En una redada en el río, un vistazo a la elite criminal de Rusia


Michael Schwirtz / Moscu


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Es poco claro por qué se reunieron. Una declaración policiaca dijo que fue para discutir “la intensificación de los problemas del mundo criminal”. Algunas personas informadas hablaron de un conflicto entre los capos de la delincuencia moscovita y de una inminente guerra del bajo mundo que recuerde las cruentas batallas de hace una década.


Cualquiera que sea la razón, cuando los líderes de la élite criminal de Rusia se reunieron en un yate en el Río Moscú recientemente, la policía actuó rápidamente para poner fin al encuentro.


Con máscaras negras y las armas desenfundadas, comandos saltaron de un helicóptero sobre el techo del yate, dando inicio a un frenesí de medios cuando detuvieron brevemente a 37 hombres conocidos aquí como Vory v Zakone o “ladrones la ley”.


Una casta estilo Mafia forjada en el gulag soviético, el Vory v Zakone conserva un sitio sagrado en la tradicional criminal de Rusia.


Aunque la influencia del Vory parece haber menguado, los rusos han tenido desde hace tiempo afinidad con el grupo, quizá porque ha llegado a simbolizar la oposición a las prácticas políticas y legales a menudo arbitrarias del país, dicen académicos y otros expertos.


Después de que la Unión Soviética colapsó, el Vory v Zakone “alcanzó el platino”, dijo Andrei D. Konstantinov, un periodista y novelista que ha escrito sobre subculturas criminales. “Todos empezaron a cantar sobre este tena, a hablar al respecto, a hacer series de televisión, escribir libros”, dijo. “Se puso de moda”.


En los últimos 15 años, el Vory se ha extendido por el mundo, desde Moscú hasta Madrid, Berlín y Brooklyn. Están involucrados en todo, desde robos insignificantes hasta planes multimillonarios de lavado de dinero, mientras también actúan como juristas no oficiales entre facciones criminales rusas en conflicto.


Nacido en los campamentos de prisioneros de Stalin, el Vory creció para convertirse en una red de capos criminales que mantenían el orden en los gulags y regía en las brechas oscuras de la vida soviética más allá del alcance de la KGB. Aunque el Partido Comunista mantuvo un firme control sobre el gobierno y la sociedad, el Vory tuvo una especie de monopolio del crimen.


Con sus propios códigos de ética, jerarquía e incluso lenguaje, formaron una sociedad en oposición a la rígida conformidad soviética, sobreviviendo gracias a los robos y a los tratos en el mercado negro cuando no estaban en prisión.


Cuando la Unión Soviética cayó, el Vory surgió de las periferias del país roto para explotar el caos legal. Según todos los relatos, infiltraron los estratos superiores de los círculos político y económico, mientras se hacían del mando de una mafia floreciente que se extendía cruentamente a los países post-soviéticos.


Los medios noticiosos rusos cubrieron la redada en el yate el mes pasado con aparente complacencia. Los principales canales mostraron escenas de comandos, escoltando a gangstérs esposados en filas de uno en fondo a autobuses que los esperaban.


La mayoría fueron liberados posteriormente por falta de evidencia que los conectara con un delito. Las autoridades no explicaron por qué realizaron la redada si no tenían base para presentar cargos contra los detenidos.


Algunos especularon que un importante jefe de la delincuencia, Tariel Oniani, había organizado la reunión para discutir un conflicto con un líder rival, Aslan Usoyan, conocido como Abuelo Hassan. La disputa, dijeron informes, amenazó con hacer estallar una guerra a toda escala.


“Habrá guerra y habrá sangre”, dijo el operador de vorvzakone.ru, un portal de Internet que monitorea las actividades del Vory. Solicitó el anonimato debido a la naturaleza sensible de su trabajo. Dijo que Oniani estuvo en la reunión y fue detenido, pero no así Usoyan.


En una entrevista con el periódico Vremya Novostei, el “Abuelo Hassan” negó los rumores de inminente violencia.


