Sábado, 18 de Mayo del 2024
Martes, 02 Mayo 2017 01:47

Hacia ningún lugar

Hacia ningún lugar Escrito Por :   Silvino Vergara

Aunque la mía fuera una batalla perdida de antemano, no me importa”.

Giovanni Sartori


Las primeras líneas de una de las obras emblemáticas de Giovanni Sartori inician sentenciando: “Espero poder asustar lo suficiente a los padres sobre lo que podría sucederle a su video-niño, para que así lleguen a ser padres más responsables… Aunque la mía fuera una batalla perdida de antemano, no me importa” (Sartori, Giovanni, “Homo videns. La sociedad teledirigida, Santillana, México, 2011). Escrita en la década de los noventa del siglo pasado, es todo un tratado de la forma en la que se gobierna gracias a la televisión, de ahí la recomendación a los padres de familia respecto a las consecuencias de la TV en sus hijos, para estudiar, conocer, aprender y criticar lo que el sistema permite que su población pueda conocer, lo demás está censurado porque no está en la TV; es más, lo que no está en la TV no existe, no sucedió, en resumen: “son cosas que dice la gente” pero que no acontecen en la realidad, una de las criticas más agudas a la TV como una herramienta del sistema gubernamental de nuestros tiempos, y todo esto aun sin la existencia de los nuevos medios de comunicación electrónicos que, desde luego, podrían seguir la misma suerte que sucede con lo dicho por el tratadista italiano respecto a la TV.

 

Giovanni Sartori, filósofo, escritor y politólogo italiano que recientemente falleció, fue uno de los escritores más representativos de la época actual, es decir, del posmodernismo, también denominado “modernidad tardía”, que se caracteriza por la ausencia de ruta de la humanidad, puesto que hoy se desconoce cuál es el rumbo de la humanidad; por ello, la última de sus obras, escrita en 2015, se titula “La carrera hacía ningún lugar”, y se adentra, desde el título, en ese problema de la humanidad, ya que la tecnología, la ciencia y los avances del conocimiento humano continúan en su camino avasallador pero sin conocer a dónde nos llevan estos inventos y descubrimientos. En tanto, lo que ha sucedido con la humanidad es que se ha quedado sin ideologías, como lo sostiene al hacer un análisis de la revolución: “La historia está llena de sacudidas y revueltas populares, pero no eran revoluciones porque no estaban alimentadas por un designio, carecían de «proyecto»… Las revoluciones que no son «de izquierdas» no son auténticas revoluciones” (Sartori, Giovanni, La carrera hacia ningún lugar, Penguin Random House, 2016); por ello, sostiene que los hechos que sucedieron después de la caída del muro de Berlín no fueron una revolución, pues la desintegración de la URSS y de las naciones de Europa Oriental fue propiamente, a decir del autor, una “contra-revolución”.

 

En esta última obra hace mención de la distinción que en cada momento se está perdiendo entre el Estado y un grupo de criminales, lo cual es un ejercicio común para subrayar la importancia de la legitimidad en el Estado y sus instituciones, que no usan la fuerza simplemente por utilizarla sobre sus gobernados, pero que en los últimos años, ante la falta de ideologías y de rumbo de las naciones, se va perdiendo, a decir del profesor italiano: “El Estado que me impone sus leyes y que, si las violó, me detiene, me lleva a los tribunales y me condena (con procedimientos judiciales correctos) es «fuerza», mientras que el agresor que me pone un cuchillo en la barriga, el asesino que me mata o una muchedumbre que me lincha son «violencia». ¿Fuerza y violencia son pues lo mismo?” (Sartori, Giovanni, “La carrera hacia ningún lugar”, Penguin Random House, 2016).

 

 

Hoy la distinción que se presenta entre el Estado, su organización y sus leyes con los grupos de criminales, su conformación y sus normas no escritas parece estar generando un problema de legitimidad de los Estados ante su población; evidentemente, la ausencia de principios, de pensamiento y de ideología en las naciones está provocando que solamente se dependa de razones económicas, y esta simple distinción está induciendo la falta de credibilidad con sus gobernados. Por ello, este autor italiano sostenía, en otra de sus obras (Sartori, Giovanni, “Ingeniaría constitucional comparada”, Fondo de Cultura Económica, México, 2012), que la parte más importante de la Constitución no es la que corresponde a los derechos fundamentales, pues estos ya se encuentran también en los tratados internacionales de derechos humanos, y para hacerlos efectivos lo que se necesita es lo que corresponde a la organización de los poderes, es decir, a la parte orgánica, ya que un Estado con una organización ineficaz provoca precisamente esa falta de distinción entre el Estado y su organización con los grupos de criminales.

 

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