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Miércoles, 22 Marzo 2017 02:26

Pacto nacional

Hace 211 años nació un mexicano de excepción, oaxaqueño para más señas.


Benito Juárez García surgió de entre la Sierra de Oaxaca y llevó al mundo entero un modo de pensar, de creer, de hacer política.

 

En un manifiesto del 22 de agosto de 1867, Benito Juárez dijo: “Mi única aspiración es servir a los intereses del pueblo y respetar su verdadera voluntad. Siempre he procurado hacer cuanto ha estado en mi mano para defender y sostener nuestras instituciones. He demostrado en mi vida pública que sirvo lealmente a mi patria y que amo la libertad. Ha sido mi único fin proponeros lo que creo mejor para vuestros más caros intereses, que son afianzar la paz en el porvenir y consolidar nuestras instituciones. ¡Sería yo feliz si antes de morir pudiera verlas consolidadas para siempre!”

 

A Benito Juárez le tocó vivir un país convulso, en guerra, asediado por potencias extranjeras y con una lucha interna entre facciones.

 

En 1847, debido a la invasión estadunidense, Benito Juárez dejó la Cámara de Diputados y regresó a su tierra, Oaxaca, para ser gobernador.

 

Después, cuando Antonio López de Santa Anna volvió al poder, Juárez fue desterrado hacia Cuba y luego se mudó a Nueva Orleans donde conspiró con otros perseguidos políticos para planear el golpe de Estado en contra de Santa Anna.

 

En 1855, al caer Santa Anna y llegar Juan Álvarez a la Presidencia, Juárez fue nombrado Ministro de Justicia e Instrucción Pública y después, en 1857, ministro de Gobernación (1857) y presidente de la Suprema Corte de Justicia, durante el gobierno del presidente Comonfort.

 

Y en 1858 se convirtió en presidente de la República por primera vez.

 

Luego, de 1863 a 1867 tuvo un gobierno itinerante que, sin embargo, se consolidó y fortaleció a un país que luchaba por encontrar su rumbo.

 

Hoy, 211 años después, Benito Juárez es un ejemplo a seguir, un mexicano excepcional con un reconocimiento mundial que se atrevió a enfrentar, hacia adentro y hacia afuera, amenazas de grupos de poder y gobiernos.

 

El México que hoy vivimos no lo podríamos entender sin Benito Juárez, sin su visión, su entereza y sus decisiones.

 

 

Lo que Juárez dijo hace muchos años es, sin duda, una línea a seguir: Los hombres no son nada, los principios lo son todo.

 

 

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