De aquí al 13 de diciembre, fecha límite para registrar las coaliciones electorales que competirán en las elecciones federales, tendremos el mes más caliente en la historia de la política mexicana, cuyo movimiento más relevante será el destape del candidato presidencial del PRI, la ruta de las definiciones del Frente Ciudadano PAN-PRD-MC, así como la potencial ruptura del PANAL y el PVEM con el tricolor. En estos ardientes 30 días, el tablero estratégico quedará definido.
Los observadores atentos no pasaron por alto dos momentos estratégicos en el fin de semana de esa ruta caliente: el regreso de Ricardo Monreal al rebaño de López Obrador y el dale pa’ tras al inminente destape de José Antonio Meade como candidato presidencial, pues Emilio Gamboa volvió a encartarlo como posible sucesor de Agustín Carstens al frente del Banco de México.
No puede alegarse que el ‘Tío Gamboín’ sea un ignorante de la política o un desinformado, pues es de todos sabido que se trata de uno de los compañeros favoritos de golf de Peña Nieto. Pero el jefe de los senadores priistas puso a temblar a todos con su declaración sobre Meade acerca de la posibilidad de ir a Banxico: “cumple con los dos perfiles, lo he dicho abiertamente. Esa será una decisión del presidente de la República, yo he platicado con el secretario Meade sobre este asunto y lo hemos hablado abiertamente, y él me ha dicho ‘yo seré respetuoso de la decisión que tome el señor Presidente de la República’, y el Senado hará su trabajo para generar los consensos y la unanimidad, para sacar al próximo gobernador del Banco de México”
Dice Federico Arreola que regresar a Meade al carril del Banco de México es una grilla de Gamboa, quien actúa como personero de las presiones de Carlos Salinas de Gortari. El ex presidente ve intransitable al secretario de Hacienda porque lo asemeja a un nuevo Zedillo (como casi todos los priistas). Razón probablemente no le falte, porque está demostrado que la lealtad política de Meade no es su característica principal, además de que se convertiría en el primer candidato presidencial NO priista. Es más: causa más entusiasmo entre los panistas, como demuestra la foto en el informe del gobernador de Baja California Sur.
Pero lo cierto es que los ánimos a su favor se frenaron en los hechos, pues aunque se supone que la aprobación del presupuesto 2018 en San Lázaro sería el momento de despegue de Meade, nadie desató la algarabía, ni mucho menos el propio secretario terminó de lanzarse al ruedo. Prefirió fotografiarse con los panistas que con los priistas.
¿Cambió Peña de decisión? Ni mucho menos: como hemos sostenido, la candidatura presidencial de Meade sólo sirve para tapar al verdadero tapado, que por números en encuestas es Osorio Chong y por legado político es Aurelio Nuño. El secretario de Hacienda, es probable, irá al Banco de México como vicegobernador para luego poder ascender a gobernador. Eso sí un ex compañero de gabinete calderonista, Ernesto Cordero, no le gana la carrera.
Total, en el PRI no hay nada decidido y Peña Nieto enfrentará presiones terribles en los siguientes días para influir en el destape, presiones semejantes a las que sufrió Salinas tras la muerte de Colosio. El problema del mexiquense es que su proyecto depende de amarrar sus alianzas con el PANAL y con el Verde, así como tratar de dinamitar el Frente PAN-PRD-MC, algo que hasta ahora no ha logrado.
El PRI no tiene garantizada la coalición con sus aliados sexenales, ya que a la hora de la negociación ambos han inflado su valor de forma exorbitante. El PANAL afirmó públicamente su intención de irse al Frente, y el PVEM lleva semanas jugueteando con la posibilidad de tener un candidato propio, además de exclamar por alto y por bajo el descontento con el trato que les dado el gobierno de Peña Nieto. El PRI incluso puede perder al PES, bajó la órbita de control de Osorio Chong, si es que el titular de Bucareli no es el elegido.
Se engaña Peña Nieto en su juego sucesorio, porque ya nadie quiere negociar con él: todo mundo espera al candidato, y después sentarse con él para valorar los riesgos de ir con el PRI. El problema es que los plazos legales complican la negociación política.
Pero el tablero de la política, las encuestas y los modelos de votación e incluso los dados siguen arrojando el mismo resultado: López Obrador ganará la Presidencia con alrededor del 40 por ciento de la votación. Por ello, y pese al canto de las sirenas que le ofrecían competir por la CDMX con las siglas del Frente y hasta las del PRI, Ricardo Monreal Ávila no quiso jugarle al vivo: el ex gobernador volvió al redil de Morena este fin de semana.
López Obrador dejó correr el berrinche de Monreal por no recibir la candidatura a CDMX. Y aunque el delegado sí valoró irse de Morena, las encuestas y los modelos electorales terminaron por convencerlo de que ni siquiera el agujero que abriría le quitaría el triunfo al tabasqueño. Así que con la promesa de asumir Bucareli o la dirigencia del partido, Monreal le puso pausa a una ruptura dañina.
Si el tablero, las encuestas y los modelos electorales siguen diciendo lo mismo, el PRI y el Frente Ciudadano lo que se disputan es el segundo lugar.