Wynn sigue apostando en grande a Las Vegas


Julie Creswell / Las Vegas


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A Steve Wynn se le atribuye cambiar el paisaje de la franja de Las Vegas y aportar una semejanza de clase con Sin City. Posteriormente este año, Wynn, de 66 años, abrirá su más reciente proyecto: el centro turístico y casino Encore de 2 mil 300 millones de dólares, un país de fantasía que incluye 2 mil 34 suites de lujo, un casino recubierto de vidrio desde el que se ven varias piscinas, y mesas de baccarat en el penthouse para los grandes apostadores.


El Encore es una apuesta enorme de parte de un hombre que ha hecho una carrera lucrativa e independiente con esas decisiones, y tiene lugar justo cuando un malestar económico que ha estado recorriendo a Estados Unidos está empezando a golpear a la industria de las apuestas.


Como otros negocios que dependen de los consumidores y el consumo para ganar dinero, la industria de las apuestas parece particularmente vulnerable.


Aunque los turistas siguen llenando las calles aquí y pueden encontrarse incluso en una cálida tarde de verano jalando la palanca de una máquina tragamonedas, los que asisten a convenciones están pasando mucho menos tiempo en la ciudad y los vacacionistas están gastando menos en restaurantes, clubes nocturnos y apuestas que el año pasado.


“La recesión que hemos visto en Estados Unidos está afectando a Las Vegas más esta vez que en cualquier ciclo anterior”, dice Dennis I. Forst, analista de apuestas en KeyBanc Capital Markets.


Los nerviosos inversionistas ya han hecho caer las acciones de los casinos. Aunque las acciones de la compañía de Wynn, Wynn Resorts, han caído 45 por ciento, se están desempeñando mucho mejor que las de sus rivales. Y pese a los tiempos sombríos que enfrenta Las Vegas, Wynn tiene una actitud despreocupada cuando se le pregunta sobre la economía.


Wynn, uno de los personajes más magnéticos y polarizadores en la industria de las apuestas, siempre se ha lanzado a sus aventuras con pasión y propósito. E incluso cuando embellece sus pensamientos con una bravuconería estilo Hollywood, es un competidor astuto y singular que, después de ganar cientos de millones de dólares aquí, lanzó los dados de nuevo. Posee acciones valuadas en alrededor de 2 mil 300 millones de dólares.


A un costo de 2 mil 700 millones de dólares, el Wynn, que abrió en 2005, es de una grandiosidad opulenta. Tiene 2 mil 716 habitaciones, 18 restaurantes, una cascada de 13 metros que cae de una enorme montaña artificial, y un corredor de compras que incluye marcas de lujo como Chanel, Dior y Louis Vuitton así como una concesionaria Ferrari y una Maserati. (La compañía dice que el sitio vende 70 Maseratis cada año.)


Por su parte, Wynn quizá sea optimista sobre los desafíos que enfrenta Las Vegas y la depresión económica que se asoma sobre la ciudad porque ha enfrentado a pesimistas y retos financieros antes.


Cuando abrió el Mirage en 1989, la economía del país estaba en problemas y críticos predijeron que él perdería mucho dinero. En vez de ello, el Mirage, con tigres blancos, un tanque de tiburones y un volcán en erupción, se convirtió en un atractivo turístico y un éxito financiero instantáneo.


Sin embargo, las cifras quizá estén en problemas. Wynn Resorts reportó recientemetne un pronunciado descenso en los ingresos netos de casinos en Las Vegas, mientras que los ingresos por habitación disponible, una medida mucho más observada, se deslizaron 3 por ciento. Esos resultados fueron compensados por enormes ganancias de ingresos de casinos en Macao, donde Wynn espera abrir su segundo hotel casino, Encore at Wynn Macau, a principios de 2010.


“Seguro, desearía que fuera una época de auge. A uno le gusta abrir cuando todos están optimistas”, dice Wynn, hablando de la inauguración del Encore de Las Vegas posteriormente este año. Pero, añade, sus propiedades están destinadas a durar décadas. “¿A quién le importa si la apertura es lenta?”


