutica les preocupa que esos precios planteen  dudas sobre si las medicinas valen la pena, conduciendo a una reacción negativa  como controles de precios o restricciones sobre el uso. 
		 
		  Roy  Vagelos, exdirector ejecutivo de Merck que es considerado un sabio estadista de  la industria, dijo en un discurso reciente que le inquietaba una medicina, cuyo  nombre no mencionó pero claramente era una referencia a Avastin, que cuesta 50  mil dólares al año y añade cuatro meses de vida. “Hay una escandalosa  disparidad entre valor y precio”, dijo, “y no es sostenible”. 
		 
		  A  algunos defensores de pacientes también les inquieta que tratamientos muy  costosos como Avastin entren en uso rutinario con base a lo que ven como poco  más que una esperanza y una oración costosa. 
		 
		  “Es  absolutamente crítico que empecemos a tener una discusión pública”, dijo  Barbara Brenner, directora ejecutiva de Breast Cancer Action, un grupo  activista. “Pienso que Avastin es un modelo que nos está demostrando dónde está  el problema.” 
		 
		  Cuando  Avastin fue aprobado para el cáncer de colon, Genentech decidió cobrar 2 mil 200  dólares por una dosis promedio, tomada cada dos semanas. Eso fue un reflejo de  la investigación y desarrollo que había invertido en la medicina así como de la  investigación continua, dijo Walter Moore, director de relaciones con el  gobierno de la compañía. 
		 
		  Genentech,  que nunca antes ha revelado lo que gastó para desarrollar Avastin, ahora dice  que él y su socio Roche han gastado más de 2 mil 250 millones de dólares. 
		 
		  Aunque  es imposible comparar directamente la inversión de la compañía con los costos  de desarrollar otras medicinas contra el cáncer, la cantidad que Genentech dice  gastó está “en el lado alto” del promedio de la industria, dijo Henry  Grabowski, profesor de economía de la Universidad de Duke que ha analizado los costos  de desarrollo de medicinas. 
		 
		  Genentech  dice que él y Roche —que es dueño de una mayoría de Genentech y comercializa  Avastin fuera de Estados Unidos— gastarán mil millones de dólares adicionales  en probar Avastin como tratamiento para casos de cáncer en sus primeras etapas. 
		 
		  El  precio también reflejó el valor percibido que Genentech dio a la medicina  comparada con otros tratamientos de cáncer. El precio es la mitad del de  Erbitux, una medicina para cáncer de colon producida por ImClone Systems y  Bristol-Myers Squibb que fue aprobada el mismo mes que Avastin y no había  demostrado prolongar la vida. 
		 
		  Pero  Avastin se usa típicamente por un periodo más largo y se administra a más  pacientes que Erbitux. Y la dosis de Avastin para cáncer de pulmón y mama es el  doble que para el cáncer de colon, duplicando el precio. 
		 
		  Eric  Schmidt, analista de Cowen and Company, dijo que las compañías farmacéuticas  típicamente basaban los precios de las medicinas en lo que el mercado pudiera  soportar. 
		 
		  “Es  alto porque Genentech puede ponerle un precio alto”, dijo, señalando que el  precio de Avastin estaba en línea con el de algunas otras medicinas contra el  cáncer. Pese a los costos de investigación y desarrollo de la compañía, dijo  Schmidt, Genentech es una de las compañías farmacéuticas y biotecnológicas más  lucrativas. 
		 
		  Varios  países tienen diferentes opiniones sobre si Avastin vale su precio. Un  instituto que asesora al gobierno británico sobre qué medicinas pagar hizo una  recomendación en su contra, diciendo que la medicina no era efectiva en costo  basándose en su costo por año de vida extendido. 
		 
		  En  Estados Unidos, Genentech argumenta que pone a los pacientes primero, con  medicinas gratis para quienes no tienen forma de pagarlas y donaciones a  instituciones de caridad que pueden ayudar con los pagos. También puso un tope  al precio para el suministro de un año de Avastin en 55 mil dólares (sin contar  el sobrecosto de médicos y hospitales) para pacientes con ingresos de menos de  100 mil al año. 
		 
		  Pero  el progreso contra el cáncer tiene un precio, dice la compañía. 
		 
		  “La  meta es eliminar la enfermedad”, dijo Arthur D. Levinson, director ejecutivo de  Genentech, en una reunión anual de inversionistas. “Y, sí, eso va a tener un  costo”. 
		 
		  El  oncólogo de Gailanne Reeh, el doctor Eric Winer del Instituto de Cancerología  Dana-Farber en Boston, ofreció inscribirla en un ensayo clínico que compara  Avastin con otra nueva medicina biotecnológica. Reeh fue asignada al grupo que  recibía Avastin en combinación con la medicina de quimioterapia Paclitaxel,  también conocida como Taxol. 
		  El  estudio cerró después de seis meses, pero Reeh continuó con su régimen de  medicinas, y su aseguradora está pagando. Después de seis meses de tratamiento  sus tumores estaban estables o más pequeños y ella se sintió como antes de  nuevo. 
		 
		  “Realmente  estoy muy entusiasmada”, dijo. 
		 
		  ¿Fue  el Avastin? 
		 
		  Winer  dijo que no sabía, ya que Taxol también puede contraer los tumores. Es  imposible sacar conclusiones de pacientes individuales, dijo. Sin embargo,  señaló, “pienso que es bastante probable que la combinación de Taxol y Avastin  mejoraran sus probabilidades de tener una mejor calidad de vida”. 
		 
		  Winer  dice que cuando no está sentado frente a un paciente, piensa en si las  medicinas como Avastin valen la pena para la sociedad. Pero cuando enfrenta a  un paciente gravemente enfermo, quien, con base en resultados de ensayos clínicos,  pudiera beneficiarse —aunque sea sólo un poco— del Avastin junto con la  quimioterapia, tiene que pensar en las necesidades de su paciente. 
		 
		  “No  puedo decir: No usemos Avastin; es una medicina muy cara y me preocupa el costo  para la sociedad”, dijo Winer. 
		  Y  por ello, dijo Winer, la respuesta que uno recibe al preguntar si medicinas  como Avastin valen la pena, depende mucho de a quién se le pregunte. 
		 
		  “Una  persona que no ha sido afectada por el cáncer dirá: Bueno, ¿por qué deberíamos  pagar un tratamiento costoso que no extiende la vida cuando tenemos otras  necesidades?”, dijo Winer. 
		 
		  Una  persona como Reeh tendrá una respuesta diferente. Ella no quiere dejar el  Avastin. 
		 
		  El  mes pasado, renuentemente dejó de tomar sus medicinas por un tiempo porque el  Taxol estaba lesionando los nervios de sus pies. Pero posteriormente este mes  espera reanudar la toma de ambas medicinas, o al menos Avastin. 
		 
		  Reeh  dice que sabe que su cáncer muy bien podría matarla eventualmente. Pero, ¿cuál  es el precio de sentirse mejor de nuevo? 
		 
		  “Realmente  se trata de vivir y no estar esperando que llegue la muerte”, dijo. 
		 
		  ¿Y  qué pasa si sólo 5 por ciento de los pacientes que toman Avastin viven mucho  más que si no estuvieran tomando la medicina? 
		 
		  “Yo  podría estar en ese 5 por ciento”, dijo. 
		  
		  
		  
		  
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