Cien poblanos hacen el ridículo


Un fracaso la convocatoria para marchar contra la Corte

 

Los 40 mil poblanos que marcharon el 25 de febrero de 2006 y que inundaron las calles con consignas dedicadas al góber y a Kamel Nacif ayer se quedaron en casa esperando la final entre Pumas y Atlante.


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Selene Ríos Andraca / Yonadab Cabrera Cruz


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Cien poblanos hacen el ridículo

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A diferencia de lo que ocurre en la capital del país, donde la indignación crece día a día por la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de darle carpetazo al caso Marín-Cacho, en Puebla ayer apenas y un centenar de personas mostraron su repudio al gobernador y al tribunal.


A pesar de que la prensa nacional —La Jornada, Reforma, El Universal, entre otros— ha sostenido el tema en portada, los poblanos no tuvieron tiempo de protestar contra la resolución que tomaron los seis ministros marinistas: Mariano Azuela, Sergio Salvador Aguirre Anguiano, Guillermo Ortiz, Sergio Valls, Margarita Luna y Olga Sánchez.


Poco le importó a los poblanos que una investigación del máximo tribunal de justicia (¿?), a cargo del ministro Juan Silva Meza, haya concluido que Mario Marín, Javier López Zavala, Guillermo Pacheco Pulido y Blanca Laura Villeda Martínez confabularon para aprehender y violentar los derechos fundamentales de la periodista Lydia Cacho Ribeiro.


El hecho de que cuatro ministros —Genaro Góngora, Juan Silva Meza, Ramón Cossío y José de Jesús Gudiño Pelayo— se hayan destrozado en el pleno de la Corte defendiendo la investigación que demostraba que el aparato de justicia estatal fue usado por Kamel Nacif para que ejecutara su venganza contra la autora de Los Demonios del Edén, fue un hecho aislado para los poblanos.


Los 40 mil poblanos que marcharon el 25 de febrero de 2006 y que inundaron las calles con consignas dedicadas al góber y a su amigo Kamel Nacif ayer se quedaron en casa esperando la final entre Pumas y Atlante.


Sólo un centenar de poblanos no han olvidado que Mario Marín fue recompensado con dos “bellísimas botellas de coñac” luego de trasladar a Lydia Cacho en condiciones deplorables de Cancún, Quintana Roo a Puebla y encerrarla con la amenaza de mandarla con “las locas y las tortilleras” por haber revelado una red política y económica que protege la pornografía infantil.


Ayer quedó evidenciado que la conversación Marín-Nacif, en la que quedó al descubierto la conjura contra Lydia Cacho, hoy no es más que un tono de celular y una anécdota jocosa de la historia poblana.


Las 100 personas que ayer brillaron en el zócalo de la ciudad demostraron que al menos en Puebla ellos también vomitaron el resolutivo de la Corte, en el que seis ministros decidieron proteger a Marín de su clara participación en la violación grave de las garantías individuales de la periodista.


La impunidad que goza hoy Mario Marín y sus secuaces en Puebla es tema de pocos, como si el gobernador no fuera poblano, como si la defensa a la niñez mexicana fuera exclusiva, como si la pederastia fuera un mito, como si la pornografía y la explotación infantil sólo ocurrieran en otros planetas.
Y así, esos 100 poblanos que repudiaron ayer a Mario Marín lucían en esta Puebla como alienígenas rebeldes. Los loquitos de la calle. Los únicos preocupados porque alguien como Mario Marín tenga las riendas del estado.

 

Los alienígenas


Con falta de organización, discursos de mala calidad, y poca dicción, se llevó acabo la manifestación a la que convocaron las Redes Ciudadanas, y que apenas pudieron reunir a 100 personas, en el zócalo de la capital poblana.


Algunas personas aprovecharon dicho evento para tener sus cinco minutos de fama, para llamar la atención, para hacerse notar o simplemente para que algunos poblanos supieran que existen. Por esta razón el evento fue decayendo al grado de que se convirtió en un día de campo, hasta hicieron cantar a un niño de tres años, a quien no se le entendió ni pío.


También los integrantes de las Redes Ciudadanas aprovecharon la ocasión para hablar nuevamente del fraude electoral del 2006, cuyo resultado favoreció a Felipe Calderón Hinojosa. Así como también hablaron sobre el gasolinazo que promovió el gobierno federal, por lo que ligaron el fraude electoral, la reforma fiscal y la violación de las garantías individuales de Lydia Cacho como acciones del gobierno federal para desestabilizar la economía y la libertad de los mexicanos.


Lo más rescatable de esta manifestación, fue la participación del investigador de la UAP, Julio Glockner, y de la investigadora de la Universidad Iberoamericana, María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera, de ahí en fuera los demás oradores eran como mercaderes.


En su intervención, Julio Glockner leyó la carta que enviarán las redes ciudadanas y asociaciones civiles a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Además, esta misiva estará acompañada por las firmas que recaben estos grupos exigiendo la destitución de los magistrados que exoneraron al gobernador Mario Marín Torres.


“Los ciudadanos no aceptamos un veredicto que se realizó y se sostuvo con acuerdos oscuros y discrecionales, donde hubo dinero de por medio (…), denigraron la justicia. Ahora proclamaremos el día 29 de noviembre, como el ‘día de la injusticia’, los mexicanos ya no creemos en la Corte”.


Por su parte, María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera aseguró que la violación de las garantías individuales de la periodista Lydia Cacho Ribeiro destapó la corrupción que existe entre el Poder Ejecutivo y el Judicial en los tres niveles de gobierno: “Se violaron las garantías no sólo de una periodista, sino de una defensora de los derechos humanos.”


Además, sentenció que está en juego la credibilidad “de la única institución que se supone debe vigilar nuestros derechos”, por eso indicó que se debe solicitar a las instancias internacionales que presionen a las mexicanas para que se realice el juicio en contra del gobernador Mario Marín Torres.


Pero de pronto, esta manifestación seria, supuestamente trascendente y significativa, se convirtió en un show de juglares al mero estilo de la edad media o de los años 60, donde todos se sentían artistas.


Cuando una señora de repente se transformó en una juglar para entonar una canción de gesta, para después cantar una parodia dedicada a Arturo Azuela, Guillermo Ortiz, Salvador Aguirre, Olga Sánchez, Margarita Luna y Sergio Valls, magistrados de la SCJN: “los seis cochinitos que han convertido a la corte en un chiquero”.


Los seis cochinitos ya están en la corte,
mucho dinero les dio su papá,
y contentitos todos con su lana
dentro de un rato los seis juzgarán.
Uno soñaba que era “el rey”,
Y de repente quiso un burdel,
Su gran ministro le hizo traer,
Cincuenta burdeles nomás para él.
Otro soñaba que en el bar
En una noche iba a fichar
Más de repente al fornicar
Se cayó de la cama y se puso a llorar.
El más pequeño de los seis,
Un cochinito feo y cortés,
Ese soñaba con traficar
Para ayudar a su papá.


Y con cánticos como éste, culminó el evento desangelado, que organizaron las Redes Ciudadanas para manifestarse en contra de la decisión y la corrupción de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

 


 
 
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