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Miércoles, 25 Marzo 2015 02:49

El abismo económico de 2016 y la debilidad de Peña Nieto




Written by  Arturo Rueda

Peña Nieto es ya un presidente debilitadísimo y nadie le ve opciones de recuperación. La claudicación sexenal es un hecho hasta para quienes antes lo alababan. Siempre fue impopular, sin embargo ejercía control hasta que su brújula política se perdió a partir de Ayotzinapa. Pero también hay una Conspiración de la Fortuna: le tocará pagar el costo del fin de la petroeconomía, el cierre del dispendio sin sentido que duró tres décadas


Nadie quiere afrontarlo todavía y muchos prefieren cerrar los ojos ante la tormenta económica que se avecina por el derrumbe de la petroeconomía mexicana. El oro negro se agotó y el que queda se vende muy barato, promedio de 43 dólares por barril en lo que va del año. La tendencia de abaratamiento continuará el próximo año, por lo que los ingresos del sector público sufrirán una merma de más de un billón de pesos. A la debilidad política de Peña Nieto se sumará una debilidad económica no vista desde los años ochenta, y aún con su escasa fortaleza, luchará todavía por hacer avanzar el Presupuesto Cero para 2016, el momento más crítico de la economía mexicana desde la crisis del error de diciembre en 1995-1996.

 

En efecto: para el próximo año se espera, por lo menos, un recorte de un billón de pesos al Presupuesto de Egresos, o para paliar los efectos tendrá que contratarse deuda externa. Los dos caminos son peligrosísimos: uno lleva al despeñadero político, otro lleva al despeñadero económico. Apretarle al gobierno federal el cinturón, significa, hacerlo lo mismo en cascada a gobernadores y presidentes municipales. El recorte, afirman, podría ser alrededor del 25 por ciento de los fondos federales en relación al presupuesto 2015. El chiste es que para el próximo año pase de 4.7 billones de pesos a 3.5 billones, volviendo a niveles de 2009 y 2010, antes de que se saliera de control.

 

De acuerdo con esta lógica, el gobierno morenovallista, en su crítico 2016, dejaría de recibir entre 15 y 20 mil millones de pesos, para quedar en alrededor de 60 mil millones de pesos, mientras que la administración tonygalicista podría perder mil 200 millones de pesos para quedar en alrededor de 3 mil 600 millones. En los mismos términos, convendría que cada Ayuntamiento empiece a hacer las cuentas para ver de a cómo va a estar el “tijeretazo”.

 

Para ganar el mayor margen posible, Peña Nieto está convocando desde abril a la elaboración de un Presupuesto Cero para el próximo año. ¿Qué significa? Que el PEF que aprobará la Cámara de Diputados en noviembre no tendrá una base inercial, es decir, se revisará monto por monto, programa por programa, convenio por convenio, transferencia por transferencia, para poder determinar de dónde va a salir el billón de pesos que necesitan recortar.

 

¿Se entiende el impacto de este shock económico? Se trata de una catástrofe: miles de burócratas perderán su empleo, otro tanto verá mermado su salario, muchísimas obras serán suspendidas, las compras gubernamentales se desplomarán. Las consecuencias de tener una economía petrolizada a la que se le acabó su insumo principal empezarán a observarse.

 

Por supuesto, la tijera puede ir a un lado o a otro. Por ello, como nunca será vital la composición de la próxima Cámara de Diputados determinado por las elecciones del próximo domingo 7 de junio. Pero conforme pasan los días el escenario se va complicando para Peña Nieto y Videgaray, que ya no ven cómo tener los votos necesarios para poderlo aprobar, además de la compleja situación provocada por la fragmentación partidaria.

 

Si hemos de creer en las encuestas publicadas por Parametría, los grandes ganadores del próximo 7 de junio en San Lázaro serán el PAN y Morena. El primero porque empieza a recuperar lo que tenía, y dependiendo del tamaño de su bancada, podrá imponer condiciones a Peña Nieto. El segundo, porque para partir de cero y ser un partido de nueva creación, con su 11 por ciento de tendencia podría llegar a tener una bancada de alrededor de 50 diputados, o más, dependiendo del tamaño del desfonde del PRD.

 

La aprobación del Presupuesto Cero, además de la elección de dónde se aplicarán los recortes, es probable que sea el último acto de fuerza de Peña Nieto, y lo único que resguardará su lugar en la Historia. Ya de por sí es un presidente impopular, aunque de lo que haga depende si el PRI podrá mantenerse en Los Pinos otro sexenio.

 

Desde ahora empieza a especularse sobre la onerosa factura que Peña Nieto tendrá que pagar a los aliados que le den votos en ese momento para aprobar el Presupuesto Cero. Por ejemplo, se habla de la posibilidad de ejercer el primer gobierno de coalición —figura ya prevista en la Constitución— incluyendo a prominentes panistas y a verdes en el gabinete, abriendo espacios a costa de sus amigos y delfines. En los hechos, se trataría de la entrega adelantada del poder.

 

Peña Nieto es ya un presidente debilitadísimo y nadie le ve opciones de recuperación. La claudicación sexenal es un hecho hasta para quienes antes lo alababan. Siempre fue impopular, sin embargo ejercía control hasta que su brújula política se perdió a partir de Ayotzinapa. Pero también hay una Conspiración de la Fortuna: le tocará pagar el costo del fin de la petroeconomía, el cierre del dispendio sin sentido que duró tres décadas, pero se agudizó a partir del 2000. ¿Dónde quedó la riqueza de nuestro oro negro?

 

Entre la coyuntura económica y sus propios errores, Peña Nieto le pone al PRI los clavos al ataúd del muerto. Parece imposible que en 2018 pueda presentar un proyecto competitivo para enfrentar al gallo de Acción Nacional —Madero o Moreno Valle— pero sobre todo a Andrés Manuel López Obrador. Habrá que empezar a buscar opciones. Los mexicanos podremos soportar la corrupción, pero de ninguna forma un hundimiento económico.

 

 

 

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