Se acaba el viacrucis de la procuradora


Tres años y un mes duró el calvario de Blanca Laura Villeda


Se enteró que tenía que batallar con el cáncer mientras pasaba por las primeras grillas internas con Adolfo Karam, con quien terminó odiándose. Luego vino el escándalo Lydia Cacho, quien se convirtió en su enemiga en turno. Tras la definición de la Corte sobre el caso Marín-Cacho se metió en el último conflicto, al proteger a capa y espada a tres judiciales que secuestraron, torturaron y mataron a un empresario


Edmundo Velázquez

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Como una de las administraciones de la Procuraduría General de Justicia más escandalosas se le recordará a la que encabezó Blanca Laura Villeda Martínez. Ahora que las versiones de su inminente salida son confirmadas, la Procuradora de Hierro tuvo que lidiar con una serie de escándalos que acumuló solamente en tres años.


Para Villeda, estos tres años significaron un corto pero sinuoso camino. La procuradora se enteró que tenía que batallar con el cáncer mientras pasaba por las primeras grillas internas con Adolfo Karam, ex jefe de la Policía Judicial.

 

Tuvo sus primeras intervenciones médicas cuando comenzó el escándalo que le persiguió por verse involucrada en la detención de la periodista Lydia Cacho. El litigio mediático que permanentemente sostuvo contra la periodista se trasladó también hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

 

El escándalo Cacho


El 17 de diciembre del 2005 la periodista Lydia Cacho Ribeiro fue detenida y trasladada desde Cancún, Quintana Roo, para ser ingresada al Cereso de San Miguel en Puebla.


A la periodista le fue dictado el auto de formal prisión por Rosa Celia Pérez González en el Juzgado Quinto Penal ubicado en el Cereso de San Miguel en Puebla, después de pagar una fianza de 70 mil pesos por el proceso que se le sigue luego de la demanda por difamación de honor y calumnia interpuesta por el empresario Kamel Nacif por la publicación del libro Los demonios del edén en marzo del 2005.


Hasta ahí la historia de Lydia Cacho había quedado en el marco de la nota roja, pero el 14 de febrero del 2006 la procuradora Villeda saltó a la fama a nivel nacional.


De la mano del gobernador Mario Marín y el empresario Kamel Nacif apareció implicada como integrante de la coalición de servidores públicos en contra de la periodista gracias a las conversaciones telefónicas que evidenciaron al gobernador y al Rey de la mezclilla.


Desde entonces la funcionaria inició una guerra por descalificar a Lydia Cacho y sus aseveraciones en su contra. Incluso llamó a ruedas de prensa para dar a conocer lo que pensaba de su libro Los demonios del edén, al cual calificó de tener contenidos inexactos.


Dos años el caso estuvo en investigación. Villeda fue considerada como una de las indiciadas como tantos otros funcionarios, como el entonces presidente del Tribunal, Guillermo Pacheco Pulido; la juez quinto de lo Penal, Rosa Celia Pérez González; el secretario adjunto del Tribunal, Enrique Ruiz Delgadillo; el subprocurador de Averiguaciones Previas, Rodolfo Igor Archundia Sierra y por supuesto el gobernador Mario Marín Torres.


Dos comisiones se formaron para investigarlos y la última fue presidida por Juan Silva Meza, quien dio por culpables en su dictamen a todos los funcionarios.


Pero el día 29 de noviembre del 2007 se dio por concluido el escándalo Cacho-Marín, cuando los ministros Olga Sánchez Cordero, Mariano Azuela, Sergio Aguirre Anguiano, Sergio Valls, Guillermo Ortiz Mayagoitia y Margarita Luna Ramos optaron por deslindar de la coalición de servidores públicos en contra de la periodista al gobernador y a los demás funcionarios.


En el camino se quedaron los votos de Juan Silva Meza, Genaro Góngora Pimentel, José de Jesús Gudiño Pelayo y José Ramón Cossío Díaz. Días después la funcionaria, con una sonrisa en la boca aseguró días después que agradecía y respetaba la decisión de la Corte.


