En apenas un par de meses, con dedicación obsesiva y un mucho de suerte, Antonio Gali rebasó por la derecha a los ‘góbers’ de los estados de Jalisco, Hidalgo, Querétaro y San Luis Potosí que pugnaban por llevarse la Industria Militar, un logro que probablemente no se ha dimensionado en su totalidad pero que, con los años, probablemente será más importante que Audi. Esta es la historia de cómo se consiguió.
En las reuniones informales con el gabinete federal, a principios de junio, el gobernador Gali escuchó un rumor. La Secretaría de la Defensa Nacional traía entre manos un megaproyecto: unificar en un solo complejo toda la Industria Militar desperdigada en varias fábricas, especialmente las vinculadas a la fabricación de granadas, fusiles, ametralladoras y vehículos blindados.
Ese megaproyecto implicaba el traslado de cuatro mil 400 empleados, la construcción de naves, fábricas, unidades habitacionales y de oficinas para concentrar en un solo complejo lo que actualmente se hace en 16 fábricas, y que tal traslado se convertiría en el gran legado de Peña Nieto y el general Salvador Cienfuegos hacia la milicia.
Como parte del rumor, se enteró que algunos gobernadores como los de Jalisco, Hidalgo, Querétaro y San Luis ya hacían su luchita para llevarse la Industria Militar, no sólo por el componente de inversión y creación de empleos que significaba, sino por el factor de seguridad implícito en llevarse a vivir a miles de soldados a sus territorios.
Entonces Gali decidió que no hay peor lucha que la que no se hace y organizó en carpetas la propuesta de dos terrenos para instalarla: uno de 400 hectáreas que originalmente se adquirió para ofrecerlo a una armadora automotriz, y el otro las 600 hectáreas de La Célula.
Con información en mano tras el izamiento de las banderas de las entidades federativas en la CDMX realizado el 10 de julio de este año, Gali le informó al Gral. Cienfuegos que tenía dos terrenitos para ofrecerle y quería que los visitara a fin de analizar la viabilidad conforme a las necesidades del proyecto. Cienfuegos le respondió que con todo gusto analizaría sus propuestas, pero quien tomaría la decisión final sería el presidente Peña Nieto.
La buena suerte se cruzó en el camino del gobernador poblano pues el presidente visitó Puebla para grabar sus spots rumbo al V informe presidencial el 19 de julio. La grabación que iba a realizarse en Zapotitlán Salinas, en la reserva de la Biósfera, fue cancelada por la presencia de activistas y manifestantes. Pero entre que estos se iban y regresaban, Gali le ofreció a Peña Nieto los dos terrenos disponibles y le pidió permiso para sobrevolarlos y conocerlos.
La Célula se ajustaba a sus necesidades, no sólo porque Marín dejó infraestructura, sino porque uno de los requisitos fundamentales es la espuela que une con las vías férreas, algo que sí dejó construido el ‘góber’ precioso.
Tres días después, Peña Nieto y el Gral. Cienfuegos dieron el sí a Gali, quien pidió al secretario de la Defensa Nacional que enviara a sus propios especialistas a hacer un análisis de mecánica de suelos. Más de cinco días tardaron en hacer 64 perforaciones en las 600 hectáreas. Luego de confirmar que el suelo no es cenagoso y pueden instalarse las fábricas, el ansiado sí se formalizó con la firma de un convenio el pasado 28 de agosto.
Gali mantuvo en secreto el proyecto, incluso a varios personajes del gobierno, y todo agosto lo usaron para cerrar los flecos jurídicos de la donación del inmueble a la Secretaría de la Defensa Nacional.
Traer la Industria Militar a Puebla, cuya inversión total de la Sedena será de nueve mil 500 millones en el plazo de una década, fue considerablemente más rápido y barato que conseguir que Audi se estableciera en San José Chiapa pese a que había varios estados postores que ofrecían inmejorables condiciones.
Para el gobierno estatal, sin embargo, la instalación de la Industria Militar en Oriental tendrá más peso que Audi en el largo plazo por un tema de seguridad. Ahí, se van a fabricar las armas, granadas y vehículos blindados con los que el Ejército combatirá al crimen organizado, sea en su versión narcotráfico o huachicol. La presencia de los soldados en Puebla se volverá permanente y dotará de seguridad al estado. Un matrimonio a largo plazo con el núcleo de la defensa civil.
¿Y todo a cambio de qué? De entregar un terreno abandonado, pero gracias a la sagacidad de Gali y también a una pizca de suerte –como explicó el poblano a los mandatarios que fueron rebasados por la derecha. Sin embargo, que nadie olvide el detalle: fue Peña Nieto quien decidió enviar la Industria Militar a Puebla.