Jueves, 18 de Abril del 2024
Martes, 31 Octubre 2017 10:02

Mercadillos a salvar la economía

Mercadillos a salvar la economía Escrito Por :   Irma Sánchez

Diseminados por diversos puntos de la ciudad, en calles,  avenidas y parques populares, por donde circula la población de muy bajos ingresos y poder adquisitivo aniquilado, cada fin de semana se instalan mercadillos con ambulantes improvisados que llegan con maletas de ropa calzado y complementos para resolver las necesidades de vestido de familias enteras a las que sólo les alcanza para esto, muy lejos de los 18 meses sin intereses y las tarjetas de puntos.


Estos mercadillos que lo mismo operan en la explanada del Paseo Bravo, en el Carril de la Rosa, en San Miguel, Castillotla y el jardín de Luis Dolando Colosio, entre muchos más, cada fin de semana garantizan una gran variedad de prendas de segunda mano de todo tipo, para ir a trabajar, para casa, para hacer deporte,  para fiesta, para todos en todos los colores.

 

El tip de sus ofertas se va corriendo de boca en boca y cada fin de semana llegan más y más compradores con la ilusión de ‘ajuarearse’  para ganar la mejor presencia en centros de trabajo y de estudios.

 

Cada semana son más los puestos, los vendedores y desde luego los compradores.

 

Se trata de un mercado muy improvisado pero efectivo, que jamás alcanzará los ingresos para instalarse en uno de los tantos locales que lucen vacíos y no se pueden ocupar ya no en los centros comerciales que operan con una tienda ancla, ni siquiera en aquellas plazas de calle en calle, en las esquinas donde en otro tiempo estuvieron grandes centros fabriles y las enormes casonas de los más ricos de Puebla  hasta la mitad del siglo XX, y que ahora los nietos han convertido en pequeños pero costosos ‘centro comerciales’ que no logran encender por un supuesto enfoque de lujo y exclusividad con rentas que ahorcan.

 

Estos mercadillos resuelven la necesidad de vender y comprar de familias que aunque sea un peso por prenda se ganan para reunir el abasto y que otros lleguen a vender en largas jornadas de 9:00 de la mañana a 18:00 de la tarde. Y Otros más llegan en busca de la prenda que necesitan para cubrir necesidades de vestido, ante la imposibilidad de poder ejercer el poder de su firma en otro tipo de establecimiento, o de acudir a las famosas ventas nocturnas en las que si no compran, al menos disfrutan de una copa y un bocadillo.

 

Este es otro México, el castigado pero a la vez dueño de una agudeza que le permite resolver sus problemas  y que va a la segura y tal vez más seguro dueño de sus quincenas que no las comparte con los grandes agiotistas dueños de consorcios comerciales y financieros que resuelven con una firma, pero esclavizan por meses y más meses los pagos.

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