SNAP protege a Lucio, víctima de cura pederasta


SNAP le ha ofrecido apoyo psicológico y jurídico para enfrentar a su verdugo


Hace año y medio, el infante narró ante CAMBIO su pesadilla vivida en la Mixteca poblana. Ayer, la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales de Sacerdotes se entrevistó con la víctima de Nicolás Aguilar para analizar su caso y la viabilidad jurídica para actuar.


Selene Ríos Andraca

 

El joven Lucio, acosado sexualmente por el cura pederasta Nicolás Aguilar Rivera, por fin vio una luz en la tormenta que arrastra desde su niñez, pues representantes de la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales de Sacerdotes (SNAP, por sus siglas en inglés) le han ofrecido apoyo psicológico y jurídico para terminar con su verdugo y su presunto protector el cardenal Norberto Rivera Carrera.


Un año y medio después de romper el silencio, la voz de Lucio ha sido escuchada. Ayer, Eric Barragán y Joaquín Aguilar —víctima también de Nicolás Aguilar— acudieron a un pueblo de la Mixteca para entrevistarse con una víctima más del párroco poblano —acusado de abusar sexualmente de al menos 86 menores, tanto en México como en Estados Unidos—.


Lucio habló por primera vez de su experiencia con Nicolás Aguilar ante las grabadoras de Cambio el 25 de septiembre de 2006, aquel día aseguró que estaba dispuesto a denunciar al párroco que le invitó “a conocer el sexo” cuando tenía solamente 12 años.


Han pasado ya casi cinco años desde el día en que Nicolás Aguilar, arropado en aquel entonces por su amigo de la infancia, el padre Gilberto Nájera Nájera, aprovechó la soledad del confesionario para incitar al infante a tener relaciones sexuales con él.


La situación económica y social de Lucio —el nombre que él eligió para protegerse— le impidieron denunciar ante el Ministerio Público las intenciones de Nicolás Aguilar, pero ayer la situación dio un viraje, después de que la SNAP le ha ofrecido asesorías para analizar si es procedente sumar su testimonio en el cúmulo de denuncias contra Aguilar Rivera y el cardenal de México.


El adolescente ayer reiteró sus intenciones de proceder legalmente y decidió que en unos meses, cuando cumpla la mayoría de edad, apoyará al resto de las víctimas de Nicolás Aguilar para que se haga justicia.
Aunque su madre le ha impedido hablar del tema y en su momento le pidió que olvidara el acoso sufrido, Lucio recuerda sus encuentros con Nicolás y ayer los revivió ante los representantes de SNAP.

La víctima del cura Nicolás Aguilar Cambio Foto / Archivo

 

Lucio y SNAP


El hoy adolescente se encuentra en su hogar, cuando los representantes de SNAP llegan buscarle. No hubo necesidad de explicarle mucho para que accediera hablar con ellos.


La entrevista se lleva a cabo en la casa de un amigo de Lucio. Tarda aproximadamente una hora y concluye con un “Sí, yo quiero denunciarlo. Ya estuvo bueno de tantas víctimas del párroco”.


El físico de Lucio se ha modificado en los últimos meses. Ya no es el pequeño adolescente que en septiembre de 2006 rompió su silencio —escasos días después de que el escándalo se reviviera en Estados Unidos por la denuncia de Joaquín Aguilar—. Mide unos 10 centímetros más que aquel día, está más delgado y a punto de concluir la preparatoria.


“Por poco y ni me encuentran” dice Lucio cuando se sienta frente a sus hoy protectores, e instantes después les regala una sonrisa: “¿De qué se trata?”


Eric Barragán, representante en Latinoamérica de SNAP y Joaquín Aguilar, la primera víctima en levantar la voz en el país y también colaborador de la organización que le ha respaldado en su lucha jurídica contra Nicolás Aguilar y Norberto Rivera ante la Corte Superior de California, explican detalladamente las razones por las que están en el pueblo.


La entrevista transcurre entre agrios recuerdos de Eric Barragán y de Joaquín Aguilar. Lucio escucha y a veces sonríe.


Es el turno del ya hoy adolescente, para contar su historia. Se disculpa: “creo que he olvidado unos detalles”. Es normal, le responden los representantes de SNAP.


Lucio comienza a narrar la primera vez que vio a Nicolás Aguilar, de vez en cuando, voltea a ver a su amigo para que le ayude a seguir. Pero su amigo guarda silencio, asiente con la cabeza y lo invita a seguir.
Él prosigue muy lento, muy serio. Su plática lo arrastra a su último encuentro con Nicolás Aguilar, en una iglesia del estado de Morelos: “No recuerdo el nombre del pueblo, es que no soy tan curioso”.


