Personaje en caso de Rosenberg dice que espió para los soviéticos


Sam Roberts / Nueva York


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Una dura caída para una firma venerable

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En 1951, Morton Sobell fue enjuiciado y declarado culpable con Julius y Ethel Rosenberg de cargos de espionaje. Cumplió más de 18 años de sentencia en Alcatraz y otras prisiones estadounidenses, viajó a Cuba y Vietnam después de ser puesto en libertad en 1969 y se convirtió en activista de causas progresistas.


Durante todo este tiempo, sostuvo su inocencia.


Pero el 11 de septiembre, Sobell, de 91 años, dramáticamente se retractó, proyectando nueva luz sobre un caso que aún aviva pasiones políticas encendidas. En una entrevista, admitió por primera vez que había sido espía soviético.


E implicó a su compañero acusado Julius Rosenberg en una conspiración que entregó a los soviéticos información militar e industrial clasificada y lo que el gobierno estadounidense describió como el secreto para la bomba atómica.


En la entrevista con The New York Times, a Sobell, que vive en el Bronx, se le preguntó si como ingeniero eléctrico entregó secretos militares a los soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial cuando eran considerados aliados de Estados Unidos y estaban soportando el peso de la brutalidad nazi. ¿Fue, de hecho, un espía?


"Sí, sí, sí, llámelo así", respondió. "Nunca lo consideré en esos términos".


Sobell también estuvo de acuerdo en lo que se ha convertido en un consenso entre los historiadores: que Ethel Rosenberg tenía conocimiento del espionaje de su esposo, pero no participó activamente. "Sabía lo que él estaba haciendo", dijo, "pero ¿de qué fue culpable? De ser esposa de Julius".


Sobell hizo sus revelaciones mientras los Archivos Nacionales, en respuesta a una demanda del Archivo de Seguridad Nacional sin fines de lucro, historiadores y periodistas, daban a conocer la mayor parte del testimonio ante un gran jurado en el caso de conspiración de espionaje contra él y los Rosenberg.


Aunada con parte del testimonio ante el gran jurado, la admisión de Sobell da impulso a lo que se ha convertido en una opinión ampliamente sostenida entre los historiadores: que Julius Rosenberg era, en realidad, culpable de espionaje, pero que su esposa tuvo cuando mucho un papel pequeño en la conspiración y quizá haya sido inculpada por fiscales cómplices.


Las revelaciones "nos enseñan lo que la gente hará para obtener una sentencia", dijo Bruce Craig, un historiador y exdirector de la Coalición Nacional para la Historia, una organización educativa sin fines de lucro. "Tomaron a alguien a quien básicamente consideraban culpable y por todos los medios lograron que un jurado lo encontrara culpable".


El hijo menor de los Rosenberg, Robert Meeropol, describió la confesión de Sobell como "poderosa", pero dijo que quería oírla de primera mano, "Siempre he dicho que era una posibilidad", dijo Meeropol, refiriéndose a la posible culpabilidad de su padre. "Esta es ciertamente evidencia que corroboraría esa posibilidad como una realidad".


En la entrevista, Sobell trazó una distinción entre el espionaje atómico y los detalles de dispositivos de radar y artillería que dijo que él robó para los rusos. "Lo que hice era simplemente defensivo, un arma aérea", dijo. "Esto era defensivo. No se puede declarar que lo que uno hizo fue únicamente defensivo, pero hay una gran diferencia entre dar eso y material que pudiera ser usado para atacar a nuestro país".


(Expertos militares creen que un dispositivo mencionado específicamente por Sobell, el radar SCR 584, ha sido usado contra aviones estadounidenses en Corea y Vietnam.)


Haciéndose eco de un consenso entre los científicos, Sobell también sostuvo que los dibujos y otros detalles de la bomba atómica que el gobierno dijo fueron pasados a Julius Rosenberg por el hermano de Ethel, David Greenglass, fueron de poco valor para los soviéticos, excepto para corroborar lo que ya habían deducido gracias a otros espías. Greenglass era un maquinista del Ejército en Los Alamos, Nuevo México, donde el arma estaba siendo construida.


"Lo que les dio fue basura", dijo Sobell de Julius Rosenberg, su compañero de clases en City College of New York en los años 30.


El cargo fue conspiración, sin embargo, lo que significó que el gobierno tenía que probar sólo que los Rosenberg tuvieron intención de entregar secretos militares a una potencia extranjera. "Las intenciones de él quizá haya sido ser un espía", añadió Sobell.


Después de que Julius Rosenberg fue arrestado, Sobell huyó a México y vivió bajo nombres falsos hasta que fue capturado —secuestrado, sostuvo— y regresado a Estados Unidos en agosto de 1950. Dijo que era inocente, pero su abogado le aconsejó no testificar en su juicio. Fue sentenciado a 30 años de cárcel y puesto en libertad en 1969. Los Rosenberg fueron ejecutados en la silla eléctrica de Sing Sing en 1953.