Wynn llegó primero a Las Vegas en su niñez con su padre, Mike Wynn, un operador de salones de bingo de la Costa Este y apostador compulsivo. Después de que su padre murió, Wynn y su reciente esposa, Elaine Pascal, una ex Señorita Miami Beach, se hicieron cargo del negocio de bingo. Steve cantaba los números; Elaine contaba el dinero.


Los Wynn eventualmente se abrieron camino hasta Las Vegas, donde, en 1967, Wynn compró una participación del 3 por ciento en el casino Frontier. Tres meses después, varios socios fueron acusados de ser testaferros de un grupo de mafiosos de Detroit. Wynn fue absuelto de cualquier conexión con la mafia en la investigación, que resultó en algunas sentencias de socios y condujo a la venta del Frontier a Howard Hughes.


Con ayuda de su mentor, E. Parry Thomas, Wynn tuvo una segunda oportunidad. Thomas, que encabezaba el único banco dispuesto a prestar dinero a casinos en ese entonces, respaldó a Wynn en algunos primeros acuerdos de terrenos y lo colocó en una empresa de distribución de licores.


Posteriormente, de nuevo con el consejo de Thomas, Wynn empezó a acumular acciones en la compañía públicamente cotizada Golden Nugget, dueña de lo que era entonces un casino venido a menos en el centro de Las Vegas. Con el tiempo, protagonizó una adquisición forzada de la compañía, eventualmente renovando y ampliando el casino. Su floreciente perfil lo sometió a repetidas y rutinarias investigaciones reguladoras en busca de posibles vínculos con el crimen organizado, todas las cuales, se apresura a señalar Wynn; encontraron que estaba limpio.


Posteriormente construyó un Golden Nugget en Atlantic City, antes de venderlo y centrar su atención en Las Vegas para construir el Mirage. La popularidad del Mirage encendió un nuevo auge aquí, y Wynn le dio seguimiento con el Treasure Island.


Su pieza de resistencia fue el Bellagio, un centro de estilo italiano de 1,600 millones de dólares que abrió en 1998. Incluía minoristas de lujo, restaurantes elegantes y una galería de arte coleccionado por Wynn. Se convirtió en el eje de Mirage Resorts, una compañía cotizada públicamente con Wynn al timón.


Pero para principios de 2000, las acciones del Mirage se estaban deteriorando. Los inversionistas estaban alarmados por los crecientes costos, un desarrollo costoso en la Costa del Golfo y el comportamiento en ocasiones extraño de Wynn, que incluyó dar serenatas a analistas de Wall Street con melodías de espectáculo.


MGM Grand hizo una apuesta por el Mirage —si fue un acercamiento hostil o amistoso ha sido un punto de discusión entre las dos partes— eventualmente acordando comprar la compañía por 4mil 400 millones de dólares y asumir unos 2 mil millones de dólares de deuda del Mirage.


Wynn tenía 58 años en ese entonces, y salió del trato con unos 500 millones de dólares. Pudo haberse retirado y vivido cómodamente de sus rendimientos, pero siempre emprendedor, empezó a protagonizar su regreso.


Incluso antes de que se cerrara la venta Mirage-MGM, Wynn había acordado comprar el antiguo Desert Inn, una deteriorada propiedad en la franja, por 270 millones de dólares. Gastó 70 millones de dólares adicionales en derribar casas cercanas para poder crear un campo de golf. Luego obtuvo una licencia de casino en Macao.


Cuando Wynn Resorts se empezó a cotizar públicamente en 2002, dice Wynn, tenía unos 250 millones de dólares invertidos en la compañía. Desde entonces, ha recibido unos 300 millones de dólares en distribuciones de su participación del 24 por ciento, que actualmente tiene un valor de alrededor de 2 mil 300 millones de dólares.


Recibiendo algunos golpes no tan sutiles de sus competidores, defiende sus proyectos actuales como pertenecientes a su zona de comodidad. “No exageramos. No estamos construyendo 12 hoteles a la vez”, declara, con la voz de nuevo elevándose. “Pienso que hemos dado una mordida a algo que podemos masticar. Cómo resulte, sólo el tiempo lo dirá”.

 

 

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