Cierra Atlante cuento de hadas

 

Con un golazo de Ovalle al final y Vilar monumental el Potro es campeón

 

Juan Martín Montes / Agencia Reforma

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El Atlante estaba predestinado a ser campeón, y si no, que alguien explique, ¿de dónde salió un defensa como Clemente Ovalle para anotar el golazo del título? Que alguien explique, ¿cómo le hicieron los Potros para superar a unos Pumas que durante la mayor parte de los 180 minutos de la serie Final demostraron mayor solidez?


El tercer título en la historia del Atlante rompe una sequía de 14 años, pero quizá lo más importante sea que escribieron un capítulo épico en la historia del futbol mexicano, al coronarse en su primera temporada en Cancún.


Vaya lujo que se dieron los aficionados del Caribe, porque de una historia en la que el futbol de Primera División no existía en su ciudad, hoy sólo tuvieron que esperar un torneo para saber lo que es un campeonato.


Si el destino existe y fue uno de los artífices del triunfo azulgrana, también hay motivos terrenales que explican la victoria. Porque aunque los Pumas en toda la Liguilla fueron un equipo con potencial de campeón, en los momentos decisivos no contaron con gente que hiciera la diferencia, como sí lo hizo el Atlante con elementos de apellido Vilar y Maldonado.


El primero, de nombre Federico, capitán y referente del plantel, cerró su arco y redondeó una enorme temporada al atajar las llegadas más peligrosas del conjunto universitario.

 

El segundo, de nombre Giancarlo, goleador y sensación de Venezuela y Cancún, hizo que el título se viera posible al aventajar a su equipo cuando mejor jugaban los Pumas y cuando más cerca se sentía el sexto título para los felinos.


Fue claro que los Potros no pudieron dominar a su enemigo ni en CU ni en el Cancún. Pero cuando Ismael Íñiguez había empatado con justicia el partido, el recurso inesperado, ése que hace campeones, y de apellido Ovalle, subió de la defensa para cerrar con broche de oro un torneo que será celebrado en el sureste y en el DF, porque hace medio año la Capital todavía era la casa de los Potros.


La afición cancunense demostró ser ya de Primera División, porque a pesar de que el inmueble se mantuvo sin separación entre gradas y tribunas, no hubo un solo incidente que lamentar.


Y del lado de enfrente, la afición auriazul que acompañó a su equipo hasta esta ciudad, también hizo gala de madurez, no sólo por su buen comportamiento sino porque despidió a sus jugadores cantando, nunca con la cabeza gacha.


Como sucedió en toda la Liguilla, las pifias arbitrales darán de qué hablar. Ayer, Armando Archundia no marcó un claro penal sobre Ignacio Scocco al 13'.


Esta Final no estuvo exenta de dramatismo. Ahí estuvo Esteban Solari con una venda en la cabeza, que le había sangrado por un golpe, y ahí estuvieron los 10 minutos finales en que todo parecía que el juego tendría tiempos extra, hasta que Ovalle hizo estallar en júbilo a la afición de los Potros, que ayer acalló los goyas universitarios, y que salieron felices con la etiqueta de campeones.

 


 
 
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