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Lunes, 24 Abril 2017 01:37

Corruptos, ladrones, ratas, traidores, mentirosos

Corruptos, ladrones, ratas, traidores, mentirosos Escrito Por :   Jose Zenteno

Esos, entre otros menos elegantes, son los epítetos que los ciudadanos utilizan para calificar a los políticos. Este lenguaje no es nuevo ni se inventó en los tiempos en que Peña Nieto llegó a ser presidente de México. Tampoco la indignación y el ánimo de revancha contra la clase política son cuestiones de moda ni la crisis económica o el entorno internacional hicieron que esas emociones brotaran del clóset.


Los calificativos que denotan el desprecio del pueblo mexicano hacia sus políticos y gobernantes existen al menos desde los setentas del siglo pasado. En esa década comenzó el deterioro económico del país. Los nacidos a partir de esos años nunca hemos conocido etapas de estabilidad con crecimiento, bienestar y movilidad social. Las cifras oficiales demuestran que la riqueza se ha concentrado más y el número de pobres ha crecido de manera ininterrumpida, a lo que se añade un entorno social de inseguridad con violencia creciente.

 

Podríamos pensar que los gobernantes de ahora son más corruptos y abusivos que los de antes. Eso es posible pero nadie lo puede probar porque no existen cifras verificables sobre los desfalcos cometidos durante las décadas pasadas comparados con los de la actual. Quizá algunos gobernantes como los Duarte, los Borge o los Medina sean más ‘brutos’ para esconder sus fechorías pero eso no los hace peores a los Marín, los Ulises Ruiz, los Fidel Herrera o los Juan Sabines, entre muchos otros de triste memoria.

 

La clave estratégica es averiguar qué fuerzas impulsan la demanda de cambio en México, quiénes son los ciudadanos que han tomado la batuta en el sociedad y hacia dónde encaminan el resultado electoral del 2018.

 

Lo que hemos descubierto en nuestro trabajo de los últimos meses es una especie de despertar de consciencia entre muchos ciudadanos, algo más profundo y quizá más alentador. La suma de todos los males finalmente comienza a costarle a la clase política. El deterioro de los indicadores de bienestar social, aunado a la pérdida del control sobre las masas que hasta hace pocos años ejercía la televisión, resultaron el caldo de cultivo ideal para que germinara una masa crítica de ciudadanos conscientes de la necesidad de renovar el tejido social, comenzando por hacer una purga en la clase gobernante.

 

En ese proceso se encuentra México. Nuestras sesiones de grupos focales nos muestran que hay un debate en la sociedad entre los que están enojados con los políticos pero toleran la corrupción e incluso están sometidos al poder de los gobernantes y aquellos que también están enojados pero ya no están dispuestos a tolerar los abusos y son portadores de posiciones moralizantes del quehacer público. Antes, quiero decir, apenas hace 2 ó 3 años, era difícil encontrar personas que estuvieran dispuestas a defender posiciones idealistas y éticas sobre la política y los políticos. Casi cualquier mexicano les llama “corruptos, ladrones, ratas, traidores, mentirosos” a los políticos, pero muy pocos son capaces de comprometerse, proponer acciones en contra de esas conductas y de cuestionar a quienes manifiestan tolerancia, sumisión o pragmatismo ante los actos de corrupción.

 

Según el sociólogo chileno Marcos Roitman esos ciudadanos conscientes, éticos y dispuestos a la acción, son los ‘antisistema’. Nuestra investigación confirma que existen en México, que su postura política los distingue de las masas que sólo están enojadas pero sometidas al poder del sistema y que su pensamiento está alimentado por referencias ideológicas e históricas que les dotan de argumentos para defender sus posiciones éticas.

 

Nuestro modelo de investigación aun está en fase de desarrollo. Sin embargo, poco a poco vamos perfeccionando su capacidad de explicar las tendencias electorales en función de la activación de esta masa crítica de ciudadanos antisistema. Hoy puedo afirmar que contamos con evidencia estadística significativa que demuestra la correlación entre pensamiento antisistémico creciente y el decremento en la intención de voto favorable al PRI y en algunos casos al PAN.

 

La investigación cuantitativa nos dice que existe una mayor probabilidad de encontrar ciudadanos antisistema conforme aumenta el nivel de instrucción y disminuye la edad, pero la investigación cualitativa nos demuestra que los jóvenes suelen responder en las encuestas lo ‘políticamente correcto’, ya que su convicción ética no es tan sólida ni fundamentada. Los varones, mayores de 45 años de edad con hijos que ya alcanzaron su independencia económica y sin importar que tengan o no estudios universitarios, son quienes muestran mayor consistencia en sus argumentaciones, sostienen posiciones coherentes y fundamentadas con referencias históricas y principios de moral. A diferencia de los hombres, las mujeres de todos los grupos de edad y estratos socioeconómicos tienden a manifestar posiciones tolerantes ante la corrupción, se justifican con argumentos como ‘todos roban’ o ‘aunque denuncies no pasa nada, no se puede luchar contra los políticos’.

 

También tenemos evidencia estadística de las regiones del país con mayor proporción de ciudadanos antisistema. Hasta el momento un municipio de la zona metropolitana de la Ciudad de México, así como el municipio de Puebla, son los dos territorios más antisistémicos entre los que hemos evaluado. En aquel municipio mexiquense la izquierda nunca había contado con una base electoral significativa, hoy son segundo lugar en las preferencias y con tendencia creciente. En Puebla el PAN lidera la carrera en este momento pero la historia nos demuestra que a los poblanos les gusta votar por López Obrador.

 

El otro lado de la moneda nos enseña que los estados con menor proporción de electores anti sistema son gobernados por el PRI. En Colima por ejemplo, el 12.5 % de los entrevistados los clasificamos como antisistema de acuerdo con nuestro modelo, mientras que en el municipio de Puebla la proporción es del 21 % y en aquel municipio metropolitano del Estado de México alcanzó el 26%.

 

 

La conclusión no es tan simple como decir “mientras más rechazan la corrupción de sus políticos, los mexicanos tienden a demandar un cambio profundo y a votar por Obrador”. El verdadero enemigo del régimen gobernante no es un partido político ni un candidato, ni los medios de comunicación ni los actos de corrupción que han trascendido. Los enemigos de verdad son los ciudadanos más informados, los más cultos y los que tienen una mayor consciencia ética. O dicho de otro modo, lo peor de la sociedad sostiene a este régimen político, lo mejor lo quiere quitar.

 

 

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