Pero hay que ser precisos, autoridades y poblanos queremos que se hable de Puebla, de nuestro terruño, aunque definitivamente no estamos de acuerdo en que trascienda con un hecho que nos debe avergonzar por la corrupción, robo, delincuencia organizada y ‘falta de control’ que al parecer muestran las autoridades por la participación de mandos intermedios coludidos.
Sobre el tema todos tenemos una opinión, con su consecuente reclamo a las autoridades.
Todos exigimos que se vaya al fondo, que se actúe con energía, que se combata.
Principalmente después de ver correr ríos de sangre y hogares enlutados, exigimos tajantemente la mano dura de nuestros gobernantes.
Todos tenemos la receta mágica, la solución y la estrategia para combatir el problema.
Y ¿qué pasa?
Las voces coinciden ¿por qué no se actúa?
Mientras estas insistentes preguntas quedan sin aparente respuesta, en la zona del Triángulo Rojo se sigue padeciendo día a día el problema que ya involucró a las comunidades incluyendo a los niños.
Quien no acepta, se ve obligado a hacer sus maletas y abandonar la zona por el riesgo que representa el no participar.
Ayer encontré unos datos de Luis Carriles en el periódico El Economista, sobre el fenómeno que recuerda que se alertó desde hace 20 años en la zona de Tamaulipas.
Hay que tener presente que el huachicol, al igual que en Puebla lo enfrentan en Tamaulipas –donde comenzó- Nuevo León, Veracruz, Michoacán y Jalisco. Puntos en los que las cosas no han alcanzado la dimensión de lo que se vive en Puebla.
Hace siete años, los dueños de gasolineras comenzaron a denunciar que eran ‘obligados’ a comprar el combustible bajo amenazas.
Cinco años atrás, se confirmó que al interior de la estructura operativa de Pemex, hay gente que filtra información sobre los mejores horarios de flujo para robarlo.
Hace tres años se comenzaron a hacer cuentas y se reveló que la paraestatal perdía 40 mil millones de pesos por estas fugas, ante lo cual se dispuso un plan de choque para el que se autorizaron respetables partidas para comprar armas, se diseñó un plan de inteligencia militar y se hizo participar a los gobiernos estatales.
Lamentablemente la organización que maneja el huachicol operó contra el plan, las armas no llegaron, la inteligencia militar parece indicar que se enfrentó a una densa estructura burocrática y el presupuesto se atoró.
¿Por qué el fracaso estrepitoso?
Y lo peor, con todo y los permanentes incendios y los muertos, las cosas parecen igual, y el problema se extiende como si se abandonara, pese a las compañías militares destacadas aquí en Puebla, al Triangulo Rojo ya suman varias bajas.
Tras este saldo, sentémonos a esperar mejores noticias que tendrán que llegar para abonar a favor del control de este fenómeno, su erradicación y la pacificación de la zona; que dicho sea de paso, ahora debe de recibir alternativas a fin de aprender a vivir sin la economía derivada del huachicol.