Una economía fuerte impulsa a Brasil al escenario mundial


Alexei Barrionuevo / Fortaleza, Brasil


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Desesperada por escapar de los apuros de su existencia en una de las regiones más pobres de Brasil, María Benedita Sousa utilizó un pequeño préstamo para comprar dos máquinas de cocer e iniciar su propio negocio de ropa interior para mujer hace cinco años.


En la actualidad, Sousa, madre de tres hijos, que empezó trabajando en una fábrica de vaqueros con el salario mínimo, emplea a 25 personas en una modesta planta de dos habitaciones que produce 55 mil pares de ropa íntima de algodón al mes. Compró y renovó una casa para su familia, y ahora está pensando en adquirir un segundo coche. Su hija, quien estudia farmacología, podría ser la primera en la familia que haya terminado una carrera universitaria.


“No se imagina la felicidad que siento”, dijo Sousa de 43 años, en el taller de su empresa llamada Gran Mateo por un hijo. “Soy alguien que se vino del campo a la ciudad. Luché y luché, y ahora mis hijos están estudiando, una en la universidad y los otros en la escuela. Es un regalo de Dios”.


Hoy en día, su país está ascendiendo en forma muy parecida. Brasil, la mayor economía de América del Sur, finalmente está en posición de hacer realidad su potencial largamente anticipado como un jugador mundial, dicen los economistas, ya que el país vive su expansión económica más grande en tres décadas.


Ese crecimiento se está sintiendo en casi todos los aspectos de la economía, creando una nueva clase de superricos, mientras gente como Sousa asciende a una clase media en expansión.


También, ha dado a Brasil una razón nueva para pavonearse, proporcionándole, por ejemplo, una mayor ventaja para impulsar negociaciones más enérgicas con Estados Unidos y Europa en conversaciones mundiales sobre comercio. Después de siete años, esas negociaciones finalmente fracasaron por las demandas de India y China para contar con salvaguardas para sus campesinos, un signo claro de la influencia creciente de estas economías emergentes.


A pesar de los temores de los inversionistas respecto de la tendencia izquierdista del presidente Luiz Inacio Lula da Silva cuando fue elegido en 2002, ha demostrado un toque ligero cuando se trata del liderazgo económico, evitando los impulsos populistas de los líderes de Venezuela y Bolivia.


En cambio, ha impulsado el crecimiento de Brasil por medio de una combinación hábil de respeto hacia los mercados financieros y los programas sociales objetivo, que están sacando a millones de personas de la pobreza, dijo David Fleischer, un analista político y catedrático emérito de la Universidad de Brasilia. Sousa es una de esas beneficiarias.


Conocido de tiempo atrás por su distribución inequitativa de la riqueza, Brasil ha reducido la brecha en los ingresos en seis por ciento desde 2001, más que cualquier otro país de América del Sur esta década, dijo Francisco Ferreira, uno de los principales economistas del Banco Mundial.


Mientras que 10 por ciento de la población con ingresos más altos de Brasil vio un aumento del 7 por ciento en su ingreso acumulativo de 2001 a 2006, el mismo porcentaje con menores ingresos creció mucho, en 58 por ciento, dijo Marcelo Cortés Neri, el director del Centro de Políticas Sociales de la Fundación Getulio Vargas en Río de Janeiro.


Sin embargo, Brasil también supera en gasto de programas sociales a sus vecinos latinoamericanos, y el gasto público en su conjunto sigue siendo casi cuatro veces más que el de México, con respecto al porcentaje del producto nacional bruto, dijo Ferreira.


No obstante, se espera que dure el impulso de su expansión económica. Mientras Estados Unidos y partes de Europa batallan con la recesión y las consecuencias de la crisis de la vivienda, la economía brasileña muestra pocos de los puntos vulnerables de otras potencias emergentes.


Ha diversificado enormemente su base industrial, tiene potencial generalizado para expandir un sector agrícola en auge hacia campos vírgenes y cuenta con un conjunto tremendo de recursos naturales no explotados. Los nuevos descubrimientos de petróleo lanzarán a Brasil a las filas de las potencias mundiales petroleras en la siguiente década.
No obstante, mientras que las materias primas como el petróleo y productos agrícolas han impulsado gran parte de su crecimiento reciente, Brasil es cada vez menos dependiente de ellas, dicen los economistas, ya que tiene la ventaja de un mercado interno enorme —185 millones de habitantes— que se ha enriquecido con los logros de personas como Sousa.


De hecho, con una moneda más fuerte y una inflación prácticamente bajo control, los brasileños están en un frenesí de compras que se ha convertido en el motor primordial de la economía, la que creció en 5.4 por ciento el año pasado.


Están comprando tanto mercancías brasileñas como extranjeras, cuya importación está en aumento. Muchos negocios han flexibilizado los términos de los créditos para permitir que los brasileños paguen por refrigeradores, coches e, incluso, cirugías plásticas en años en lugar de meses, a pesar de tener algunas de las tasas de interés más altas del mundo. En junio, el país alcanzó una emisión de 100 millones de tarjetas de crédito, un salto de 17 por ciento respecto del año anterior.


