Este febrero el Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec (CENHCH) cumple sesenta años de vida. Nada más pero nada menos. Una institución nacida en pleno periodo del llamado “desarrollo estabilizador” que se convirtió en ejemplo de lo que debe ser la educación pública en México.
Seis décadas en las que la escuela se ha transformado sin perder su esencia: ser una opción en donde se encuentran las más diversas alternativas para el crecimiento integral de la juventud poblana. Sus directores y directoras generales han sido poblanas y poblanos de excepción, por mencionar solamente a algunos: Enrique Martínez Márquez, Eliseo Montiel, Isaura Martínez Guzmán, Raúl Velasco de Santiago, caben bien en esa categoría.
Egresé de la Escuela Preparatoria en 1976, muchos de los compañeros seguimos en contacto ahora por las redes sociales, y nos unen hilos invisibles que se definen con una palabra: amistad. Pero es común que los ex alumnos del CENHCH nos identifiquemos independientemente de las generaciones, somos una hermandad.
Destaco sobre todo la vida colectiva de la escuela, los eventos que con el paso del tiempo se vuelven entrañables. La celebración del día del estudiante, las ceremonias de los lunes para conmemorar fechas cívicas, se quedan en la memoria por siempre.
Recuerdo que el día del ejército, los niños de primero de Kínder regalaban una despensa a soldados de la 25ª Zona Militar de Puebla; este mes de febrero además se escenificaba la Marcha de la Lealtad y se rendía homenaje a la Bandera. En fin, cada semana había algo que nos recordaba nuestro deber para con México. No puedo olvidar al Maestro Marco Aurelio Mendoza, quien al anunciar la entonación semanal del Himno Nacional nos decía: “es la voz de la patria que nos pregunta: ¿qué hemos hecho por ella?”.
Las actividades deportivas, los mosaicos, las tablas rítmicas, las espartaquedas, los históricos desfiles del 5 de mayo, se conjugaban con maestras y maestros del más alto nivel en todas la materias, entre otros recuerdo: en química a Marina Sentíes Lavalle, en literatura a Josefina Rossáinz y a Irma Idalia Viramontes, en Biología a Julio Glockner, en Historia a Armando Guerra, en Matemáticas al Ing. Gómez Calzada, en arte a Higinio Bravo Zacaula, en fin una pléyade de hombres y mujeres que formaron a mi generación y que se suman a otros tantos que han influido a miles de jóvenes poblanos. No tengo dudas, el CENHCH se adelantó a su tiempo.
Deploro no haber asistido a los festejos. Para los egresados del CENHCH es un orgullo ser hijo de esa escuela. Cantar su himno, obra del Prof. Nicolás Reyes Alegre, nos hace querer a México y amar a Puebla. Hoy con sólo decir: “Por la cultura de México” o “Fuerza ¡Ea!, estudio ¡Ea! Juventud… ¡Ea! ¡Ea! ¡Ea!, Centro Escolar… ¡Gloria!”, sabemos de dónde venimos, pero lo más importante, sabemos a dónde vamos.