Hasta la fecha la periodista Lydia Cacho la identifica como una más de las personajes que contribuyeron para su detención, como lo maneja en el libro Memorias de una infamia.

 

“¡Yo soy la procuradora, pendejo!”


Al interior de la dependencia que dirigió y que abandonará en próximos días, también tuvo ríspidas situaciones. Para muestra el video que circuló en El Universal Online la mañana del viernes 28 de abril del 2006.


El primer encontronazo entre Adolfo Karam Beltrán y Blanca Laura Villeda ocurrió a principios de marzo del 2006 y fue grabado por uno de los miembros de la Policía Judicial mientras se presentaba a Ezequiel Cano Maya, un narcomenudista detenido con varios kilos de cocaína.


La funcionaria llegó antes de que el detenido fuera presentado ante los medios de comunicación y en el video se ve que cómo lo defiende de agentes federales y policías judiciales.


“Pónganlo a disposición del Ministerio Público del estado, guarden todo (…) Si no te das cuenta señor, estás en la Procuraduría del estado, aquí mando yo, aquí mando yo. Señores de la Procuraduría del estado pasen con el detenido y lo ponen a disposición del Ministerio Público del estado. ¿No me van a obedecer?”, dijo entonces a los policías que estaban bajo el mando de Karma, mientras los uniformados se veían entre ellos sin actuar.


Karam y Villeda entraron en discordia ante los agentes federales y ante sus propios subordinados, la cámara abre la toma y al fondo izquierdo se escucha al entonces director de la Judicial diciendo: “Yo soy el director general y se va a proceder con el detenido”, entonces Villeda revira: “Y yo soy la procuradora, ¡pendejo!”.


Antes de que el video se diera a conocer, la disputa por el poder entre Villeda y Karam era solamente un rumor.


Durante los últimos días de abril, Adolfo Karam Beltrán dejó la Dirección de la Policía Judicial del estado y fue nombrado subsecretario de Comunicaciones y Transportes, cuando apareció el videoescándalo Karam dejó definitivamente la administración.


En febrero del 2007, la procuradora admitiría a la reportera Karla Espinoza que la expresión “se le había salido”.


“Yo no me acordaba de haberlo dicho así, pero ya que vi el video con calma me di cuenta que sí lo había dicho, se me salió. Pero bueno, fue lo mínimo, y me porté muy decente ante todo lo que estaba ocurriendo. Si ustedes se dan cuenta, y ven con detenimiento el video, y nadie me quería obedecer y cuando empiezo a caminar me apuntan con los R-15 y mi escolta levanta las armas. A mí no me obedecían los ‘Sagitario’ eran equipo del director, ese equipo él lo creó, yo no. Yo creo que ahí me pudieron haber matado, estaban encapuchados, si me mataban ahí, ¿qué? Me porté muy decente, que me vi dura, gritando, no grité tanto”, admitió la procuradora en ese entonces.

 

La pelea contra el cáncer


En los meses de abril y octubre del 2006 “La procuradora de hierro” tuvo que intervenirse para el tratamiento del cáncer de mama que ha padecido.


El 3 de abril del 2006 la funcionaria regresó con bombo y platillo tras una de las más fuertes intervenciones, donde fue objeto de una cirugía estética debido a que le había sido extirpado un tumor.


“Estuve sangrando de un seno. Me preocupó eso. Me hice unos estudios. Y fui a ver al médico Arnulfo Sánchez. Él me examinó y me dijo que era necesario operarme. Me operó en la Beneficencia Española el doctor González Anaya, oncólogo, y el doctor Arnulfo Sánchez. No hubo necesidad de pedir permiso. Yo me interné un viernes en la noche y ese mismo día me operaron. Me dieron de alta al día siguiente”, relató en ese entonces.


La funcionaria tuvo nulo descanso y trabajó de manera normal. Debido a que el cáncer se detectó en la primera etapa, luego pidió licencia por primera vez para que le extirparan el tumor. En esas ocasiones el subprocurador Rodolfo Igor Archundia Sierra se mantuvo al frente de la PGJ.


