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Jueves, 13 Agosto 2015 03:11

Ricardo Anaya recibe un trato pinchurriento del panismo poblano




Written by  Arturo Rueda

Las versiones son contradictorias del porqué Ricardo Anaya tendrá un cierre de campaña tan pinchurriento. Algunos morenovallistas cuentan que “El Niño Maravilla”, en el contexto de las descalificaciones de Javier Corral por su pertenencia al Consorcio, prefirió marcar distancia de las prácticas morenovallistas del acarreo y la movilización espectacular. O sea, Anaya pidió un acto más “panista”: un lugar cerrado, con asistencia moderada, sin acarreados ni gastos onerosos. Evitar el derroche absurdo, trasmitió el mensaje a través de Genoveva Huerta


Si la sana distancia entre Ricardo Anaya y Rafa Gobernador a lo largo de la interna albiazul fue una mera actuación, la simulación es digna del Óscar al mejor performance. Justo en el final, a horas de celebrarse los comicios, “El Niño Maravilla” se dignará a visitar Puebla. Su cierre de campaña, sin embargo, va a ser muy pinchurriento si se le compara con el mitin que el morenovallismo le organizó a Gustavo Madero en 2014 para su campaña reeleccionista. Mientras para el aún dirigente se le atiborró la plaza de la Victoria con 10 mil panistas, coronada por la crema y nata del régimen, para Anaya solo le van a rentar el salón Hermanos Serdán el próximo viernes, frente al Presidente Intercontinental, y se prevé una asistencia de apenas 2 mil albiazules. Más tacaño, imposible.

 

Las versiones son contradictorias del porqué Ricardo Anaya tendrá un cierre de campaña tan pinchurriento. Algunos morenovallistas cuentan que “El Niño Maravilla”, en el contexto de las descalificaciones de Javier Corral por su pertenencia al Consorcio, prefirió marcar distancia de las prácticas morenovallistas del acarreo y la movilización espectacular. O sea, Anaya pidió un acto más “panista”: un lugar cerrado, con asistencia moderada, sin acarreados ni gastos onerosos. Evitar el derroche absurdo, trasmitió el mensaje a través de Genoveva Huerta.

 

Otra versión es que en realidad el gobernador Moreno Valle quiere darle a Ricardo Anaya lo justo: ni tanto para que el queretano se sienta mucho, ni tan poco para que se acuse al poblano de incumplir acuerdos. El origen de esta “austeridad” radica en que Moreno Valle no está contento con varias de sus actitudes, especialmente con la de deslindarse insistentemente del Consorcio. ¿Cómo hacerlo si su candidatura nació en Casa Puebla, en la comida con los gobernadores electos de BCS y Querétaro, así como diputados y senadores? Es querer tapar el sol con el dedo, o preparar un deslinde verdadero rumbo al futuro.

 

Esa es la razón por la que los principales operadores del morenovallismo al interior del albiazul no aparecen en la campaña: ni Eukid Castañón ni Jorge Aguilar Chedraui ni Patricia Leal. Haciendo campaña por Anaya sólo se ve a Jesús Giles, Genoveva Villahuerta, Javier Lozano Alarcón (y su mini me) y unos cuantos cuadros menores. Pero el fuerte de la operación no se ve por ningún lado, a diferencia de la reelección de Madero en 2014, cuando todo el aparato fue volcado en apoyo del chihuahuense.

 

Ya en semanas anteriores relatamos el disgusto del gobernador poblano con la planilla del queretano, especialmente por la inclusión de Josefina Vázquez Mota, así como por la negativa a entregarle otra posición además de Genoveva Huerta. Todo nace de la desconfianza en el proyecto presidencial de Anaya, así que en el Consorcio de habla de la necesidad de que su dirigencia nazca “acotada”. Es decir, que entre menor sea el margen de victoria sobre Javier Corral, más necesidad tendrá Anaya de mantener sus compromisos ante el Consorcio.

 

Pero no parece que la estrategia de acotamiento vaya a funcionar: las alianzas con grupos como El Yunque, un sector de ex calderonistas, así como liderazgos regionales, le dan a Anaya un amplio margen de victoria sobre Javier Corral según la encuesta de Reforma. Le aporte mucho o le aporte poco Puebla, “El Niño Maravilla” tiene la victoria en sus manos a pesar de perder el debate.

 

En los hechos, por lo menos hasta ayer, no se observa la clásica enjundia morenovallista en la campaña de Anaya, ni su estilo de echar la casa por la ventana. Puede ser que la distancia sea fingida, una actuación para despistar. Esta hipótesis, dicen los morenovallista, se sostiene en el hecho de que el Consorcio cumplió el poner contra la pared a Rafael Micalco para obligarlo a emitir la convocatoria para entregar la silla de dirigente estatal. Si Madero y Anaya no hubieran cumplido, entonces podría hablarse de una ruptura.

 

El viernes en el Salón Hermanos Serdán será la última oportunidad para medir con un termómetro preciso cuál de las dos versiones es la real. Si a Anaya lo acompaña Moreno Valle, Tony Gali, Martha Erika y compañía, será hora de entregarles el Óscar a la mejor actuación por “distancia fingida”. Si no, en el frente de Acción Nacional también hay problemas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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