Con cuatro kilos menos y el temor de regresar al encierro, tras pagar una fianza de casi 42 mil pesos, Araceli, hermana de la diputada local Sara Chilaca Martínez, abandonó la tarde del jueves el Centro de Reinserción Social (Cereso), en el cual estuvo recluida desde el pasado 6 de octubre, cuando fue detenida violentamente por policías ministeriales en la esquina de la 3 Poniente y 3 Sur.
Lo anterior, luego que el magistrado Jorge Ramón Morales, quien preside la Segunda Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia, le corrigiera la plana al juez penal de Cholula, Alejandro León Flores, quien impuso inicialmente una fianza de casi 2.5 millones de pesos, misma que consideró excesiva.
La salida de Araceli se dio discretamente y sin presencia de los medios de comunicación, pues se esperaba que saliera entre las 19 y 20 horas, sin embargo se adelantó, y a las 18 horas con 15 minutos, la hermana y también comadre de la legisladora se encontraba fuera, rumbo a la casa de un familiar para reencontrarse con su madre enferma, Enriqueta Martínez.
Al ingresar a la vivienda en donde le dieron alojamiento a su madre y a su hermana Marisol, tras el desalojo de su casa ubicada en el 301 de la 3 poniente, Araceli corrió a abrazar a la octogenaria, quien no contuvo el llanto, y le agradeció al creador haberle permitido el reencuentro con su hija más allegada, luego de la embestida legal que emprendió la diputada local, para disputarse la herencia que dejó el patriarca de la familia, Juan Chilaca Arenas, quien falleció el pasado 16 de marzo.
La sala en donde se improvisó el dormitorio de Enriqueta Chilaca se llenó de familiares, quienes, entre llanto y aplausos abrazaron a Araceli, quien encabezó un rosario, en donde todos los presentes agradecieron por su salida del penal regional, al cual, consideran, jamás debió entrar.
Posterior a los rezos, Araceli, quien lucía más delgada pero muy contenta, dio una entrevista a CAMBIO Regionales, en donde relató las humillaciones y el calvario que vivió aquel 6 de octubre, cuando fue detenida por tres sujetos, que un día antes la acecharon en su propio negocio.
“Yo iba a ver a mi mamá y al bebé a la casa que les quitó la diputada, al salir de la carnicería, me rodean tres hombres, me jalonean me dicen una serie de groserías, y me golpean… Fermín intenta defenderme y un grupo de vecinos, pero los ministeriales amagan con detenerlos a todos (…) Yo entré en shock, no veía bien, me calmé y les dije que me dijeran quiénes eran, por qué me detenían y me restregaban una credencial en la frente, diciéndome que yo sabía lo que había hecho maldita perra, que era una delincuente”, relató.
“Luego me tomaron del cabello, me patearon en las piernas, y me subieron a la camioneta, les dije que estaba enferma del corazón, me dijeron: ojalá te mueras maldita perra, porque perras como tú, nacen todos los días. Yo sólo pedía a Dios (…) pensaba en mi madre, y en lo mal que se iba a poner cuando supiera que me llevaron”, mencionó.
Araceli, quien fue demandada junto con otros cuatro hermanos por la diputada local para el noveno distrito, comentó que los primeros días fue un martirio su estancia en el Cereso, pues aparentemente “había órdenes, tal vez de Sara”, de hacerle la vida imposible, no obstante, sus compañeras de la celda a la que bautizaron como “Teletón”, le hicieron llevadera la estancia.
“Mis compañeras hicieron la estancia llevadera, me tocó estar con muy buenas personas, pensé que me maltratarían, pero desde que entré ellas me apoyaron (…) Aún con eso, no dejaba de estar dentro de una cárcel, y me preocupaba mi mamá, incluso Sara me mandó a decir con el subdirector Lorranca que convenciera a mis hermanos para que le cedieran la casa de mi mamá a la Sara y con eso me dejaban en libertad, pero yo le respondí que con tal que no sacaran de su casa a mi madre, yo me quedaba los años que quisieran, porque pese a mi enfermedad, soy fuerte”, comentó.
Indignada por otros casos de injusto encierro dentro del penal, Araceli reconoció que tiene temor a que su hermana y comadre, la diputada local, utilice sus influencias para recluirla nuevamente.
“Yo no la quiero volver a ver, desearía que ella estuviera en otro planeta, incluso reniego del compadrazgo que nos une, soy madrina de bautizo de su hija (…) las he apoyado mucho, en todo, no se vale lo que nos hizo, y lo que jamás le perdonaré será que a nuestra propia madre le haya quitado su casa en la que creció y en la que vivió con mi papá”, concluyó.