En Casas Bahía, una cadena brasileña de mueblerías de precios modestos, la cantidad de clientes que compran en abonos casi se triplicó a 29.3 millones de 2002 a 2007, dijo Sonia Mitaini, una vocera de la empresa.


Abundan otros signos de la nueva riqueza. En Macae, una ciudad petrolera en auge cerca de Río de Janeiro, los contratistas compiten para terminar centros comerciales nuevos y viviendas de lujo para seguir el ritmo de la demanda de compañías de servicios petroleros que están floreciendo. En el puerto de Angra dos Reis, una ciudad conocida por sus islas espectaculares, unos 25 mil trabajadores han encontrado empleo en la construcción de nuevas plataformas petroleras.


Petrobras, la compañía nacional de petróleo de Brasil, sacudió al mundo petrolero en noviembre, cuando anunció que Tupi, su campo en aguas profundas, cerca de Río de Janeiro, podría contener entre 5 mil millones y 8 mil millones de barriles. Los analistas piensan que podría haber miles de millones de barriles más en las áreas circundantes, lo que hace de Brasil el segundo país, sólo después de Venezuela, en el orden jerárquico del petróleo de América Latina.


Aun cuando será caro y complicado extraer el petróleo, Petrobras ha dicho que espera estar produciendo hasta 100 mil barriles diarios en Tupi para el 2010, y espera producir hasta un millón al día en cerca de una década.


Los nuevos campos petroleros han desencadenado un auge en las inversiones en Río de Janeiro, y se espera que fluyan inversiones por aproximadamente 107 mil millones de reales al estado para el 2010, según el gobierno de Río. Tan sólo Petrobras espera invertir 40.5 mil millones de dólares para el 2012.


Algunos economistas dicen que la desaceleración en el resto de la economía mundial, en especial en Asia, que está absorbiendo gran parte de las exportaciones de frijol de soya y mineral de hierro de Brasil, podría tener un efecto obstructivo aquí. “Pero esa probabilidad es reducida”, dijo Alfredo Coutino, principal economista para América Latina de Moody's Economy.com.


De hecho, debido a que la economía de Brasil se ha diversificado tanto en los últimos años, el país es menos susceptible a las fallas de la economía estadounidenses en problemas, a diferencia de muchos otros en América Latina.


Las exportaciones brasileñas a Estados Unidos representan sólo 2.5 por ciento del producto nacional bruto, en comparación con 25 por ciento del PNB de las exportaciones mexicanas, según Moody's.


“Lo que hace que Brasil tenga mayor capacidad de recuperación es que el resto del mundo importa menos”, dijo Don Hanna, el jefe de economías de mercado emergentes de Citibank.


No obstante, sin duda que ha ayudado el resto del mundo. Los precios mundiales de los minerales y otras materias primas en aumento vertiginoso han creado una clase nueva de superricos. La cantidad de brasileños con fortunas disponibles que exceden el millón de dólares aumentó en 19 por ciento el año pasado, tercera después de China e India, según una investigación de Merrill Lynch y CapGemini.


Al mismo tiempo, da Silva ha profundizado muchos de los programas sociales iniciados hace 10 años por el entonces presidente Fernando Henrique Cardoso, quien introdujo muchas de las reformas estructurales que establecieron las bases del crecimiento estable de Brasil hoy en día.


Por ejemplo, en el caso de Sousa, ella debe gran parte de sus logros en su negocio de ropa interior a los préstamos que recibió del Banco del Noreste en esta ciudad, un banco financiado por el gobierno que ha otorgado micropréstamos a 330 mil personas para la operación de sus negocios en esta región de crecimiento rápido.


Por medio de otros programas, como la Bolsa Familiar, se otorgan subsidios reducidos a millones de brasileños pobres para comprar alimentos y cubrir otras necesidades básicas. Muchas familias han superado la brecha hacia la clase media usando la Bolsa Familiar para satisfacer necesidades básicas y después solicitar préstamos reducidos para comenzar sus propios negocios y escapar de la economía informal.


Eso fue lo que hicieron María Auxiliadora Sampaio y su esposo aquí en Fortaleza, una ciudad costera de 2.4 millones de habitantes. Recibían pagos de la Bolsa Familiar de cerca de 30 dólares mensuales, los que usaron para sostener a sus tres hijos. Luego, hace dos años, Sampaio utilizó un micropréstamo de unos 190 dólares para comprar barniz de uñas y empezar un negocio de manicura que opera fuera de su casa.


Hoy, gana cerca de 70 dólares al día haciendo la manicura. Los frutos de su nueva empresa han permitido que la pareja arregle la casa, compre una televisión y un teléfono celular. Este mes, su esposo, quien trabaja en una fábrica de cachaca, pudo hacer realidad un sueño: comprar un juego de tambores.


El planea usarlo para integrar una banda que toque forro, una música tradicional del noreste.


“Siento que formamos parte de este grupo de personas que están subiendo en el mundo”, dijo Sampaio de 28 años. “Cuando no se tiene nada, cuando no se tiene una profesión, no se tienen los medios para vivir, no se es nadie, se es un mosquito. Yo no era nada. Hoy, estoy en el cielo”.

 

 

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