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Serios problemas de partidos para encontrar candidatos




Escrito por  Gabriel Sánchez Andraca
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FUERA DEL PRI, PAN, PRD, TODOS LOS LLAMADOS partidos pequeños, tienen serios problemas para encontrar candidatos a las 16 diputaciones federales en juego en las elecciones del 7 de junio.  

Si no tienen militantes, ni han tenido interés por realizar trabajo de afiliación, es lógico que carezcan de cuadros para lanzarlos a la conquista de un puesto de elección popular.

 

 

Un conocedor del tema nos decía ayer que mientras los partidos sigan recibiendo los recursos millonarios que el gobierno federal y en época de elecciones les entrega los gobiernos locales también, los partiditos seguirán siendo eso, partiditos, sin el menor interés por crecer y constituirse en una verdadera fuerza política.

 

 

La inmensa mayoría de los mini-partidos sólo tiene oficinas en las cabeceras distritales y algunos no llegan ni a eso.

 

 

No tienen gente ni para conformar directivas en los principales municipios de la entidad, algunos no cubren ni las cabeceras de los 16 distritos electorales federales y menos a los distritos locales.

 

 

Se hace necesario que se exijan resultados a los partidos políticos, que sean instituciones formadoras de políticos, con capacidad para ocupar puestos de elección popular y desempeñar su trabajo con eficiencia. Pero también se requiere que una “democracia” como la nuestra, con base partidista, tenga partidos que valgan la pena y no partidos que den pena.

 

 

EL ABSTENCIONISMO QUE SE PREVÉ HABRÁ en las próximas elecciones federales y en algunos estados también locales, podría dar al traste con el afán de nuestro gobierno, de hacer pasar a México como un país auténticamente democrático.

 

 

Si los ciudadanos deciden abstenerse en alto grado de concurrir a las urnas, se demostrará que la ciudadanía mexicana no confía en sus instituciones políticas, ni en los gobiernos surgidos de esas instituciones.

 

 

El gasto que para sostener el aparato político-electoral hace el país con recursos provenientes de impuestos es sumamente elevado.

 

 

Se ha dicho y tal vez tengan razón quienes lo afirman que la democracia mexicana es la más cara del mundo y la menos eficaz.

 

 

Los problemas de Tlatlala, Estado de México, y de Iguala-Ayotzinapa, en Guerrero, han venido a exhibirnos a nivel internacional como un país sin democracia y sin respeto a los derechos humanos.

 

 

También se están exhibiendo los opositores como intransigentes y violentos, algo que desacredita a cualquier movimiento ciudadano.

 

 

El diálogo y la negociación son la base de cualquier sistema democrático. La intransigencia y la violencia están cansando a un gran porcentaje de los ciudadanos, que ya empiezan a exigir una acción más decidida del gobierno para parar a quienes lo único que se proponen es imponer su voluntad, con razón o sin ella.

 

 

Los graves problemas que está padeciendo México son derivados del deterioro sufrido a lo largo de casi treinta años por los partidos políticos y la economía, que han tenido serias repercusiones en nuestra vida social descarriada por la corrupción, la violencia, la impunidad, el desempleo y la pobreza y la mala calidad de la educación.

 

 

Los problemas sociales no se resuelven con medidas policiacas, sino atendiendo la problemática social, que cada día es más grave.

 

 

La pobreza tampoco se va a acabar con acciones de caridad, sino mediante la creación de empleos, el impulso al medio rural para que se recobre nuestra capacidad en la producción de alimentos, educación de calidad y servicios médicos de calidad para todos.

 

 

No hay que darle tantas vueltas al asunto: hay que impulsar la economía, fortalecer el consumo interno y atender las necesidades básicas de la población.

 

 

Somos uno de los países con mayor desigualdad social, lo hemos sido casi siempre, sólo superados por países de Centroamérica, África y algunos de Asia. No podemos seguir así.

 

 

Hay necesidad de que los ciudadanos salgan a votar, que se comprometan con el país y que exijan a autoridades y partidos el cumplimiento cabal de sus obligaciones. Sin eso, seguiremos como estamos o quizás peor.

 

 

 

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