Se le llegó.
Se acabarán las arañas de cables que lució toda la vida. Su piso será uniforme, y por fin los restaurantes podrán extenderse a terrazas por las que en otro momento fueron sancionados.
Algunos dicen que será como la zona comercial y de servicios de Polanco de la ciudad de México.
Sólo que para llegar a este objetivo, para fin de año, en cuatro meses, en el camino se están quedando algunos negocios, y perdiendo empleos como ha ocurrido en otras obras de esta envergadura.
Por ejemplo, la gasolinera de la Calle Tlaxco y Avenida Juárez hoy tiene ventas que no llegan a los mil pesos diarios.
¿Se imagina?
Desde luego que el propietario de esta estación de servicio tendrá que aguantar el medio año de las obras, pero hay que tener en cuenta que no todos los dueños del resto de los establecimientos están en las mismas condiciones.
Hay que reconocer que los responsables de la obra se las han ingeniado para abrir un carril a la circulación y dar paso tanto al transporte público como a los automovilistas.
Y queda claro que mientras transcurren los trabajos de reconstrucción y dignificación, los negocios que quedarán en el camino por falta de compradores, permitirán la llegada de las tiendas prometidas de marca igual que las que operan en Polanco en la ciudad de México, donde los más exigentes y exquisitos llegan a realizar sus compras.
Para entonces se volverán a generar empleos y el nuevo enfoque comercial y de servicios de la zona permitirá contribuir a generar nuevas expectativas para Puebla y los poblanos que ya podrán elegir entre Angelópolis, Luxury Hall de Angelópolis, y la Juárez.
Y por cierto, qué bueno que los propietarios de los inmuebles de la zona que ganarán plusvalía, han estado pendientes del desarrollo del proyecto para que no falle nada, como el servicio de drenaje y coladeras que ha sido muy común que se le olvide a los constructores, con las consecuentes inundaciones cada temporada de lluvias.