Vuelve a escribir un laureado con el Nobel tras un juicio difícil


Norimitsu Onishi / Tokio


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Ya que concluyó su juicio, Kenzaburo Oe, laureado con el Nobel de Literatura en 1994, quedó libre para escribir. Ya había terminado el prefacio y el primer capítulo de su nueva novela, y encontrado el título “Death by Water” (Muerte por agua) en “The Waste Land” (La tierra baldía) de T.S. Eliot.


Los ojos de Oe se encendieron detrás de los anteojos que lo caracterizan, mientras hablaba de abordar en una forma nueva lo que declaró sería su última novela. Si Oe (se pronuncia OH-ey) de 73 años, mantiene su ritmo de escribir dos horas diarias, le llevará dos años terminarla.


“Cuando cumpla 75 años, espero ya no tener nada más qué escribir como novelista”, dijo hojeando un manuscrito de páginas amplias, llenas de su caligrafía algo cuadrada, con correcciones hechas en tiras de papel y pegadas, como si fueran tiritas. “En mi caso, escribiré esto y después me puedo morir”.


Quizás Oe sintió la urgencia de compensar el tiempo —dos años y medio— que perdió defendiéndose, así como sus escritos, en los tribunales. A finales de marzo, un tribunal de distrito rechazó un intento de los demandantes, apoyados por derechistas japoneses, de eliminar un libro que escribió en 1970 sobre las atrocidades que cometió el ejército japonés en Okinawa durante la Segunda Guerra Mundial. Para Oe, fue la batalla más reciente en una lucha de medio siglo contra la derecha. Ganó en esta ocasión.


No obstante, la victoria se produjo con un gran costo. No escribió ficción durante los dos años y medio que duró el juicio. Y, en lugar de pasar las tardes leyendo literatura, tuvo que dedicarlas a armarse para la batalla devorando cientos de relatos sobre Okinawa y libros escritos por autores de derecha, libros que “nunca había tenido la intención de leer alguna vez”.


“Nada pudo haber sido más aburrido y doloroso que leer esos libros”, dijo Oe, aunque agregó que lo ayudaron a comprender “las debilidades y fortalezas” de sus enemigos.


Concluido el juicio, vendió todos a una tienda de libros usados en 500 dólares. No quedó ningún rastro de ellos en su estudio ni en su sala, donde los libreros contienen prácticamente puras obras escritas en japonés, inglés y francés por autores occidentales y poetas como Eliot, Yeats y William Blake, así como las de sus amigos Wole Soyinka, el novelista nigeriano, que ganó el Nobel, y el finado Edward Said.


Sus favoritas estaban al alcance de un sillón en la sala, donde Oe suele escribir y leer, y donde estuvo sentado durante las tres horas que duró una entrevista reciente realizada en su casa, en un suburbio tranquilo al oeste de esta ciudad. Estaba sentado de espaldas a un jardín frontal abundante en plantas que recuerda los bosques de Shikoku, donde nació en el suroeste de Japón, un Leitmotiv en su obra, y que, en forma más práctica, lo escudó durante años contra los manifestantes derechistas que se han apostado afuera.


Desde su sillón, Oe podía ver fácilmente que su esposa Yukari, una ilustradora, y su hijo mayor Hikari iban y venían. Vestido todo de negro, Hikari —quien nació con daño cerebral, pero se convirtió en compositor y aparece con frecuencia en la obra de su padre— era el único en la casa que usaba el teléfono, para hablar con su hermana. Debido al acosamiento telefónico de derechistas, la familia sólo usa el teléfono para los faxes.


La amenaza de violencia de grupos fanáticos de derecha, que adoran al emperador y tradicionalmente han mantenido relaciones estrechas con políticos de esa ideología, ha contribuido de tiempo atrás a estancar el discurso intelectual y artístico en Japón. Así es que no fue ninguna sorpresa que Oe —que ha criticado implacablemente el sistema imperial por impedir el desarrollo democrático de Japón en la posguerra y de su capacidad para aceptar su pasado durante la guerra— fuera señalado en la batalla más reciente por Okinawa.


