Complicidad lucrativa


Junto con el presidente Felipe Calderón y el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, Juan Camilo Mouriño formaba la tríada del poder. Así lo describe la periodista Anabel Hernández en su nuevo libro Los cómplices del presidente, que en días próximos pondrá en circulación Grijalbo. En entrevista con este semanario, Hernández sostiene que aun cuando Calderón le toleraba todo, en Los Pinos y en el PAN Mouriño era criticado por su voracidad empresarial.


Jorge Carrasco Araizaga / Apro

 

Una larga historia de irregularidades, abusos y complicidades es el legado público de Juan Camilo Mouriño Terrazo. Los negocios que el secretario de Gobernación hizo al amparo del poder, sobre todo en los dos años en que formó parte del gobierno de su amigo Felipe Calderón, es apenas lo más visible de su vida como funcionario.


Detrás hubo un político que lo mismo se valió del espionaje y el sabotaje, del uso faccioso de los recursos públicos y de la manipulación electoral. Mouriño fue consejero que terminó por secuestrar al presidente de la República y generar discordias en el círculo cercano de Calderón, incluido el PAN, según la periodista Anabel Hernández.


“Muchos de los que hoy lo lloran, hasta hace muy poco se quejaban de su voracidad”, asegura la autora de Los cómplices del presidente, un libro de próxima aparición en el que los protagonistas son Calderón, Mouriño y el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna.


Fue una triada que actuó desde la campaña presidencial de 2006, que hizo cuanto pudo para sabotear a Andrés Manuel López Obrador y que hasta la muerte de Mouriño –el martes 4– estuvo amalgamada por la complicidad, dice en entrevista realizada el jueves 6, horas después de que Calderón reivindicara a su fallecido secretario de Gobernación como “un hombre franco y honesto”, que “fue objeto de críticas y víctima de calumnias”.


Iniciado el año pasado como una investigación en torno a García Luna, el libro amplió sus alcances a principios de 2008, cuando López Obrador desató el escándalo de los contratos de las empresas de Mouriño con Pemex, luego de las revelaciones de la revista Contralínea sobre ese asunto.


“Este libro lo terminé de escribir el 28 de septiembre pasado, cuando (Mouriño) era secretario de Gobernación, con todo el poder y la fuerza que ello implica. No es una publicación que sale por oportunismo o mala fe. Lo hice cuando él estaba en pleno goce del poder”, aclara Anabel Hernández, quien en 2002 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo por revelar el llamado Toallagate, el primer escándalo de corrupción en el sexenio de Vicente Fox.


Apoyada, entre otros documentos, en información obtenida a través de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, sostiene que las empresas de la familia del extinto secretario tienen cerca de 170 contratos con varias dependencias del gobierno, un número que duplica lo conocido hasta ahora.


“El 70% fueron firmados en estos dos años del gobierno de Felipe Calderón. Con Pemex, el IMSS, el ISSSTE, Diconsa. Los más jugosos, desde luego, son los de Petróleos Mexicanos. Tengo las actas constitutivas que las empresas presentaron para obtener esos contratos.


“En esas empresas, Juan Camilo aparece como socio activo o tesorero. Está en los contratos firmados. El conflicto de interés sigue vigente hasta el día de hoy. La pregunta es quién lo solapó y a cambio de qué”, señala la periodista que escribe para la publicación electrónica Reporte Índigo.

 

Hank, el padrino

 

Conocidos los negocios iniciados a fines de los ochenta por el español Manuel Carlos Mouriño Atanes, padre de Juan Camilo, la también autora de Fin de fiesta en Los Pinos –libro publicado en 2006 en el que dio a conocer la corrupción de la familia presidencial en el sexenio de Vicente Fox– asegura que quien apadrinó a la familia Mouriño fue Carlos Hank González, el prototipo en México del político convertido en empresario bajo el cobijo del poder:


“La introducción de los Mouriño a los negocios de transporte de gasolina se dio de la mano de Hank González. En ese entonces, los contratos de transportación de hidrocarburos era un monopolio que tenía Hank. Sólo se podía entrar con el permiso del profesor. Esa fue la cuna en que nació.”


De acuerdo con una investigación realizada por Proceso (1638), cuando se hicieron públicos los contratos del secretario de Gobernación con Pemex, tan sólo en el negocio de las gasolineras la familia Mouriño contaba ya con 38 estaciones en el sureste del país, 20 más de las que tenía en el 2000, cuando Juan Camilo fue diputado del PAN y trabó la relación con Calderón, quien era el coordinador de la bancada de ese partido.


Así mismo, dicha familia es propietaria de Transportes Especializados Ivancar, del Grupo Energético del Sureste, Esges, Gasovales GES, Inmobiliaria GES, Grupo Marítimo Mouriño, Tesorera GES, Naviera Isla de Tris, Restaurantes Sub, Grupo Acuícola del Sureste y Urbanizadora la Marina, así de como franquicias de distintas cadenas de alimentos, entre otras compañías.


“Sus empresas fueron en paralelo a su carrera política. Entre más avanzaba, más contratos había. Se sabía impune”, sostiene Anabel Hernández.


