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Miércoles, 27 Septiembre 2017 11:26

Solidaridad y rapacidad, los dos lados de la tragedia del sismo

Solidaridad y rapacidad, los dos lados de la tragedia del sismo Escrito Por :   Arturo Rueda

Se trata de un populismo propio de las redes sociales que manipulan nuestro pensamiento. ‘Más vale una Frida que un Peña Nieto’ es uno de los memes favoritos de los millennials para compartir. ¿Cómo podría gobernar un perro el país? ¿Alguien puede explicármelo?


Un video esperanzador se mueve viralmente en Facebook para demostrar que los mexicanos sí podemos y no necesitamos al gobierno corrupto: en las tareas de rescate en uno de los derrumbes de edificios en la CDMX, a la voz de mando de algunos brigadistas, decenas de voluntarios ayudan a remover un muro de concreto con cuerdas amarradas. Derribado con estruendo, brigadistas y voluntarios se felicitan y cantan el himno nacional. Por supuesto, esperanzador.

 

Al mismo tiempo, en la misma ciudad y contingencia, una estudiante de la Universidad Autónoma Metropolitana falleció en el derrumbe del edificio ubicado en Torreón y Viaducto. Alejandra Vicente Cristóbal no sólo fue víctima del sismo, sino de la ‘rapiña’ de quienes se vistieron de voluntarios.

 

Una semana después del desastre, los padres de la chica, María del Rosario Cristóbal y Porfirio Vicente acudieron al banco a checar la cuenta en la que ahorraba para sus estudios universitarios. Descubrieron que tres días después que el cuerpo fue rescatado, el 20 de septiembre, alguien se gastó 24 de los 32 mil pesos que tenía ahorrados en compras de Zara y Best Buy.

 

Prácticamente todos los sobrevivientes del sismo en la CDMX, a los que se les derrumbaron sus edificios, los que no pudieron entrar hasta que se hicieron dictámenes, los familiares de los 193 fallecidos cuentan la misma historia: todos fueron víctimas de ‘rapiña’.

 

 A los deudos les entregaron cadáveres sin relojes, anillos, carteras o joyas. A quienes tardaron días en regresar a sus edificios, los encontraron saqueados sin televisores, computadoras u objetos de valor. A los que perdieron sus hogares con el derrumbe de edificios, nada les quedó porque pillastres escapaban con lo que encontraron a la mano.

 

En Puebla no se han escuchado historias semejantes porque con sabiduría ancestral, los damnificados se negaron a irse a los albergues y en medio de las ruinas se quedaron a dormir para cuidar lo que se había salvado. La misión de todos ellos, pese a los riesgos de nuevos sismos, es evitar la ‘rapiña’.

 

Es lugar común afirmar que una tragedia de esta intensidad saca lo mejor y lo peor de nosotros. En realidad, es un espejo de nuestras bondades diarias, pero también de nuestras atrocidades diarias. Son muchos miles, millones de mexicanos que realizan actos bondadosos, éticos en su actuar, diligentes y solidarios ciudadanos. Pero también hay miles, millones que son lacras que burlan la ley, de plano la tuercen, que asaltan, secuestran, roban y matan. ¿Esos no son mexicanos?

 

Lo peor del simplismo de la tragedia es la idolatría por la perra rescatista Frida, uno de los símbolos de la tragedia. Simplismo porque más allá de la ternura que pueda generar ese can, en sus tareas de rescate no tiene opción sino entrenamiento. Es decir, no tiene libre albedrío para decidir su actuar, sino sólo la aplicación de su entrenamiento hasta que las fuerzas le aguanten.

 

Se trata de un populismo propio de las redes sociales que manipulan nuestro pensamiento. ‘Más vale una Frida que un Peña Nieto’ es uno de los memes favoritos de los millennials para compartir. ¿Cómo podría gobernar un perro el país? ¿Alguien puede explicármelo?

 

Si Frida tuviera libre albedrio, capacidad de elegir racionalmente su conducta, probablemente se enfrentaría al mismo dilema que nos ocupa a los mexicanos. Privilegiar la actuación solidaria, cívica, ante la tragedia o apostarse por la ‘rapiña’ y la vileza como lo hicieron los que vaciaron la tarjeta de débito de la joven Alejandra Vicente Cristóbal.

 

El simplismo de las redes sociales ante la tragedia, o ante todas las tragedias sociales que vive México, es pintar un universo de buenos y malos. Pero la realidad de los mexicanos es diferente porque somos luz y oscuridad y cada quien libra su propia batalla.

 

Aplica lo mismo para nuestros políticos, especialmente para los alcaldes, presidentes auxiliares, inspectores y diputados que tras el alud de apoyos y víveres que llegaron a las comunidades, descubrieron la oportunidad de lucrar con la tragedia reteniendo los apoyos a fin de  ‘administrarlos para los meses que durará la contingencia’.

 

 

Vuelvo al video esperanzador del FB y la cantinela que afirma que este pueblo bueno organizado es mejor que los malos gobernantes que nos roban. ¿Y qué, los gobernantes que nos roban vinieron de Marte o también surgieron de ese pueblo bueno? ¿Pues cuándo perdieron su nobleza primigenia

 

 

 

 

 

 

 

 

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