Con una palabra, los egipcios lo dejan todo al destino


Michael Slackman / El Cairo, Egipto


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Los McDonald's aquí tienen arcos dorados, los mismos arcos dorados que en cualquier otra parte del mundo. La comida se prepara igual en línea de ensamblaje también. Pero hay un elemento invisible o para ser más precisos, divino al llevar esa hamburguesa al plato para el que, los no iniciados, quizá no estén preparados.


Inshallah, o “si Dios quiere”, dijo el dependiente mientras se alejaba para encargarse de una hamburguesa sin cebolla en el McDonald's sobre la carretera del Desierto de Alejandría, a 50 kilómetros del centro de El Cairo.


Los egipcios siempre han sido religiosos, desde tiempos de los faraones hasta la actualidad. Cualquier guía para recorrer Egipto alerta a los turistas del frecuente uso que hacen los egipcios de inshallah al discutir acontecimientos futuros, una señal de su profunda fe y creencia en que todos los hechos ocurren, o no ocurren, a voluntad de Dios. “Te veo mañana”, casi siempre es seguido por una sonrisa e inshallah.


Pero inshallah ahora se vincula a la respuesta de cualquier pregunta, pasada, presente y futura. Cómo te llamas, por ejemplo, podría ser respondido con un “Muhammad, inshallah”.


“Les dijo: '¿Ya eres Muhammad o vas a ser Muhammad?”', dijo Attiat el-Abnoudy, un documentalista en El Cairo.


Inshallah se ha convertido en el equivalente lingüístico de la pañoleta en las mujeres y el chichón de oración, el sitio donde los fieles presionan su frente en el piso durante las oraciones, en los hombres. Se ha convertido en una muestra pública de piedad y moda, un símbolo de fe y los tiempos. Inshallah se ha convertido en un reflejo, una especie de tic lingüístico que se ha vinculado a casi todo momento, toda pregunta, como la palabra like en inglés. Pero es una referencia poderosa, intencionalmente o no.


Los comentaristas políticos y sociales aquí dicen que su uso frecuente refleja o aviva, o ambos, el creciente grado al cual la gente ha incorporado accesorios religiosos a la rutina de la vida diaria. ¿El taxi me llevará a mi destino? ¿Mi emparedado saldrá sin cebolla? ¿Cómo me llamo siempre es, “si Dios quiere”?.


“Ahora inshallah es usado en una forma mucho más amplia que hace 20 años”, dijo el dramaturgo egipcio Aly Salem. “Siempre acostumbrábamos decir inshallah en relación con planes que realizaríamos en el futuro. Ahora es parte de la apariencia de piedad”.


El punto inicial para inshallah es la fe, pero al igual que la creciente popularidad de la pañoleta y el chichón de oración, su nuevo estatus refleja la creciente oleada de religión en toda la región. La práctica, si no necesariamente la piedad, está en ascenso, conforme el islamismo, para muchos, se convierte en la piedra angular de su identidad. Eso ha colocado a los símbolos del Islam en el centro de la cultura y la rutina.


“En las últimas tres décadas, el papel de la religión se ha ampliado en todo en nuestras vidas”, dijo Ghada Shahbendar, activista política que estudió lingüística en la Universidad Americana en El Cairo.


La deferencia a los divino se ha convertido en un reflejo comunitario, un hábito compulsivo, como los bocinazos incesantes de los taxistas egipcios, un cuando no haya otros autos en la calle.


Samer Fathi, de 40 años, tiene un pequeño quiosco que vende botanas, cigarrillos y tarjetas telefónicas en el centro. Se le pidió una tarjeta telefónica de 100 unidades y respondió casi automáticamente “inshallah”, mientras revisaba el montón para encontrar una.


En el número 19 de la calle Ismael, se abrió la puerta del elevador.


—“¿Baja?”


—“Inshallah”, respondió un pasajero.


Conforme se ha vuelto rutina, inshallah también se ha convertido en una especie de conveniencia, un truco útil, un poco de amago teológico para evitar el compromiso. No es necesario decir no. Si no sucede, bueno, Dios no quería que sucediera. Nazly Shahbendar, hija de Ghada, dijo por ejemplo que si ella fuera invitada a una fiesta a la que no quisiera asistir, nunca diría no.


“Diría inshallah”, dijo Shahbendar, que tiene 24 años de edad y para nada es la imagen de la nueva religiosidad. No lleva velo ni es tímida al hablar con los hombres; fuma en frente de su madre.


También señala que inshallah no es el único término religioso que ha infiltrado el léxico de rutina. Nazly, como muchas personas aquí, se ha acostumbrado a usar el Shahada, la declaración musulmana de fe, como un saludo de rutina. Por ello en vez de “¿Cómo estás? Bien, ¿y tú?”, ella dirá a un amigo: “No hay Dios sino Dios”, a lo cual el amigo completará la declaración. “Y Mahoma es su profeta”.


La gente ahora responde el teléfono de esa forma, también, saltándose el hola. Sería algo así como si los cristianos se saludaran con “Cristo resucitó!” seguido por “Cristo volverá”. No sólo los domingos, sino todos los días.


“Somos un pueblo muy religioso, los egipcios”, dijo Mostafa Said, de 25 años, mientras decía a su amigo que esperaba, inshallah, que arreglaran el indicador de dar vuelta de su auto para la siguiente semana. “Creemos que Dios es responsable de lo que sucede, incluso con el auto.”


Pero no es sólo la fe en lo celestial lo que hace que la gente esté invocando a Dios. También es, al menos para algunos, una falta de fe en los gobernantes terrenales que dirigen el lugar. La gente aquí está cansada de los precios crecientes y la erosión de los salarios, del tráfico, de la corrupción, de la sensación de que cada hombre ve para sí mismo.


“En este lugar, cuando algo funciona, o uno quiere que algo funcione, se agradece a Dios, porque seguramente no es el gobierno en que va a ayudarte”, dijo Sherif Issa, de 48 años, un taxista de El Cairo con un bigote manchado de nicotina y un vientre de buen tamaño. “Es porque todo va en la dirección equivocada; ¿a quién podemos recurrir si no es a Dios?”.
Que Issa sea cristiano es evidencia de que el uso de inshallah no es un fenómeno exclusivo de los musulmanes de Egipto.


“No importa si uno es cristiano o musulmán”, dijo. “Voy a llevarlo a su casa, llegar ahí en una cantidad de tiempo decente es ya un milagro. Por supuesto digo inshallah!”

 

 


 
 
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