La carrera política de Juan Camilo fue utilizada por su familia; de hecho fue su padre quien lo impulsó al principio. En pocos años pasó de diputado local a diputado federal, luego a subsecretario, jefe de la Oficina de la Presidencia de la República y finalmente a secretario de Gobernación. Fuera de su diputación en Campeche, siempre estuvo cobijado por Calderón.


La autora de Los cómplices del presidente, editado por el sello Grijalbo de la editorial Random House Mondadori, asegura que la familia de Juan Camilo pretendía hacerlo el candidato presidencial del PAN para 2012. “Su padre hablaba de ello con sus socios, con sus amigos. Lo daba como un hecho”.


Hernández señala que en varios de los contratos suscritos por las empresas de los Mouriño con el gobierno federal hay firmas falsas de su hermano Carlos, en quien el padre confió la administración de los negocios.


Asegura que los contratos que obtuvo por medio de la Ley de Transparencia tienen una firma distinta a la de Carlos, el hermano mayor: “O alguien pretendió firmar a nombre del hermano o los contratos que me dieron a través de la Ley son contratos manipulados, porque quien los firmó anteriormente era otra persona.”


Coautora junto con la periodista Arelí Quintero del libro La familia presidencial. El gobierno del cambio bajo sospecha de corrupción, Anabel dice que debido a sus negocios Juan Camilo se había convertido ya en una figura polémica dentro del PAN y en el círculo presidencial.


“Llama la atención sobremanera por qué pese a que distintos actores políticos, incluso del propio PAN, hacían críticas muy fuertes respecto al papel de Juan Camilo y de las sugerencias de que debía renunciar, el presidente lo cobijaba y solapaba cuanto hacía”.


En noviembre de 2005, cuando Calderón ya era candidato presidencial y estaba muy en desventaja con respecto a López Obrador, el ahora presidente y Mouriño “decidieron realizar operaciones de espionaje y sabotaje” en contra de la campaña del entonces candidato de la coalición Por el Bien de Todos. “Fue entonces cuando explica que al investigar la relación entre Felipe Calderón y Juan Camilo Mouriño se encontró “con el otro integrante clave de la tríada: Genaro García Luna”, secretario de Seguridad Pública García Luna entró a escena y formaron la tríada que los llevó a ‘ganar’ la presidencia”.


El operador de la estrategia fue Mouriño. “Ahora Germán Martínez (presidente del PAN) y todos le atribuyen el triunfo electoral de Calderón. Hubo mucha precisión, por la operación política que hizo tras bambalinas. Pero no fue la operación de un líder de campaña que genera eventos o estrategias de difusión del candidato, sino la de una estrategia paralela que con todo tipo de herramientas sucias hizo campaña”.


Hubo reuniones secretas en la Presidencia de la República entre los colaboradores del entonces presidente Vicente Fox y el equipo de campaña de Calderón, encabezado por Mouriño. El propósito era orquestar un plan para ganar las elecciones, dice Hernández, con base en testimonios que recibió “de primera mano de gente que presenció esas reuniones”.


“Se orquestó una elección de Estado. Hubo un plan desde Los Pinos, además de que el equipo de Calderón decidió tomar medidas radicales para ganar la presidencia, como el espionaje y el sabotaje a la campaña de López Obrador”, insiste.


Y precisa que se envió a la campaña de López Obrador a personas con la intención de reventar sus eventos de campaña y se operó para disminuir su capacidad de convocatoria.


–¿Quién concibió esas acciones?


–Es difícil saberlo, pero quien orquestó y dirigía era Mouriño; quienes las ponían en práctica eran diferentes actores. En el caso del espionaje se habla de centenas de grabaciones, no sólo a la oposición, sino al propio equipo de campaña. Manuel Espino (entonces presidente del PAN) cuenta en su libro Señal de alerta que él sufrió espionaje. Eso le tocaba a García Luna. El sabotaje, a otros personajes. Muchos de esos actores ahora están metidos en áreas clave del gobierno federal, no son de relumbrón.


Cuestionado desde el sexenio pasado por sus presuntos vínculos con la delincuencia organizada cuando era director de la Agencia Federal de Investigación (AFI), García Luna es uno de los personajes en los que abunda Anabel Hernández en Los cómplices del presidente:


“Hubo pruebas que se le entregaron a Felipe Calderón, y que pasaron por las manos de Mouriño. Fueron fotografías y videos que lo comprometían a él y a su equipo con el crimen organizado desde el sexenio de Fox. Se esperaba que ya no estuvieran en la nueva administración, por lo que a muchos sorprendió que ascendieran hasta la Secretaría de Seguridad Pública.”

 

Intocables

 

Multimillonario y glamoroso uno; hermético y con problemas de dislexia el otro, como describe a Mouriño y a García Luna, respectivamente, se convirtieron “en los dos secretarios de Estado intocables del sexenio de Calderón. Incluso han sido vistos con desconfianza y crítica dentro del propio gabinete y del PAN. Hay muchos que abiertamente hablan de eso”.


