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Una candidatura sin festejo siempre es mal presagio en el PRI




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Como puede verse en las imágenes, a las 11:32 del sábado lancé la exclusiva de la nominación de Enrique Agüera que inmediatamente fue retuiteada y difundida por otros usuarios de la red social. 14 minutos después, a las 11:46, Pepe Chedraui lanzó su tuit, pero era demasiado tarde

Apenas puede calificarse de anticlimático el destape de Enrique Agüera como candidato del PRI a la alcaldía. Muy lejos de la expectativa generada por meses para conocer al hombre que enfrentará a la maquinaria morenovallista en la disputa por la Angelópolis, todo se redujo apenas a un tuit lanzado por el ingenuo José Chedraui Budib, así como a un deslucido pronunciamiento de los sectores del tricolor en medio de una rueda de prensa atropellada. Pero de Enrique Doger Guerrero, el segundo finalista de la carrera, así como del resto de los firmantes del Pacto por Puebla, no se supo nada. Mucho menos de los notables del tricolor, Blanca Alcalá, Javier López Zavala, Juan Carlos Lastiri, Jorge Estefan y Alejandro Armenta, quienes se guardaron las muestras de adhesiones o apoyos que no expresaron ni en Twitter. ¿No merecía más algarabía el destape ansiado de Enrique Agüera?

 

 

Se entiende de los perdedores en la carrera, especialmente Enrique Doger, quien tiene derecho a ejercer sus 15 minutos de pataleo. Pero ¿y qué pasó con los notables del PRI, calificados así por el delegado Moreno Peña, quienes incluso tuvieron una reunión privada con Ivonne Ortega para proponer a sus perfiles en alcaldías y diputaciones? ¿En serio no tuvieron dos minutos para escribir un mensaje de unidad, como sí lo tuvieron personajes como Guillermo Deloya o Edgar Salomón Escorza? Es evidente que a Blanca, Zavala, Lastiri, Armenta y Estefan no les cayó nada bien la designación del rector con licencia. ¿Por qué? Pues porque si Agüera llega a ganar, es el aspirante número uno a la candidatura a gobernador del 2018. En otras palabras, es un alto riesgo para sus intereses.

 

 

De alguna forma, y utilizando la terminología salinista, el PRI se hizo bolas en el destape de su candidato porque a Enrique Agüera le ocurrió lo peor que puede pasar en la praxis revolucionaria. No fue arropado. La lógica de los números terminó por imponerse, pero eso no movió voluntades. Pero no es su error, sino del delegado Fernando Moreno Peña y de Pablo Fernández del Campo, a los que se les hizo bolas el engrudo, quienes de regreso a Puebla tras escuchar las Palabras Mayores de parte de César Camacho, calcularon mal la reacción tanto de Enrique Doger y los firmantes del Pacto por Puebla, así como de los otros notables.

 

 

Los datos disponibles indican que los tres finalistas, el propio Agüera, Pepe Chedraui y Enrique Doger fueron citados la mañana del sábado en el CEN tricolor y antes del homenaje a Colosio, a cada uno por separado, César Camacho les comunicó la decisión del PRI. Luego, Moreno Peña y Pablo Fernández, para legitimar la unción de Agüera, quisieron utilizar al novato de José Chedraui quien daría un albazo tuitero. Pero la jugada les salió mal, porque cuando el empresario lanzó su mensaje, el destape de Agüera ya era del dominio público y las reacciones venían en cascada.

 

 

En efecto: como puede verse en las imágenes, a las 11:32 del sábado lancé la exclusiva de la nominación de Enrique Agüera que inmediatamente fue retuiteada y difundida por otros usuarios de la red social. 14 minutos después, a las 11:46, Pepe Chedraui lanzó su tuit, pero era demasiado tarde porque ya no se llevó la “exclusiva”, sino que únicamente fue la confirmación. Ni para eso sirvió.

 

 

Y entonces empezó el desbarajuste. Fracasado el albazo tuitero, vino el retorno a la estrategia tradicional del pronunciamiento de los sectores. Otra vez se equivocó Moreno Peña porque se quedó a medias: aunque quiso guardar las formas y afirmar que “cualquiera” se podía inscribir según los términos de la convocatoria, su sola presencia, así como la de Pablo Fernández, avaló la cargada de los sectores expresada en voz de Leobardo Soto. Pero lo más sorprendente fue que Agüera no estaba ahí, ni había acarreo, fiesta, algarabía y panderos para recibirlo. En mi opinión, uno de esos destapes que presagian malas cosas en el PRI.

 

 

Lo peor no terminó ahí, sino que en las horas siguientes solamente algunos personajes de peso como Guillermo Deloya Cobián felicitaron vía Twitter al rector. Pero nadie más. Silencio absoluto. Ya el colmo fue la rueda de prensa del domingo: Enrique Agüera, solo y su alma, salió a hablar con los medios para decir que seguiría la ruta trazada por la convocatoria, pero que el pronunciamiento de los sectores era “contundente”. ¿Alguien lo puso en duda?

 

 

No se hagan bolas: el candidato del PRI a la Angelópolis es Enrique Agüera Ibáñez, quienganó con base a la encuestas y sin necesidad de crear falsas percepciones como “amistades presidenciales”. Sin embargo, su candidatura incipiente, su salto de la vida universitaria a la vida política no cayó bien a los “peces gordos” que ven afectado su futurismo. Nuevamente, la división, y la balcanización, amenazan cualquier atisbo de victoria.

 

 

No tengo dudas que el líder que el PRI poblano necesitaba es Enrique Agüera, quien a partir de este momento deberá negociar con todos los grupos y hacer amarres reales, y no puras simulaciones. El rector con licencia ya obtuvo la candidatura. Su tarea, hoy, es construir un proyecto ganador. Y eso pasa por evitar el fuego amigo y la traición por parte de Lastiri, Alcalá, Estefan, Zavala y Armenta.

 


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