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Miércoles, 10 Junio 2015 02:37

Fueron los candidatos los que perdieron: la noche de los cuchillos largos




Written by  Arturo Rueda

En su defensa, los candidatos perdedores dirán que fueron otros los que les ordenaron no asistir a esos foros, ni transparentar sus patrimonios, ni criticar al gobierno federal, ni asistir a entrevistas, ni permitir que los medios de comunicación cubrieran sus actividades con libertad. Pero esto es una verdad a medias. Candidatos con mayor criterio, como Juan Pablo Piña, construyeron un mensaje de acuerdo a su rival y la coyuntura, pues en el distrito de Teziutlán le pegó una y otra vez al gobierno federal


No hay derrota electoral sin atribución de paternidades, ni peticiones de llevar al cadalso a los responsables. Pero aquí y en China, las elecciones las ganan o las pierden los candidatos, no sus padrinos o el grupo del que emanen. Y su plataforma para ganar o perder las elecciones es la estrategia de comunicación política. Así, la noche de los cuchillos largos en Acción Nacional debe dirigirse en primera instancia a los nueve aspirantes derrotados el domingo pasado. En la piedra de los sacrificios debe colocarse a Pepe Esquitín, Mario Alberto Cruz Domínguez, Xabier Albizuri, Mario Rincón, Angélica Ramírez, Ángel Trauwitz y Cabalán Macari.

 

Luego de someter al cadalso a los candidatos, debe seguirle la absurda política de comunicación que primero deambuló por un mensaje oscuro de “transformación que sigue” para finalizar con una lluvia de estadísticas que nunca convencieron al electorado de que el régimen morenovallista es cualitativamente superior al PRI. El sufragio hace tiempo que dejó de ser un acto racional para convertirse en uno emocional. Y no hay nada menos emotivo que los números, precisamente, fríos.

 

Por último, en el deslinde de responsabilidades debe ubicarse la operación electoral fallida por primera ocasión, pero que había resultado exitosa en 2010 y 2013. El “mapache” mayor Omar Blancarte falló junto a sus adláteres distritales, como Omar Álvarez Arronte.

 

De entrada, si como afirma Pep Napolitan “una elección es una guerra cuyo campo de batalla son los medios de comunicación”, estos candidatos panistas comenzaron a perder cuando, voluntariamente, decidieron alejar a los medios de su función transmisora de mensajes. Las entrevistas que concedieron fueron mínimas, siempre en ambientes controlados o de plano fuera de la esfera política, como la presencia permanente de Xabier Albizuri en el programa deportivo de Pepe Hanan, muy escuchado en cierto sector pero que no le aportó votos. El Puebla FC no es una causa política.

 

Los candidatos restringieron su agenda y nunca dieron a conocer sus actividades a los medios, salvo boletines planos y absurdos, repetitivos y sin sustancia. La política de comunicación más caótica fue la del Distrito XII que escindió entre el candidato titular y el suplente, confundiendo al electorado switcher y enojando a los panistas tradicionales. Una de las hipótesis más sólidas que manejan en el war room de Víctor Giorgana es que se vieron beneficiados por la confusión, ya que unos llegaron a la urna a votar por Trauwitz y otros por Cabalán, y al no encontrarlos, marcaron otra opción diferente, como Morena.

 

Los candidatos despreciaron todos los foros a los que fueron invitados —como los de Coparmex o el Consejo Coordinador Empresarial—, ni transparentaron sus patrimonios o asistieron a debates, como el organizado por Diálogos. Perdieron numerosas oportunidades de ganar la agenda mediática, y por tanto, de obtener legitimidad ciudadana.

 

En su defensa, los candidatos perdedores dirán que fueron otros los que les ordenaron no asistir a esos foros, ni transparentar sus patrimonios, ni criticar al gobierno federal, ni asistir a entrevistas, ni permitir que los medios de comunicación cubrieran sus actividades con libertades. Pero esto es una verdad a medias. Candidatos con mayor criterio, como Juan Pablo Piña, construyeron un mensaje de acuerdo a su rival y la coyuntura, pues en el distrito de Teziutlán le pegó una y otra vez al gobierno federal. ¿Resultado? Piña ganó con holgura.

 

Estos candidatos, por si fuera poco, olvidaron que los electores son sumamente críticos de las actitudes personales. El mejor ejemplo es Mario Rincón, que pasó del candidato más votado en 2013 a sufrir una paliza en 2015. Causas pueden encontrarse muchas, pero la principal parece ser la decisión de abandonar su curul a unos días de ganar para asumir una posición en el gabinete morenovallista. Al final, pagó cara la factura de verle la cara a sus electores.

 

Por último, estos candidatos estuvieron sobrados de soberbia y faltos de humildad, pues se sintieron blindados por un régimen que se consideraba invencible. Son ellos los responsables de sus propias derrotas. ¿Entonces hubo un error al designarlos? No lo creo: simple y sencillamente resultaron malos candidatos. No comunicaron. No ganaron legitimidad y nunca salieron de su área de confort.

 

*** Desprenderse del lastre.Moreno Valle empezó a tomar decisiones para corregir el rumbo perdido. Ayer se deshizo del inútil encargado de despacho de la SEP, recomendado de Luis Maldonado, el nadador Antonio Argüelles Díaz, cuyo único mérito en más de tres meses fue traer a Puebla al hijo del ilustre Jacques Cousteau, pero que no aportó desde su dependencia. Como encargada de despacho fue designada Patricia Vázquez, subsecretaria de Educación Básica y esposa de Mario Riestra Piña.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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