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A casi una semana del cerrojazo de la contienda interna de Acción Nacional los ánimos andan muy caldeados y el cuidado de las formas diplomáticas ya es lo menos importante. El largo, desgastante proceso interno se acerca a su fin y aunque encuestas van y vienen de cada bando, crece la certeza de que el resultado es incierto. Nada garantiza la reelección de Gustavo Madero, pero tampoco que Ernesto Cordero haya logrado romper la cargada institucional que encabeza el gobernador Moreno Valle, quien se perfila como el único ganador del proceso, pase lo que pase. ¿Por qué? Porque sólo la intervención del mandatario poblano, quien asumió el proceso en primera persona, ha evitado el desplome de la campaña maderista. Sin su operación electoral, y sin su dinero, hace tiempo que Ernesto Cordero habría tomado la delantera en una carrera que luce como empate técnico.
Gracias a esta sangrienta contienda interna es que el morenovallismo se ha abierto paso como una corriente interna poderosa en el juego nacional de las estructuras panistas. Operadores eminentemente locales como Marcelo García Almaguer, Eukid Castañón, Jorge Aguilar, tuvieron un upgrade en sus carreras políticas. Incluso el mismo gobernador, gracias a la interna, ha podido tener sus primeras incursiones con la militancia de otras entidades, pues se sabe que ha acompañado a mítines en Hidalgo, Tlaxcala y Oaxaca a su candidato.
Aprovechando la interna, Moreno Valle no pierde oportunidad para recobrar su personalidad de candidato, recuperando reflejos para lo que viene. Ayer mismo acompañó a Ricardo Anaya y pronunció uno de los discursos más beligerantes que se recuerden desde 2010. Olvidando que fue su amigo, y que formó parte de su equipo, el gobernador poblano arremetió en primera persona contra Ernesto Cordero. De vividor no lo bajó, por cobrar durante meses en el gobierno federal calderonista sin haberse afiliado al PAN. También se lanzó en su contra por querer apropiarse de la historia y principios del partido. No dejó títere con cabeza en el salón Girasoles de Cholula.
A mayor estridencia, mayor incertidumbre. La hora de los números llegó y las cuentas no quedan claras. De entrada, ¿cuántos panistas van a salir a votar en Puebla? La historia electoral del partido indica que la participación no llega ni al 50 por ciento del padrón. En la reciente renovación del Comité Municipal, ya con padrón depurado, Pablo Rodríguez ganó con 34 por ciento de la participación. En la interna presidencial sólo 30 por ciento de la militancia salió a votar. El proceso con más participación —50 por ciento— fue la contienda de Eduardo Rivera contra Humberto Aguilar por la candidatura a la alcaldía en 2010.
Así que si bien les va,50 por ciento de los panistas saldrá a votar el domingo 18 de mayo, es decir, alrededor de 6 mil 500 panistas. Si creyéramos en la tendencia presentada por la encuesta de Meba, Madero obtendría casi 4 mil votos y Cordero 2 mil 535. Si le creemos a Parametría, se repartirían 3 mil y 3 mil votos. Así de pobre luce el escenario más realista de votación.
Atendiendo otra vez a los resultados de Meba, Puebla no es de las mejores entidades para Gustavo Madero quien, por lo menos en otras cuatro estados tiene ventajas mayores, los que tienen mayor volumen de padrón. Por ello, en territorio propio, el morenovallismo acelera para sumar voluntades al proyecto reeleccionista.
Pero encontrar más votos ha resultado una tarea cuasi imposible. Y cuando el morenovallismo despertó, los panistas ya no estaban ahí. En efecto, un grueso de la militancia no ha encontrado beneficios en las victorias electorales del régimen. Esto es, o no tienen chamba o de plano fueron despedidos a la llegada de Antonio Gali Fayad al Ayuntamiento. A muchos de estos panistas resentidos se les busca atraer con nuevas promesas de que recuperarán u obtendrán su empleo si salen a votar a favor de Gustavo Madero. Y aunque muchos aceptan el trato, saben que las probabilidades de que les cumplan tampoco son realistas.
La hora de la verdad llegó y el morenovallismo está cerca de imponerse. No tienen rivales enfrente. El senador Javier Lozano fue desactivado, borrado del mapa. De Fernando Manzanilla ya tampoco se supo mucho. Según nos enteramos ayer, Cordero no tiene previsto regresar a Puebla en los últimos días para un último mitin. Al frente de la misión suicida quedaron Francisco Fraile y Ana Teresa Aranda, quienes no entusiasman ni a sus nietos. O bisnietos.
Con el campo de batalla desierto, el gobernador Moreno Valle y sus operadores tienen todo para imponerse. Sin embargo, el escenario nacional de la interna luce parejo. Más parejo de lo que Madero y Cordero quisieran. La bomba está preparada de cualquier forma: como reveló ayer Guillermo Valdés en Milenio, el apoyo social al PAN está en su piso histórico, más bajo que nunca. Una batalla jurídica poselectoral terminaría de hundir al partido. Lo que nadie podrá negar es que Rafael Moreno Valle fue el fiel de la balanza.