El repartidor de hielo


Thomas L. Friedman


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Jorgen Peder Steffensen me hizo un ofrecimiento que no pude rehusar: “Si vienes a Copenhague, te mostraré una nevada navideña, una verdadera nevada navideña, la nieve que cayó entre los años uno a. C. y uno d. C.”


¡Bueno, ese es un ofrecimiento que no se recibe todos los días! Pero bueno, tampoco es que vaya al Círculo Ártico todos los días. “También te puedo enseñar una muestra de, precisamente, la última nevada que cayó justo al final de la última era glacial, que fue hace 11 mil 700 años”, dijo Steffensen. O me preguntó: “¿Qué tanto te gustaría ver las muestras de aire que contienen rastros de sulfuro de la erupción del Monte Vesubio” que enterró a Pompeya en el 79 d. C.?


Steffensen es un especialista en hielo y curador de la colección más completa del mundo de muestras de núcleos helados, una especie de ADN atmosférico extraído de los glaciales de Groenlandia y ahora conservado en bóvedas refrigeradas en la capital danesa. Entre más y más profundo pueden perforar el hielo los científicos, pueden proporcionar un mejor panorama del clima de edades anteriores, y, por lo tanto, comprenderemos mejor el cambio climático.


Cada capa de hielo contiene burbujas de agua y aire que quedaron atrapadas en la nieve, que, cuando los científicos expertos las analizan, revelan a gran detalle la temperatura, la cantidad de gases invernadero en la atmósfera, la cantidad y origen del polvo volcánico, e, incluso, la cantidad de sal de mar en el aire, y, por tanto, qué tan cerca se encontraba el glaciar del océano.


Imaginen por un momento un congelador lleno de cubos de hielo tan reveladores. Cada uno representa un año de datos atmosféricos, empezando con uno de hace 150 mil años, que es la mayor antigüedad del actual casquete glaciar de Groenlandia. Bueno, Steffensen, su esposa Dorthe Dahl Jensen, quienes están en el Centro de Estudios del Hielo y el Clima del Instituto Niels Bohr de la Universidad de Copenhague, y un grupo de expertos internacionales están reuniendo precisamente ese tipo de contenido del congelador con núcleos helados extraídos aquí, en el extremo norte de Groenlandia, en el Círculo Artico.


Viajé a su campamento más reciente con un grupo de expertos liderado por Connie Hedegaard, la ministra de clima y energía de Dinamarca, que incluía a Rajendra Pachauri, el presidente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, que compartió el Premio Nobel de la Paz con Al Gore. Volamos en un C-130 de la Fuerza Aérea de la Guardia Nacional de Estados Unidos, que aterrizó con esquíes —no con llantas—, ya que la pista era sólo una franja abierta entre el hielo y la nieve.


Con toda seguridad que esta es una de las estaciones de investigación más asombrosas y aisladas del mundo. Para donde quiera que se mire, se verá una extensión totalmente plana de nieve y hielo que se prolonga hasta el horizonte. De hecho, se puede ver tan lejos en cualquier dirección, que se siente como si se pudiera ver la curvatura de la Tierra. El campamento consiste de un domo geodésico calefaccionado, donde comen los investigadores, una docena de tiendas de campaña apenas con algo de calefacción donde duermen ellos (y los invitados) en bolsas de dormir aislantes, y un laboratorio de investigación subterráneo, cavado en el hielo, donde están instalando la perforadora y el equipo pertinente. En los próximos tres “veranos”, extraerán muestras de núcleos helados hasta el propio lecho de roca de Groenlandia, aproximadamente a 2.4 kilómetros o el equivalente a 150 mil años de capas de hielo acumuladas.


Su objetivo es hacer algo que nunca antes se ha hecho: proyectar un panorama completo del clima de Groenlandia, desde la edad del hielo, que duró de 200 mil a 130 mil años atrás, pasando por el período de calentamiento conocido como Eemian, que duró de 130 mil a 115,000 años atrás, hasta la edad de hielo más reciente, hace de 115 mil a 11mil 703 años, hasta el período de calentamiento actual en el que estamos desde entonces. (Hay que recordar: la Tierra, por lo general, es una bola de hielo, los períodos interglaciares calientes son la excepción.)


Su anterior proyecto de perforación aquí, que se terminó en 2004, se centró en las capas de hace 14 mil 500 a 11 mil años. Ese proyecto ya está provocando revuelo en la comunidad climatológica. En un artículo publicado recientemente en la revista Science Express, el grupo de Dahl Jensen escribió sobre cómo había descubierto, a partir de los núcleos helados, que la circulación atmosférica en el hemisferio norte sobre Groenlandia “había cambiado abruptamente”, justo cuando terminó la última edad de hielo, hace unos 11 mil 700 años.


Parece ser que un cambio repentino en los monzones de los trópicos provocó la modificación. Fue tan abrupto que calentó el hemisferio norte, sobre Groenlandia, en 10 grados Celsius en sólo 50 años, un incremento drástico.


“Eso muestra que nuestro sistema climático tiene la capacidad de hacer cambios muy abruptos por sí mismo”, dijo Dahl Jensen.


Quienes niegan el cambio climático dirían que esto demuestra que la humanidad no es importante en él. Los expertos en cambio climático, como Dahl Jensen, dicen que no es tan sencillo: el clima siempre está cambiando, en ocasiones en forma muy abrupta, así es que lo último que debería hacer la humanidad es sumar sus propias acciones intensivas —como lanzar cantidades sin precedentes de gases invernadero a la atmósfera—. Porque nunca se sabe —nunca se sabe—qué es lo que va a inclinar la balanza, lanzándonos a tener que superar un cambio abrupto y entrar a otra era.

 

 

 

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