“Somos personas pacíficas y no nos molesta nadie”, dijo. “Estamos en favor de la paz, para evitar la anarquía”.


De hecho, el Vory ha sido vinculado a numerosos asesinatos brutales en el periodo post-soviético. Las autoridades los han acusado de ordenar asesinatos por contrato y llevar a cabo secuestros e innumerables crímenes financieros.


Ser admitido como miembro de la sociedad del Vory involucra una vida dedicada al crimen, y, tradicionalmente, el cumplimiento de un estricto código ético, dijo Aleksandr I. Gurov, experto en el Vory que encabezó las unidades contra el crimen organizado del Ministerio del Interior soviético y la KGB. Ahora es presidente de la comisión sobre ética del Parlamento ruso.


Comparado con la Mafia en Italia, dijo Gurov, el Vory “tiene menos reglas, pero reglas más severas”.


El Vory no debe tener nexos con el gobierno, dijo, lo que quiere decir que no pueden prestar servicio en el ejército o cooperar con funcionarios mientras están en prisión. Deben haber cumplido sentencias de cárcel antes de poder calificar. No deberían estar casados.


El origen étnico rara vez ha determinado si alguien puede unirse al club. Hoy en día, dijo Gurov, la mayor parte del Vory, incluso los que están activos dentro de Rusia, provienen de otros países post-soviéticos y no son rusos étnicos. Luego están los tatuajes. Al igual que el ícono ortodoxo ruso muestra la piadosa obra de los santos, los elaborados tatuajes que el Vory usa detallan sus hazañas criminales. También indican rango y ocupación.


En la Rusia moderna, el Vory tiene cierto atractivo, en parte debido a su asociación con la vida en prisión.


“Muchas personas han pasado por prisión, aun cuando no tengan una conexión especial con el mundo criminal”, dijo Konstantinov, el periodista. “Este es un tema que ha sido muy relevante para muchas familias”.


Esta intimidad con el encarcelamiento ha engendrado una cultura popular particular de Rusia, en la cual el Vory y otros elementos criminales han tomado el escenario central. Recientemente fueron a Hollywood, vívidamente descritos en la cinta Eastern Promises, que ganó el máximo galardón del Festival Cinematográfico Internacional de Toronto el año pasado. Konstantinov dijo que la película era la descripción más precisa que haya visto.


Sin embargo, pese a la celebridad, el Vory ya no parece ejercer el poder que alguna vez ejerció.


Según criminólogos, a fines de los años 80 y en los 90, conforme el capitalismo se filtró, nuevos actores criminales entraron en el terreno. Gurov dijo que a diferencia de la mayoría del Vory, los máximos líderes de los recién llegados tenían educación universitaria y estos nuevos gángsters aprovecharon el vacío legal dejado por el colapso de la Unión Soviética para apoderarse de lucrativos fragmentos del imperio hecho pedazos.


Al principio esta nueva clase criminal trabajó en colaboración con el Vory, que ayudó a arbitrar las guerras de pandillas que ensangrentaron las calles de las principales ciudades de Rusia durante los años 90. En la última década, el Vory ha sufrido la declinación de su influencia, dicen generalmente los analistas, conforme los competidores con lazos más fuertes con las grandes empresas y el gobierno los desplazaban de sus nichos tradicionales.


“El Vory sigue siendo fuerte en las apuestas y las operaciones minoristas, pero su importancia en la economía y la sociedad rusas en más bien baja”, dijo Vadim Volkov, profesor de la Universidad Europea en San Petersburgo, que ha investigado a sociedades criminales en Rusia y la ex Unión Soviética.


Estimaciones de sus cifras en Rusia varían. Rashid G. Nurgaliev, el ministro ruso del Interior, dijo recientemente que menos de 100 permanecen activos en territorio ruso hoy en día, aunque otros disputan esa cifra.


“Esto es simplemente divertido y no corresponde a la realidad”, dijo Oleg B. Utitsin, editor de la sección de delincuencia del semanario Argumenty Nedely. “Nadie sabe cuántos hay, ni siquiera el Vory”.

 

 

 

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