Margarita recuerda a su amiga Paty Rossano


—Crónica—


Aires de luto en el III Informe del Sistema DIF Estatal. La tristeza fue la que reinó en el Centro de Convenciones. Con la voz cortada García de Marín recordó a su amiga


Selene Ríos Andraca / Efraín Núñez Calderón

 

El riguroso luto de su vestimenta lo gritaba. La inevitable referencia lo reveló. Atrás quedó el informe emotivo, característica de los actos políticos en que las esposas de los gobernantes suelen ser las protagonistas. En esta ocasión, la tristeza fue la que reinó en el Centro de Convenciones.


Con la voz cortada Margarita García de Marín recordó a su amiga Patricia Rossano de Montero.


En la primera fila, vestido con un traje oscuro impecable, Mario Montero resintió las palabras de Margarita García: “Paty, tu vocación será un ejemplo para todos los que estamos en las tareas del trabajo voluntario”.


Los ojos de Mario Montero se humedecieron aún más que los de la propia Margarita García, cuando soltó: “Tú que te encargaste de llevarle esperanza a otros y que hoy…ya no estás con nosotros”.


Las palabras de Margarita García retumbaron dentro de ella. Tuvo que guardar silencio y respirar hondo para continuar. Sus lágrimas comenzaron a recorrer su rostro, al tiempo que la clase política se ponía de pie para honrar la memoria de la esposa de Montero Serrano.


Apenas y esbozó tres tímidas sonrisas durante su tercer informe de las actividades del Sistema DIF estatal, éstas aparecieron cuando el público inerte aplaudió los apoyos a los ancianos, niños y discapacitados.


Esta vez, la señora de Marín no tuvo tiempo de mostrar los nervios que tanto la achacaron en los informes pasados. Su voz no tembló, ni siquiera trabó las palabras por la abrumadora muchedumbre que la rodeaba. No, esta vez la amargura del accidente aéreo fue su peor enemigo.


El dolor lo demostró en su rostro, en su vestido, en sus accesorios, en su actitud y por supuesto, en sus palabras.


Ni siquiera el día del entierro de Patricia Rossano se le vio un vestido tan agobiante como el de ayer. Eligió un traje de falda y blusón negro cenizo, con un par de pendientes oscuros con plata y tacones del número cuatro.


Su vestimenta no coordinó en lo absoluto con lo lucido en años anteriores; el traje verde agua y el channel de palo de rosa portado el informe pasado. 


Pero al igual que Margarita García, el ambiente en el Centro de Convenciones sabía a ese luto irremediable.

 

***

Enrique Doger y Javier López Zavala se encontraron en primera fila. Ambos políticos bromeaban, sonreían, parecían compartir anécdotas. La escena, por meses impensable, se desarrollaba ante la mirada atónita y expresión seria de Blanca Alcalá y Mario Montero Serrano, quienes los observaban de reojo.


Alcalá Ruiz cruzó algunos comentarios con Enrique Doger, mientras Margarita García de Marín hacía un recuento de su trabajo en el DIF estatal. El semblante del gobernador era más reservado aún.


A diferencia de su esposa, el mandatario a penas se inmutó cuando la presidenta del Sistema Estatal DIF le agradeció por su apoyo incondicional, por “su ejemplo de fortaleza y vocación de servicio”.

 

***

 

El resto de los secretarios se sentó en la segunda fila. Incluso el gabinete ampliado se ubicó en esta zona. Todos, menos Ricardo Velázquez Cruz. El creador de la frase “los abogados no saben de vacas, ni los campesinos de leyes”, departía con su solemnidad y su sabiduría jurídica en los asientos del flanco izquierdo del recinto.


Pero estaba solo, alejado de sus compañeros portando su chaqueta café a cuadros y su camisa blanca sin corbata. Viendo como los funcionarios de segundo nivel que llegaron tarde a este acto, transitaban por los pasillos sin saludarlo, sin darse cuenta quién era.


Luego de un rato, el defensor del gobernador ante la Suprema Corte de Justicia, el “loquito Velázquez”, como lo llaman algunos de sus detractores, abandonó el recinto sin dejar huella alguna de su presencia.

 

***

 

Javier García Ramírez flanqueaba a la prensa. Se detuvo a contestar un par de preguntas cómodas y prosiguió su camino cuando alertó que se le preguntaría sobre las irregularidades de los hospitales General del Norte y General de Tepeaca.


Entonces dio por terminada la entrevista, caminó de prisa y con la mirada perdida. Su ansiedad le hacía expresar una sonrisa nerviosa a quienes lo saludaban. Intercambia palabras con cualquiera que se le acercaba.


Cambio lo siguió con insistencia por todo el recinto. De su parte sólo excusas: “ahora no, dame unos minutos”.

 

Ante la insistencia decidió guardar silencio. Caminó más rápido. Tampoco atendió a otros reporteros. Una vez más encontró refugio en la puerta trasera, en el estacionamiento, en el seno de su escolta.

 


 
 
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