Durante más de una década, los políticos y académicos de derecha han llevado a cabo una campaña en gran medida exitosa para revisar la historia japonesa en la época de la guerra, minimizando o eliminando descripciones de la masacre en Nanjing y las esclavas sexuales del ejército que aparecían en los libros de texto avalados por el gobierno. En consecuencia, confiscaron un libro de casi 40 años de antigüedad escrito por Oe, “Okinawa Notes” (Notas sobre Okinawa), en el que se detalla cómo el ejército obligó civiles de Okinawa a suicidarse masivamente en lugar de rendirse a los estadounidenses.


Finalmente, en 2005, un veterano mencionado en el libro y los parientes sobrevivientes de otro, presentaron una demanda por difamación contra Oe, por 200,000 dólares. Los demandantes, respaldados por académicos y periodistas de derecha, también buscaron bloquear cualquier reimpresión del libro.


El año pasado, en el gobierno de Shinzo Abe, el ex primer ministro y líder del movimiento revisionista, funcionarios de educación mencionaron el juicio en curso de Oe para justificar que se eliminara de los libros de texto cualquier mención de “coerción” ejercida por el ejército en los suicidios masivos. Sin embargo, esa decisión provocó que más de 110,000 personas se manifestaran en Okinawa el otoño pasado, en la mayor protesta que haya habido ahí. Al final, el gobierno reculó, aunque no totalmente, decidiendo que ahora los libros de texto incluirían una mención del “involucramiento” del ejército en los suicidios masivos.


No obstante, Oe dijo que la manifestación proporcionó “una base de esperanza”.


El juicio sirvió como soporte de un incidente anterior en la carrera literaria de Oe.


En los días impetuosos de la posguerra, Oe se convirtió en el primero en su familia en abandonar la aldea ancestral en Shikoku para asistir a la universidad en Tokio.


“Se trataba de una nueva era democrática, y fue con la promesa de una nueva Constitución democrática que salí de mi aldea y vine aquí”, explicó.


Sin embargo, en Tokio, partidarios izquierdistas de la Constitución pacifista, impuesta por Estados Unidos, se enfrentaron con políticos de derecha que empujaban la remilitarización de Japón en alianza con ese país. En 1960, un fanático de derecha de 17 años asesinó un líder del Partido Socialista en nombre del emperador.


Oe, entonces con 25 años, convirtió el incidente en una novela, “Seventeen” (Diecisiete). Se publicó la primera mitad sin ningún incidente, pero la segunda, en la que mezcla el sistema imperial con la sátira sexual, generó de inmediato amenazas de la derecha. Oe no pudo salir de su casa durante casi un año.


A la fecha, nunca se ha reimpreso la segunda mitad de “Seventeen”.


“Durante al menos 60 años de nuestra historia de la posguerra, los nacionalistas japoneses, ya sea en forma explícita o no, han apoyado el sistema imperial”, comentó.


Oe apoya lo que ve como el pilar de un Japón nuevo, una Constitución democrática, fungiendo como un líder de un grupo que se opone a los intentos por quitar la cláusula pacifista. Ha seguido expresando abiertamente su oposición al sistema imperial, y rechazó la Orden Imperial de la Cultura, el más alto honor cultural en Japón, poco después de haber recibido el Nobel.


“Fui el primero en rechazarlo, y es posible que sea el último”, dijo.


Oe dijo que en su novela nueva retorna al tema del emperador. Sin embargo, comentó que la novela carece de un personaje basado en sí mismo; no habrá un “intelectual envejecido confrontado y torturado por las contradicciones de la sociedad japonesa”.


En cambio, el personaje principal está basado en su padre, un partidario incondicional del sistema imperial que se ahogó en una inundación durante la Segunda Guerra Mundial. El otro es una joven japonesa que “rechaza todo sobre Japón”, y en un acto, trata de destruir el orden imperial.


“Todavía no tengo el final”, dijo Oe. “Pero si puedo encontrar una forma de terminarla y publicarla sin que atraiga manifestantes derechistas afuera de mi casa, eso sería lo ideal”.

 

 


 
 
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