La inevitable pregunta llega: “¿Qué te hizo Nicolás, Lucio?” suelta Eric Barragán.


“Me dijo que si yo tenía sexo con alguien, con algún hombre o mujer, yo le dije que no. Él me dijo que si yo no quería saber qué era eso y le dije que no”, contesta el joven.


El 26 de septiembre de 2006, Cambio publicó la experiencia de Lucio con Aguilar Rivera: así relató su tragedia.


Lucio, ¿cuál es tu experiencia con el padre Nicolás?— se le preguntó al pequeño.


—Lo empecé a conocer en Morelos, me llevaron los compadres de mi papá. Y era una fiesta, fuimos y ahí lo conocí. Después lo volví a ver acá, para eso iba a ser la fiesta de agosto, yo iba a hacer mi primera comunión.


—¿Qué edad tenías?
—12 años.


“Después, me fui a confesar y me confesó rápido, cuando vio que me iba me regresó, me dijo ‘ven’; entonces me empezó a platicar cuántos años y mi nombre, pero no le dije mi nombre. Ya no había nadie en la iglesia, creo que sólo dos señoras. Salió del confesionario, nos sentamos en las bancas y me tomó la mano, pero yo me lo quité y le dije que qué quería, él me dijo que sólo platicar.

 

Él me dijo que fuéramos a donde estaba el santito, pa’dentro, pero le dije que no, que ya me tenía que ir. Me iba como jalando, y en eso llegó otra señora y pues me fui. La otra vez que lo vi fue en la casa de los compadres de mi papá, no había nadie, yo estaba solo en un cuarto y él entró, me dijo que quería platicar y yo le dije que me iba, pero me jaló y me pegó en mi espalda…”


—¿Te pegó?
—Sí en la espalda, yo le dije que no me tenía que pegar, porque era padre y le dije que lo acusaría con mi mamá, pero me dijo que no le dijera nada. Yo me salí del cuarto, porque llegaron las hijas del compadre de mi papá. Yo le dije a mi papá y comenzó a discutir con el padre, pero el padre les dijo que no era cierto. Ya después lo volví a ver en el grito.


—¿Durante la confesión, qué te preguntó?
—Me preguntó mi nombre, de dónde era yo y dónde vivía. También si tenía hermanas o no. Y me preguntó por un Roberto y me pidió que le ayudara a buscarlo.
—¿Te preguntó algo sobre el sexo o algo así?
—Me dijo que si yo tenía sexo con alguien, con algún hombre o mujer, yo le dije que no. Él me dijo que si yo no quería saber qué era eso, y lo dije que no.
—¿Te preguntó sobre si te habían echo sexo oral?
—Sí, eso me preguntó.
—¿No le preguntaste por qué te estaba diciendo eso?
—No, porque él es padre, allá él y su conciencia.
—¿Te tocó alguna vez?
—No.
—¿Qué otras preguntas de sexo te hizo?
—Me dijo que si no lo había hecho con mis hermanas.
—¿Te preguntó si te masturbabas?
—No.
—¿Te duele, te lastima, te da miedo estar con padres?
—Sí, una vez con el padre Gilberto fuimos a comer, y me alejé, me daba miedo.
—¿Le contaste a tus papás?
—Sí, me dijeron que hablarían con él. Creo que sí le reclamaron, hasta el padre de acá se enojó.
—¿Nicolás lo negó?
—Sí, dijo que ni siquiera me conocía.
—¿Cómo te afectó en tu vida?
—Cada que lo veía me echaba a correr, siempre tengo ese recuerdo.
—¿Quisieras denunciarlo?
—Pus sí. Pero mi mamá ya no quiere que hable de eso. Me dijo que me alejara de él y que olvidara eso.
—¿Lo has podido olvidar?
—No.
—¿Tienes pesadillas?
—Sí, soñé que el padre era un demonio que me andaba siguiendo, yo iba corriendo y me caía en el pozo y el padre cayó también. Mi mamá me llevó con un curandero y le dijeron que estaba yo espantado.

 

 

Los representantes de SNAP han comenzado a recorrer el estado de Puebla para encontrarse con las víctimas de Nicolás Aguilar que han guardado su historia todos estos años por temor, vergüenza o miedo.

El objetivo es sumar denuncias al cúmulo que ya pesan sobre Nicolás Aguilar para que la Corte de California u otras instancias internacionales les brinden justicia a las víctimas que no han encontrado respaldo en su país.

Para contactar a Barragán o Aguilar es suficiente con entrar a su website www.snapmexico.org

 


 
 
Todos los Columnistas