“No se dieron cuenta (los medios), pero lo entiendo, porque fue la época del huracán Stan. Los medios se dedicaron a narrar la tragedia del fenómeno natural y no se percataron de mi ausencia, después estuve viniendo únicamente por ratos (…) Si sus madres y sus hermanas tuvieran un padecimiento de esta naturaleza yo creo que no les gustaría que se conociera por todo el mundo. Es algo que se debe superar y vivir de manera individual con la familia y amigos, yo creo”, consideró tras ser bienvenida por sus trabajadores quienes ese día adornaron la PGJ con globos e incluso colocaron una pancarta a la entrada del edificio central. “¡Bienvenida, jefa!”, decía el rótulo.


Cuando comenzó la investigación del caso Cacho por parte de la primera comisión de la Suprema Corte la funcionaria tuvo un tropiezo en la Casa de la Cultura Jurídica y su herida se volvió a abrir así que tuvo que ser operada en octubre del 2006, como personal de confianza de Villeda confirmó, había sido sometida a una nueva operación pero nunca la funcionaria detalló más de su vida íntima, sobre esos temas comenzó a ser más distante.

 

Los resbalones de sus subordinados


Cuando la procuradora se libró de Adolfo Karam Beltrán llegó Hugo Isaac Arzola Muñoz. Funcionario bendecido desde el Tribunal Superior de Justicia, a Arzola hasta la fecha se le ha visto como un funcionario maniatado por las decisiones de su jefa.


Tanto ha ocurrido esto, que la propia procuradora ha hecho y deshecho con la Policía Judicial, como ocurrió con la salida de Román Martínez Ponce, subdirector metropolitano.


Entre el desconcierto, la PGJ mantuvo la salida de Martínez Ponce, reconocido por ser cercano e incluso compadre de la procuradora. Hasta la fecha Blanca Laura Villeda jamás dio cuenta del porqué salió, aunque versiones periodísticas indicaron que había sido sorprendido en actos de corrupción por la venta y reubicación de plazas de manera discrecional.
Al cargo llegó Gabriel Gaspariano Mora, cuya dirección no solventó irregularidades. Tanto Gaspariano como la directora de Averiguaciones Previas de la Zona Metropolitana Sur fueron señalados —en mensajes anónimos de policías judiciales— como responsables de investigaciones malogradas que obligaban a detener sin confirmar información o “sacarla a la mala”.


Ejemplo de esto fue la muerte del empresario Ricardo Ramírez. De principio la procuradora Blanca Laura Villeda metió las manos al fuego por Édgar Rolando Contreras Chang, José Díaz Salinas y Carlos López Quiteria señalados por participar en la tortura Ramírez.


La funcionaria se mantuvo sigilosa hasta que “explicó” que la muerte del empresario había sido provocada por broncoaspiración y que incluso ella podía morir en un segundo con un trago de café.


Así justificó a sus subordinados aunque días después tuvo que tragarse sus palabras y arraigarlos en un hotel del Centro Histórico después de que tuvo una acalorada discusión con los diputados locales de la LVII Legislatura.


Su dicho de que confiaba plenamente en sus trabajadores también se fue por los suelos cuando tuvo que consignar por los delitos de homicidio, secuestro y abuso de autoridad a los tres judiciales. Aún falta un cuarto judicial, el cual ya fue identificado por Antonio Ramírez, hermano de la víctima. Con su partida, la funcionaria deja el caso a medias y sin esclarecerse por completo.

 

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Llega a la PGJ

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Febrero de 2005
Hace sus pininos

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Febrero 2006
Empieza la pesadilla:
el cáncer y Cacho

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Comparece en el Congreso

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Julio 2006
Ataca a Lydia Cacho

12 06
Febrero 2006
Los estragos del escándalo
se comienzan a sentir
12 07
Diciembre 2007
Se aferra a su cargo

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Agosto de 2007
La hora cero se acercaba

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Enfrenta a los diputados

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El último día de poder

 


 
 
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