Greenglass, en una entrevista para un libro de 2001 de autoría de este reportero, The Brother, reconoció que había mentido cuando testificó que su hermana había mecanografiado notas sobre la bomba, la evidencia más incriminatoria en su contra. Su denuncia surgió meses después de que Greenglass y su esposa testificaran ante el gran jurado y sólo semanas antes de que empezara el juicio de 1951.


Fiscales del gobierno posteriormente reconocieron que habían esperado que una sentencia y la posibilidad de una sentencia de muerte contra Ethel Rosenberg convenciera a su esposo de confesar e implicar a otros, incluidos algunos agentes conocidos por los investigadores a través de cables soviéticos interceptados secretamente.


Esa estrategia falló, dijo William P. Rogers, que era el subprocurador general en ese entonces. "Ella nos desafió a probarlo", dijo en The Brother.


El testimonio ante el gran jurado dado a conocer por los Archivos Nacionales pareció hacer aún más hoyos en el caso contra Ethel Rosenberg, que tenía 34 años y era madre de dos hijos pequeños cuando compareció ante el gran jurado y fue arrestada en las escaleras del tribunal después de su testimonio.


Cediendo a las objeciones de David Greenglass, un juez federal declinó dar a conocer su testimonio. Pero las transcripciones revelan que su esposa, Ruth, en su comparecencia ante el gran jurado nunca mencionó el trabajo de mecanografía de Ethel Rosenberg, dijo que ella transcribió notas de Greenglass en letra manuscrita en al menos una ocasión y colocó a Ethel Rosenberg fuera del alcance durante varias conversaciones importantes.


"Significa que el testimonio de Ruth Greenglass ante el gran jurado contradice directamente la denuncia contra Ethel Rosenberg que la llevó a la silla eléctrica", dijo Thomas S. Blanton, director del Archivo de Seguridad Nacional, un grupo sin fines de lucro que refuta el secreto gubernamental y tiene su sede en la Universidad George Washington.


Ronald Radosh, un experto en el caso y uno de los demandantes en la querella para la liberación de las actas del gran jurado, dijo que el testimonio "confirma lo que siempre sospechamos, que fabricaron la historia del trabajo mecanografiado en el último minuto".


Sin embargo, las transcripciones del gran jurado indican que Ethel Rosenberg tenía conocimiento de la conspiración. El espionaje fue mencionado por primera vez por su esposo en 1944 en el departamento de Knickerbocker Village de los Rosenberg en el bajo Manhattan, testificó Ruth Greenglass. "Yo me sentí horrorizada", dijo, pero añadió que Ethel Rosenberg "me instó a hablar con David. Ella sentía que aun cuando yo estuviera en contra, debería al menos discutirlo con él y escuchar lo que él tenía que decir".


Ruth Greenglass, que murió a principios de este año, dijo que su cuñada también estaba en la cocina cuando Julius cortó el costado de una caja de gelatina Jell-O que un mensajero usaría como señal para recoger secretos atómicos que le entregaría David Greenglass.


Pero David C. Vladeck, que argumentó en favor de que las actas del gran jurado fueran dadas a conocer, dijo que las transcripciones del gran jurado estaban salpicadas de incongruencias con el testimonio del juicio que podían haber sido usadas para socavar a los testigos de la fiscalía.


"Imagine si los Rosenberg hubieran tenido un buen abogado", dijo.


Las casi mil páginas de transcripciones del gran jurado están salpicadas de enfrentamientos agresivos y en ocasiones beligerantes entre los fiscales y los testigos, información de cómo se defendieron y hechos que los aficionados al caso probablemente analizarán sistemáticamente durante años.


Sobell, que nunca fue implicado en el espionaje atómico, ha estado enfermo, pero dice que su memoria a largo plazo está intacta. Fue entrevistado varias veces durante el verano por Walter y Miriam Schneir, que escribieron una acusación condenatoria del procesamiento de Rosenberg hace años, pero quienes, con base en los cables soviéticos en código y otra información, han reconsiderado desde entonces su veredicto de que Julius era completamente inocente. En esas entrevistas, Sobell se ha implicado en el espionaje.


"¿Le creo a Morty? Sí", dijo Schneir, que está escribiendo un artículo para una revista sobre Sobell. "Los detalles que nos ha dado hasta ahora los hemos podido verificar con partes secundarias y coinciden".


La mayoría de los protagonistas en el caso, incluido Sobell, eran comunistas comprometidos en el tiempo en que espiaron para la Unión Soviética. "Ahora, sé que fue una ilusión", dijo Sobell. "Fui engañado".

 

Robert Meeropol, el hijo de los Rosenberg, dijo que aun cuando acepta el veredicto de Sobell, "no es el final de lo que sucedió a mi madre y no es el final de la comprensión de lo que sucedió con el proceso debido".

 

 

 

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