Por eso, hablar del centenario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no es fácil.
La Constitución que hoy nos rige ha logrado proteger los intereses de los diferentes grupos sociales que confluyen en la nación, y eso no ha sido empresa fácil, nunca obra de un día ni labor de una sola persona.
El recorrido por nuestra historia constitucional nos obliga a ser fieles a nuestras convicciones y a expresar una opinión propia sin temor a celebrar los grandes hechos ni a los grandes hombres que nos sirven de ejemplo y que nos han dado libertad.
En la historia de México identificamos personajes que a pesar de las diferencias ideológicas que mantuvieron entre sí y de que algunos de ellos pertenecieron a grupos distintos, incluso contrarios, nuestra legislación actual recogió los ideales que cada uno defendió.
Y esa heterogeneidad se ha mantenido hasta nuestros días.
Nuestra Constitución es la primera Constitución social en el mundo, y permitió el nacimiento del Estado Social de Derecho en México.
Plasmó las principales demandas sociales, económicas y políticas de la Revolución y estableció un nuevo orden para el desarrollo del Estado Mexicano, además de garantizar los principales derechos sociales: educación obligatoria, laica y gratuita; derecho a la tierra, al trabajo, la salud y la alimentación; derechos laborales para una vida digna.
Pero no sólo eso, nuestra Constitución tiene aportaciones como: las garantías individuales, del artículo 1 al 29; la propiedad nacional sobre aguas y tierras, así como la supresión de latifundios en el artículo 27; establecer la no reelección absoluta del Presidente de la República en el artículo 81; proteger la autonomía municipal en el artículo 115; reconocer los derechos de los trabajadores como la jornada máxima de 8 horas en el artículo 123; estableció el Juicio de amparo en los artículo 103 y 107.
Hasta febrero de este año, nuestra Constitución ha sido modificada 699 veces, y de esas, el Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto ha concretado 147, es decir, el 21% del total.
De los 136 artículos de la Constitución, sólo 22 no han sido reformados.
Las reformas aprobadas en la actual Administración presidencial representan una actualización del Pacto Social: la Reforma Educativa, en el artículo 3, reafirma el derecho de los niños y jóvenes a una educación de calidad; la Reforma en Telecomunicaciones a los artículos 6, 7, 27, 28, 73, 78, 94 y 10 amplía la libertad de expresión y el derecho a la información y a las tecnologías de la comunicación e internet, la Reforma Política que modificó los artículos 26, 41, 54, 116 y 78 permitió que en la actual Legislatura, 42 por ciento de las curules sean ocupadas por mujeres.
También está la reforma energética que modificó los artículos 25, 27 y 28; y la reforma en materia de Justicia Laboral que reformó los artículos 107 y 123 de la Constitución.
Lo que estamos viendo con estas reformas, avaladas por una amplia mayoría, es que existe un rumbo de nación y un sino a seguir.
Los gobiernos divididos, es decir, en donde el presidente es de un partido y la mayoría del Congreso de otro, nos han otorgado 308 reformas constitucionales, desde 1997 a la fecha.
Con Ernesto Zedillo fueron 20 reformas constitucionales avaladas en la segunda parte de su sexenio; con Vicente Fox fueron 31 reformas; con Felipe Calderón las reformas fueron 110, y con Enrique Peña Nieto ya son 147.
El 44 por ciento de las reformas a la Constitución se han hecho en gobiernos divididos, lo que nos habla que la mayoría en México cree y confía en un rumbo para el país.
El PRI, con sus antecedentes PRM y PNR, apenas hizo 365 reformas constitucionales en 68 años, a pesar de tener la mayoría constitucional suficiente (dos tercios de los legisladores en el Congreso y más de la mitad de los gobernadores estatales) para poder concretarlas.
Y en 20 años de gobiernos divididos llevamos ya 308.
Hoy, más que nunca, debemos mantener esa mayoría que marca rumbos claros para el país, que busca la unidad pero no la unanimidad, que cree en que el futuro es algo que se construye en el presente.
A cien años de su promulgación, la Constitución nos une, hermana y alienta. México es su Constitución, una amalgama de identidades y un futuro claro.