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Corrupción: otra granada que estalló en manos del morenovallismo




Escrito por  Arturo Rueda
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Rascando a fondo en los datos del INEGI, evidencia que la procuración y administración de justicia son auténticos hoyos negros de corrupción. No dudo de la buena fe de Roberto Flores Toledano y de Víctor Carrancá, pero la verdad es que en el TSJ como en la PGJ han sido rebasados por las prácticas. ¿De qué sirve, por ejemplo, que la procuraduría tenga nuevas y modernísimas instalaciones si los agentes del Ministerio Público siguen pidiendo mordidas?

Así como ocurrió con el indicador de Coneval que colocó a Puebla como el tercer estado con mayor pobreza en el país, la medición de INEGI que puso a la entidad como la tercera más corrupta de México tomó por sorpresa al morenovallismo. La granada nuevamente les estalló en las manos justo cuando el gobernador cree que puede alejarse de las variables locales para concentrarse en su proyecto nacional. Pobreza y corrupción son temas desentendidos porque no generen aplauso fácil, no hay fotografía lucidora ni reflectores que deslumbren. Ambos, sin embargo, son pasivos que más tarde que temprano alcanzarán a Moreno Valle, ya sea en 2016 y 2018.

 

 

Por supuesto, nadie puede afirmar con contundencia la responsabilidad única del morenovallismo en el fenómeno. Así como decía el eslogan de Miguel de la Madrid, “la corrupción somos todos”. De lo que sí se le puede señalar es de la falta de instituciones sólidas, políticas públicas y sobre todo, se prédica con el ejemplo. El combate a la corrupción fue eje solamente cuando Eukid Castañón ocupó brevemente la Contraloría y puso contra las cuerdas a Vialidad estatal, la mafia de los registradores públicos, algunos notarios, asumió la verificación del transporte e incluso de la supervisión de obra pública. Incluso hubo una campaña mediática para denunciar a funcionarios deshonestos, pero sin Eukid, el tema languideció.

 

 

Previo a eso, Patricia Leal en la Contraloría no hizo nada de nada en el cargo, y mejor dicho, se dedicó a la protección de los expedientes que el morenovallismo empezó a generar. En el fondo subyace un manejo selectivo de la corrupción, pues se señalan los vicios anteriores del gobierno marinista, pero se ocultan los casos propios. “Candil de la calle, oscuridad de la casa”. Lo peor es que si Mario Marín dejó el poder colocando a Puebla como la cuarta entidad más corrupta, Moreno Valle subió un peldaño.

 

 

Nadie en el morenovallismo da la cara para que la granada no los alcance. Cuando la coyuntura forzó a Eukid a dejar la Contraloría para irse al Congreso, dejó a una encargada de despacho de la que nadie sabe nada, incapaz de articular un discurso o hacer una propuesta para remodelar las instituciones de control.

 

 

Claro que hay unos más culpables que otros: rascando a fondo en los datos del INEGI, evidencia que la procuración y administración de justicia son auténticos hoyos negros de corrupción. No dudo de la buena fe de Roberto Flores Toledano y de Víctor Carrancá, pero la verdad que en el TSJ como en la PGJ han sido rebasados por las prácticas. ¿De qué sirve, por ejemplo, que la Procuraduría tenga nuevas y modernísimas instalaciones si los agentes del Ministerio Público siguen pidieron mordidas?

 

 

Se insiste mucho en decir que el procurador Carrancá es un tipo decente. No lo dudo, pero a lo mejor un hijo de la chingada sí los podría poner en cintura, porque éste de plano no puede en la PGJ.

 

 

En el Tribunal Superior de Justicia no hay moral: aunque desde el Ejecutivo se promovió una regeneración del cuerpo de magistrados al “sugerir” a 12 de ellos a que dejaran el cargo, los nuevos no han roto los viejos esquemas de complicidad. Y aunque Moreno Valle prometió un Consejo de la Judicatura para hacer más transparente la regulación de la carrera judicial, así como la remoción y adscripción de jueces, al mes de tomar el poder se le olvidó, pese a que, si quisiera, sus fieles diputados podrían crearlo en cuestión de horas, como en cuestión de horas se “rescató” a RUTA con una legislación a modo.

 

 

Hombre de buenas intenciones, Flores Toledano no exige la creación del Consejo de la Judicatura, y enfrenta la resistencia abierta de jueces y magistrados que lo ven como un personaje foráneo, sostenido solamente por su amistad con el gobernador, pero que en cuanto éste se vaya, el presidente del TSJ perderá influencia. Quizá tengan razón, por lo que el magistrado presidente debía ocupar todo lo que le da su cercanía a Casa Puebla para apostarse por una regeneración radical.

 

 

Los expedientes van a alcanzar a Moreno Valle y él lo sabe. Por eso trajo a Banck para intentar una leve mejoría en la medición de Coneval, que se ve muy difícil. Algo así tendrá que hacer con la corrupción porque el dato ya está ahí, y se va a manejar siempre que se quiera dañar a su gobierno. En este caso no tiene que buscar mucho porque su mejor hombre en la materia se llama Eukid, aunque atienda varios frentes, políticos, legislativos, no puede hacer todo.

 

 

La corrupción se vive al día: ahí está el caso del joven Jesús Espina Chaín, quien tras haber cometido un robo en casa habitación e incluso boletinado por la PGJ, fue liberado por presiones del magistrado Roberto Grajales Espina, tío del raterillo, cuyo único mérito es ser secretario de Comunicación de Acción Juvenil, y tener cientos de fotos en su Facebook con el propio Roberto Grajales, Moreno Valle y Martha Erika.

 

 

 

 

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