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Martes, 05 Septiembre 2017 22:21

Tanto se concentró en AMLO que la liebre brincó por otro lado

Tanto se concentró en AMLO que la liebre brincó por otro lado Escrito Por :   Arturo Rueda

Ahora los priistas sólo tendrán una duda: o dejar pasar el Frente PAN-PRD-MC es una abdicación adelantada, una rendición de la batalla electoral 2018 para entregar la estafeta a un aliado, o Peña Nieto tanto se concentró en López Obrador que la liebre le brincó por otro lado


Los mariachis callaron en el CEN tricolor. La efervescencia por el destape del candidato presidencial a favor de Meade o Aurelio Nuño, a partir del supuesto que el PRI podría retener la Presidencia aplicando el modelo electoral del Estado de México, se quedó en eso: un supuesto. La realidad a partir de ayer es que si el Frente PAN-PRD-MC se traduce en una coalición electoral —como se espera—, el PRI y sus partidos satélites comenzarán la carrera 2018 en un lejanísimo tercer lugar del que será imposible salir, con lo que tendrán que entregar la Presidencia ya sea por abdicación o castigo.

 

Las cifras confirman el nocaut para el partido de Peña Nieto que jugó durante semanas el juego del tapado para fascinación de periodistas y de la propia clase política aficionada al juego de señales, símbolos y tretas. Nada entretiene más a algunos que destapar al tapado. Pero con las cifras en mano, luego del Frente, ese juego parece irrelevante.

 

Los datos de Consulta Mitofsky así lo hacen ver pues la unión de PAN-PRD-MC coloca al Frente Ciudadano en la disputa del 2018 con 21.2 de la intención de voto, y detrás, la coalición Morena-PT con 16.4 de la preferencias. De entrada la competencia se dará entre López Obrador y quien emerja como el abanderado de la mescolanza anunciada ayer por Anaya, Barrales y Dante.

 

La distancia entre Morena-PT y PRI-PVEM-PES-PANAL no es mucha, pues los primeros reciben 16.4 y la coalición tricolor 14.8, es decir, se encuentran en margen de error. Pero Peña Nieto pensaba en una batalla contra López Obrador y no una batalla contra López Obrador y otro todavía más fuerte. Hoy el rival a vencer ya no es tabasqueño, sino quien emerja como candidato presidencial del Frente.

 

Del terreno del sondeo se pasa al terreno político donde el PRI dos veces ya mordió el polvo en San Lázaro. Pese a tener la mayoría legislativa, no cuenta con los suficientes votos para instalar la Mesa Directiva contra toda la oposición unida a fin de impedir el pase automático de Raúl Cervantes de Procurador a Fiscal.

 

En un rasgo de ingenuidad, los priistas creen que de la firma del Frente a la concreción de la coalición electoral, muchas cosas pueden ocurrir entre los tres partidos y entre los líderes que lo firmaron. Entre ellas, que no se pongan de acuerdo en el mecanismo para la selección del candidato presidencial, de los candidatos a gobernadores y la integración de las plurinominales a San Lázaro y el Senado. ¿En verdad creen eso?

 

Es un acto de ingenuidad porque tal negociación ya se concretó aunque no se haya hecho pública. De entrada parece muy claro el reparto de posiciones: el PRD se va a quedar con las candidaturas en CDMX, Morelos y Tabasco; el PAN con Puebla, Veracruz y Guanajuato, Movimiento Ciudadano con Jalisco y solamente quedará por verse qué ocurre con Yucatán.

 

Respecto de la presidencial también hay un acuerdo. El PAN lleva mano por ser el partido mejor posicionado de los tres y no sorprende que se hayan pactado las reglas que beneficien al negociador, esto es a Ricardo Anaya para que sea el rostro visible del Frente Ciudadano por México y que los ganadores serán aquellos que participaron en las negociaciones, entre ellos Rafael Moreno Valle a quien lo peor que puede ocurrirle ya es que le dejen controlar su feudo de Puebla.

 

Emilio Gamboa y compañía pueden seguir jugando al tapado y los periodistas registrar los gestos presidenciales más nimios en busca de señales de la sucesión, tal como lo hicieron en el mensaje del Quinto Informe. Pero la realidad es que su único modelo de competitividad, el del Estado de México, fue destrozado.

 

En lo que los priistas no son ingenuos es en su largo arsenal de marrullerías. En vez de jugar al tapado, Peña Nieto, Osorio Chong y compañía deberían concentrar sus esfuerzos en reventar el Frente PAN-PRD-MC antes de la fecha límite establecida en noviembre para inscribir la coalición electoral. Se da por hecho, pero aún no lo es luego de la firma pública de Ricardo Anaya, Alejandra Barrales y Dante Delgado. Y a veces ni siquiera ya firmado el matrimonio.

 

Ahora los priistas sólo tendrán una duda: o dejar pasar al Frente PAN-PRD-MC es una abdicación adelantada, una rendición de la batalla electoral 2018 para entregar la estafeta a un aliado, o Peña Nieto tanto se concentró en López Obrador que la liebre le brincó por otro lado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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