Más puntual, dice: “Fueron los dos hombres más cercanos y con más influencia en Calderón, pero al mismo tiempo los secretarios más polémicos del gabinete. Pero me queda claro que ellos no son la enfermedad. Son el síntoma de la misma. El verdadero responsable de la actuación y permanencia nociva de estos personajes es Felipe Calderón.”


Describe también las actuaciones de Mouriño durante la precampaña: “Usaba las artimañas del viejo PRI y de la guerra sucia para ganar a como diera lugar lo que se proponía. Así fue la etapa de la contienda interna del PAN. Tengo entrevistas de cómo sus contendientes criticaron la compra de votos y la manipulación de padrones y de programas sociales para hacer que Felipe Calderón ganara la contienda interna”.


Uno de los principales apoyos que tuvo Calderón fue el de la entonces secretaria de Desarrollo Social y ahora titular de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota. Y cuando ésta es designada coordinadora de la campaña presidencial, la sustituye Ana Teresa Aranda, actual subsecretaria de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, nombrada precisamente por Mouriño.


El Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), afirma, fue otro de los recursos que Juan Camilo explotó para su provecho político. “Lo utilizó desde antes de su cargo en la Secretaría de Gobernación. Incluso aun antes de que Calderón asumiera la Presidencia de la República. El señor que está en el Cisen (Guillermo Valdés Castellanos) fue parte de toda la operación de la campaña. Estas etapas de Mouriño son de las que hoy no se habla en los discursos luctuosos, lo cual no significa que no hayan existido”.


Describe a Mouriño como una persona con varias facetas. Una de ellas como un hijo a quien su padre envía a la política porque no lo consideraba capaz para los negocios. También, como el de un hombre superficial, con una vida disipada: “Como jefe de la Oficina de la Presidencia o como secretario de Gobernación salía a las 10 de la noche y se iba de fiesta hasta las cinco o seis de la mañana. Sólo él sabía cómo encontraba fuerza para levantarse a las ocho de la mañana para cumplir con sus deberes.


“Era un hombre separado en gran parte ya de su familia. Cuando crecieron los rumores de que ya estaba separado de su esposa, María de los Ángeles Escalante, decidió traerla a México y hacer una vida supuestamente social. Lo vimos en las revistas del corazón como jefe de familia modelo. Lo cierto es que el martes 4, cuando se muere, su esposa y sus hijos estaban en Campeche, donde realmente hacían su vida”.


Otra faceta oscura era la de Iván, como gustaba que le dijeran. Con esa personalidad operaba políticamente, a pesar de que “ya era muy criticada desde el interior del equipo más cercano de Calderón en Los Pinos y también en el PAN por el uso de las viejas artimañas del PRI”.


Anabel Hernández asegura que la relación de Calderón con Mouriño no estaba hecha sólo de afecto y coincidencias personales, sino de complicidad. También era pragmática, de conveniencia.


–¿Cuáles eran sus planes?


–La familia de Mouriño estaba segura de que Calderón lo iba a apoyar para el 2012. Pero en el propio equipo de Calderón había la preocupación de que así fuera. Les parecía una competencia desleal que de antemano, a tanto tiempo de las elecciones, ya se diera por entendido que Juan Camilo iba a ser el candidato. Esa actitud fue dividiendo al equipo de Calderón.


La división, dice, se debió a la gran influencia de Mouriño. “Se apoderó de Felipe Calderón. Era el que más influencia tenía en él. El que más gozaba de su afecto. El viejo equipo que por décadas venía acompañando a Calderón se sintió relegado y ya había serios problemas al interior del equipo más compacto por este avasallamiento de Juan Camilo”.


Y agrega: “Muchos de los que hoy lamentan su ausencia, hace muy poco tiempo se quejaban de su voracidad. Quería intervenir en todo, en el partido, en las secretarías; él quería hacer todo, con la anuencia de Calderón. Incluso llegó a decir: ‘Por qué me atacan mis compañeros del gabinete si saben que somos socios’.”


Si en verdad Calderón y él eran socios, añade, es algo que se debe investigar. “El presidente está cegado por la amistad o por la complicidad. A lo mejor es él a quien más le conviene que con esa muerte se haya enterrado todo lo que hicieron juntos.”


También explica que el propio Mouriño la presionó mientras escribía su nuevo libro. “A lo largo de los reportajes que estuve escribiendo para Reporte Índigo hubo presiones y descalificaciones de su parte. Yo esperaba que estas presiones y descalificaciones surgieran a raíz de la publicación del libro. Estaba dispuesta a asumir esos riesgos, como estoy dispuesta a asumirlos ahora que él ya no vive”.


La periodista asegura que el libro ya estaba en imprenta cuando se murió el secretario. “Entiendo que mucha gente piense que no es elegante hablar de los muertos, pero creo que la muerte no exime a nadie de las obras que hemos hecho en vida, buenas o malas;  ni mucho menos tratándose de un funcionario público de ese nivel. Ahora algunos en la oposición, el gobierno y el PAN lo engrandecen”.


Y expone: “La sociedad mexicana se merece la verdadera historia de Juan Camilo Mouriño. Pretender que su muerte esconda o desaparezca lo que este hombre ha significado en estos dos años de crisis política en México sería injusto para la historia del país”.

 

 

 

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