Todo empezó con una marcha


CRÓNICA


El XVII Congreso Internacional sobre SIDA 2008 se inauguró por la noche del lunes en el Auditorio Nacional, en donde no se pudo contener a toda la gente. Éste es el acontecimiento no deportivo que reúne a más gente en todo el mundo, unas 25 mil personas hormiguean por las calles del Distrito Federal para ir a ese enorme hormiguero-Babel en el que durante esta semana se ha convertido el Centro Banamex


Brahim Zamora Salazar / Ciudad de México

 

 

Todo empezó con una marcha. La primera marcha internacional contra la homofobia, que encabeza, sin querer, ese camaleón ideológico que es Miguel Ángel Córdoba Villalobos, el secretario de Salud.


Rodeado de funcionarios y muchachos del Instituto Mexicano de la Juventud, encabeza su propia marcha, pues los contingentes de la sociedad civil —como en los buenos tiempos— nacional e internacional les dejan avanzar para desmarcarse, para decirle que “no nos interesa que la derecha venga a lavar sus culpas”.


Su respuesta mediática es contundente y reveladora: “Yo vine porque me invitaron, si no, ni hubiera venido”. El presidente Calderón lo instruyó a ir, porque al que sí invitaron fue a éste. Evidente, la lucha contra la homofobia no es su tema, si no, sin invitación, sí hubiera ido.


El contingente disperso pero diverso, llega hasta el zócalo, donde mensajes de todo el mundo se hacen oír en lenguas babélicas: portugués, castellano, inglés, francés, zulú, alemán…


Los jóvenes formaron un enorme triángulo rosa en el corazón de esta ciudad: el símbolo con el cual los nazis estigmatizaban a los homosexuales en los ghettos y después en los campos de concentración.


La sociedad civil había comenzado ya la XVII Conferencia Internacional sobre el SIDA un día antes, como casi siempre.


Al otro día, las actividades comienzan y la inauguración oficial por la noche se hace en un recinto que no puede contener a toda la gente que ha llegado del planeta: el Auditorio Nacional. Éste es el acontecimiento no deportivo que reúne a más gente en todo el mundo, unas 25 mil personas hormiguean por las calles del Distrito Federal para ir a ese enorme hormiguero-Babel en el que durante esta semana se ha convertido el Centro Banamex.


El presidente Calderón habla de homofobia, de respeto y de un tema clave: las farmacéuticas. Ese será el gran tratamiento temático de esta conferencia: la medicalización del fenómeno. Como diría el asesor de UNIFEM en México Víctor Ortiz: “Esta conferencia está sobremedicalizada, esa es una estrategia para despolitizarla”.


De todas formas el Auditorio estuvo a medio gas, a pesar del rumor de que cantaría Annie Lennox. Al parecer la idea de hacer una larga cola para ver a Felipe Calderón discurrir sobre un tema que poco le interesa, no entusiasmó a los asistentes.


La conferencia está dividida en dos: la parte solemne, más seria, “más fresa” diría el fotógrafo de AFP Ronaldo Schemidt, donde quienes no obtuvieron becas de alguna institución nacional o internacional tuvieron que pagar hasta 800 euros; y la otra, la festiva, donde las cosas ocurren de manera más espontánea y festiva, la aldea global. Donde para entrar nadie pagó nada.


Ahí es donde el lunes pasado llegó Ban Ki-Moon, secretario general de las Naciones Unidas para entregar junto a Peter Piot, director ejecutivo del OnuSIDA, el premio Lazo Rojo a las trabajadoras sexuales de San Luis Potosí. Y también a reunirse con jóvenes en su pabellón dentro de la aldea global.


Ah, sí ese día durante las actividades de la conferencia también estuvo Bill Clinton, quien habó de su fundación, hizo un reconocimiento a la feminización de la epidemia y habló fuerte sobre la manera en que hay que invertir el dinero para combatir al VIH.


Así es este evento, uno mira pasar a las grandes personalidades del mundo, pero también a quienes sin grandes reflectores, en sus países y comunidades hacen mucho por mucha gente. Tantas personas y parece que el problema del SIDA rebasa a este mar.


Eran las tres de la tarde más o menos, era el martes, hacía un sol de ese quemador y abrumador del DF.


De la aldea global salimos en camiones hacia el hemiciclo a Juárez, sobre todo mujeres.


Llegando había otras, convocadas o acarreadas, ya no sé, por el Instituto de las Mujeres del Distrito Federal, que recogían su playera y su sombrero; la tarde corría y las combativas francesas de AIDES daban entrevistas a la televisión.


En el lobby del Sheraton acordaban consignas y movimientos un grupo de mujeres entre quienes destacaba Malú Micher, directora del citado instituto y Lydia Cacho, con quien las voluntarias se tomaban fotos y lloraban de la emoción.


