Marín y Calderón, fuego en la sangre


Crónica


Durante el desfile conmemorativo del 5 de Mayo, Felipe Calderón trató con indiferencia y frialdad al mandatario poblano, como siempre lo ha hecho, desde su primera visita a Puebla, el pasado 12 de enero de 2007.


Selene Ríos Andraca

 

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La relación del gobernador Mario Marín Torres y el presidente Felipe Calderón Hinojosa se resume en seis palabras: fríos por fuera, calientes por dentro. Aunque Felipe Calderón lo ignora públicamente y lo trata con indiferencia, lo salvó del yugo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por el caso Cacho.


Ayer, durante el desfile conmemorativo del 5 de Mayo, Felipe Calderón trató con indiferencia y frialdad al mandatario poblano. Como siempre lo ha hecho, desde su primera visita a Puebla el pasado 12 de enero de 2007.
Apenas cruzaron unas palabras, cuatro diálogos de unos tres minutos durante las dos horas y media que tardó el desfile, pero era inevitable el brillo en los ojos de ambos mandatarios: el padrino Felipe y el ahijado Marín.


Mientras Felipe Calderón bebía una taza de café y Marín degustaba un canapé de carnes frías sus miradas se encontraban y se escondían. Una digna escena de un amor secreto, de un amorío mal visto. De un affaire que inició con un triunfo arrasador del PAN en julio de 2006 y se consumó un 29 de noviembre de 2007 en el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.


Un affaire que es imposible de disimular. Y sólo basta recordar que la semana pasada el mandatario poblano incumplió el acuerdo pactado entre los gobernadores priistas para no asistir a la presentación de la estrategia de política social “Vivir Mejor”, en protesta por las condiciones del convenio de la Secretaría de Desarrollo Social.


Sí, Marín y otros ocho gobernadores respaldaron a Felipe Calderón en uno de los momentos más importantes de su gobierno y traicionaron a sus propios correligionarios.


Y justo un día antes de que el gobierno de Puebla firme el convenio con la Secretaría de Desarrollo Social, Calderón visitó la capital poblana para presidir el desfile del 5 de Mayo.


Y el mensaje fue enviado por el propio Calderón en su discurso, cuando hizo a un lado el tema de la guerra contra el narcotráfico para presumir que el programa de “Vivir Mejor” erradicará la pobreza en un corto plazo: “y los invito a sumarse sin distingos partidistas”.


El desplante de Calderón obligó a Marín Torres a entablar una larga y entretenida conversación con su esposa Margarita García, en lo que el presidente conversaba amenamente con el secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván.


Pero la frialdad es sólo una barrera social. Es sólo un disimulo. Es un acto de Calderón para “mantener la congruencia” por el día aquel, el 17 de febrero de 2006, cuando exigió la renuncia de Marín en un mitin de Huejotzingo.


La indiferencia es el seguimiento de Calderón a su propia propuesta de iniciar un juicio político en contra de Marín Torres en el Congreso local.


Los silencios de Calderón no son más que el reflejo de las negociaciones que han hecho el presidente y el mandatario poblano.

 


 
 
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