El saldo tras una noche de furia en Lara Grajales


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Edmundo Velázquez

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Los niños de la Escuela Primaria Guillermo González Camarena caminaron entre los destrozos dejados por el disturbio del domingo por la noche. Ubicada a un costado de la Dirección de Seguridad Pública y Vialidad, la primaria fue testigo mudo de la ira de una muchedumbre que clamó por justicia en contra de los policías municipales que debían de cuidar de la paz pública y en cambio sirvieron a una banda de polleros que a tres cuadras del zócalo tenía una casa de seguridad.


En total, fueron los destrozos contabilizados por la Secretaría de Gobernación, cuatro vehículos incinerados, dos camionetas y dos motocicletas, que recién habían sido entregadas a la población y que tuvieron la mala suerte de encontrarse estacionados sobre la calle en que los vecinos comenzaron la trifulca para proteger a los 34 indocumentados centroamericanos.


También, aunque no fue reconocido por el secretario de Gobernación, Mario Montero Serrano, la oficina auxiliar del Ministerio Público fue saqueada. Sobre la calle 2 Poniente quedó esparcido, roto y en pedazos, el equipo de cómputo de la oficina de la Agencia Auxiliar del Ministerio Público.


El frente de las oficinas quedó con cristales destrozados y puertas abolladas, mientras que la comandancia aún puede verse chamuscada debido a que en la madrugada de ayer intentaron abrir la puerta con los restos aún en llamas.


Hoy solamente aparecieron las cenizas y las versiones oficiales en el ayuntamiento, al cual aún no se ha hecho presente el presidente municipal, José Abundio Torres Altamirano.


Juana Arias Morales, regidora de Salud, fue de las pocas voces oficiales que se atrevieron a defender a los policías municipales. La funcionaria municipal aseguró que los uniformados que llevaban a los indocumentados a la casa de seguridad. “Son los de Nopalucan. No de Lara Grajales”, comentó escuetamente.


Arias Morales además aseguró que la trifulca fue un “asunto de priistas”. Y aseguró que, quienes estaban azuzando a los pobladores fueron Elvio Flores e Isidro Hernández.


Del presidente municipal, la regidora justificó su ausencia asegurando que se encontraba “en una reunión de Salud, en Durango”.


Vía telefónica el presidente municipal José Torres Altamirano aseguró que “no sabía” lo que había pasado y se negó a contestar más preguntas a diversos medios de comunicación.

 

 

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