Cuando estas salieron, acompañadas de otras líderes comunitarias del mundo con una gran lona entre sus manos la marcha mundial de mujeres comenzó.


Los medios se arremolinaban como una ola que iba y venía fuerte sobre el avance de las que encabezaban.


Fue una marcha festiva, compacta, llena de gritos y consignas: Todas las mujeres, todos los derechos.


Tout les droits, touts le femmes.


All women, all rigthts.


Nada para nosotras, sin nosotras.


Así, hasta un zócalo, donde la ceremonia de guardar la bandera estaba en pleno, así que se tuvo que rodear toda la plancha. Al pasar por palacio nacional, Lydia entró y gritó: “Aquí estoy, presidente”.


Cuando los milicos salieron con la bandera, todas y todos frente al templete escuchamos a Vanessa Bauche presentar a las oradoras.


Después de una menor de edad australiana que vive con VIH y que dio una lección de oratoria, el turno es, como embajadora de la agencia internacional Oxfam, para una sobria y madura Annie Lennox.


En un acto de diplomacia, la exintegrante de The Eurythmics, lee en español su discurso, que habla de lo mismo: la violencia hacia las mujeres las vuelve más vulnerables ante el VIH.


Para Lydia Cacho es tarea complicada hablar después de la cantante y lo hace explícito ante las personas que la miran y escuchan en la plancha del zócalo.


Habla de las mujeres, las amas de casa, las trabajadoras sexuales, las que viven con VIH, las periodistas, las niñas, las desaparecidas.


Del derecho a una vida digna.


Después vendrán más discursos, más vivas, más euforia.


Los pelos de punta al escuchar a Eugenia León cantando a capella “LA jaula de oro”, “Yo vengo a ofrecer mi corazón” y “La Paloma”.


Cierran las recodas y la lluvia dispersa.


Sin embargo, ya en la búsqueda de un refugio, caigo en la cuenta de que no todas las mujeres fueron incluidas, nadie, durante toda la marcha, habló de las mujeres transexuales. Qué pena, siguen al final de la lista.


Manifestaciones internas contra todo lo impuesto, lo injusto, lo pinche, en cuanto a VIH se refiere: contra los laboratorios Abbot, contra el gobierno francés, por la acción universal, por el acceso total a medicamentos, contras las políticas públicas…


Gente de todo tipo, Babel en espiral: activistas, mujeres trans, trabajadores de la salud, agentes de laboratorios, funcionarios, el vicepresidente de Tanzania, las trabajadoras sexuales, personas que viven con el virus, psicólogos, Martha Lamas, botargas de condones, miembros de la cruz roja, niñas y niños, familias, organizaciones de gays, lesbianas y bisexuales, ilegales, homeless, enfermeras, indígenas, personas con todo tipo de discapacidades, representantes de Austria, Canadá o Francia, pero también de las Islas Mauricio o Moldova. Babel.


Cosa curiosa, un grupo de unos 35 jóvenes comandados por extranjeros ya no tan jóvenes, intentaron tomar la aldea global con una misión: dar a conocer su postura ideológica respecto al condón.


Providas provocadores que llegaron para ser repelidos por los jóvenes de la aldea global y finalmente expulsados por la seguridad del lugar, el miércoles por la mañana.


El mismo día que me encuentro al doctor Miguel Ángel Pérez Lima que tiene que migrar a Puebla porque “su presencia es urgente”, cosa que los activistas poblanos lamentan, porque “urgente y necesario es que esté aquí, subvaloran su trabajo”, dice una consternada Lluvia Cervantes. Tampoco vino el secretario de Salud del estado. la Babel del SIDA, para los babélicos, no para los aldeanos.


Comer en la conferencia internacional es un desastre, pues los precios son del primer mundo y la comida, fatal. La gnete vegetariana o vegana del mundo la debió haber pasado muy mal en ese aspecto, pero bueno, la vida igual se deja ver por este espacio de discusión de las ideas, de las políticas y de las vidas de millones de personas que viven con el VIH.


Las demandas son claras contundentes y diversas: vacunas, ya; microbicidas, ya; derechos humanos ya. Cárcel para los padres que sean homofóbicos con sus hijos, descriminalización de la enfermedad, del trabajo sexual, del uso de drogas.


Y es que el SIDA es más que una infección de transmisión social. Es un fenómeno que nos ha quitado la máscara y ha hecho ver lo mejor y lo peor que tenemos como seres humanos, es un espejo que muestra los rostros de la diversidad y los de la intolerancia.


Un virus que ni siquiera podemos ver, nos convoca aquí, a construir Babeles para repensarnos y escucharnos.


Para tomar acuerdos y para vigilarlos.


Ya en Viena se preparan para la otra Babel, la de 2010.

 

 

 

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