Mi ausencia, como puede suponerse, se debió a los daños que varios estados del país, incluido Puebla, sufrieron por sismos e inundaciones y que requirieron la respuesta inmediata del Gobierno de la República.

Miles de mexicanos vieron su patrimonio dañado, su presente lastimado y su futuro en problemas, y a ellos el Estado mexicano ha comenzado a responder con políticas que ayudarán a paliar lo sucedido.

Lo que hemos visto en las últimas semanas nos hace sentir orgullosos de ser mexicanos.

Vimos la solidaridad ciudadana, las miles de manos que surgieron espontaneas para ayudar en los desastres.

Vimos la pronta respuesta del Estado mexicano: el Ejército y la Marina fueron los primeros en llegar a los lugares de desastre y, después, miles de servidores públicos acudieron a darle forma a la estrategia que contrarresta la tragedia.

Vimos a los mexicanos unidos contra quienes difundían noticias falsas, contra los que buscaban obtener ventajas políticas con la tragedia, contra los que no quisieron ser solidarios.

Los desastres naturales nos enseñaron que México tiene, en su gente, lo que más vale, y lo comprobamos en las últimas semanas.

Ahora, los mexicanos y los poblanos tenemos dos retos inmediatos: Iniciar la reconstrucción para que los damnificados recuperen, lo más pronto posible, la normalidad, y mantener la unidad que mostramos.

Mantenernos unidos nos va a permitir encontrar soluciones a nuestros problemas, construir puentes hacia el futuro y, sobre todo, una coraza contra quienes quieren vernos divididos.

Lo ocurrido en las semanas pasadas nos enseñó que divididos no vamos a llegar a ningún lado, que construyendo el futuro sobre bases falsas sólo nos va a llevar a fracasos.

No debemos perder la unidad, estos son tiempos de construir, son los momentos de sumar y multiplicar, debemos olvidarnos de restar y dividir.

México y Puebla apuntan hacia el futuro, y todos debemos estar listos para ello.