Rafa y la guerra de los Reyes Magos


Muñecas contra cubetas y despensas; juguetes de colección contra televisores, planchas y una cama


Había una vez un rey mago panista que enfrentó a otro par, pero priista en un lejano, pero muy lejano pueblo, para ganar la sonrisa y la simpatía de cientos de poblanos que en el 2010 podrían ser seguros votantes


Selene Ríos Andraca / Ciudad Serdán / Enviada especial

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Fue una tierna y colorida guerra entre reyes magos, en la que pelearon payasos contra animadores, juguetes contra cubetas, despensas, televisores y una cama, rosca gigante contra otra mega rosca gigante. El rey mago Rafael Moreno Valle se ensució las manos de polietileno y crema chantilly, mientras que la primera dama de Chalchicomula de Sesma se manchó de aceite, frijol y otros productos de la canasta básica.


Antes de la gran batalla en la cabecera municipal de Ciudad Serdán, Rafael Moreno Valle entregó cerca de dos mil juguetes en el auditorio de la comunidad de Vicente Guerrero, todos etiquetados con una calcomanía blanca que establecía el origen del juguete: “Moreno Valle”.


Los niños de la comunidad de Vicente Guerrero abandonaron por un par de horas sus respetivas aulas y se congregaron en el auditorio del pueblo para ser parte del gran evento, ahí el senador en su papel de Baltasar, Melchor y Gaspar no tuvo ningún rival, ni nadie que le intentara hacer sombra. Fue su primera batalla y salió avante. En hombros. Más de 500 juguetes marcados “Moreno Valle” que sobraron ahí fueron provisiones elementales para la guerra que estaba por venir.


La segunda batalla la ganó indudablemente el presidente municipal de Ciudad Serdán, Juan Manuel Jiménez García, quien se negó enfáticamente a prestar la Plaza de Armas para que Moreno Valle arrancara la sonrisa de más de cinco mil pequeños con la ayuda de muñecas, carritos, patines del diablo, motocicletas y aviones, y saciara el antojo de rosca de más de seis mil personas.


Pero la estrella de Belén, interpretada por Fermín Ramírez —párroco del municipio— salvó la llegada de Moreno Valle y su ejército de Bárbaras rubias y pelirrojas, tractores multicolores, aviones sicodélicos y pizarrones mágicos, haciendo que el atrio de la iglesia de Ciudad Serdán fuera la trinchera del panista cercada con una enorme rosca de vainilla, cerezas y espumosa crema chantilly.


En punto de las 12 del día comenzó la enternecedora gran batalla. El senador panista bajó de su elefante plateado y caminó una cuadra para llegar a su trinchera. En el recorrido, sus soldados de avanzada le avisaron de un ataque de parte del presidente municipal —por cierto pariente del priista Fernando Morales— que se llevaba a cabo en el salón de fiestas “San andreseño”.


Y en efecto, la primera dama de Ciudad Serdán, Rosa Aurora Rossainz Vázquez, realizó su propia fiesta de Reyes a la misma hora a escasas ocho cuadras del zócalo, pero haciendo gala del poder de su propio ejército y del peso de sus recursos.


Y a la misma hora, en la misma ciudad, pero en distintos lugares, animadores del panista peleaban por la atención de niños y padres de familia con porras morenovallistas, chistes malogrados y reggaeton a todo volumen contra un trío de payasos importados de la Ciudad de México, entrenados con técnicas de humor y bailes de cumbia, todos ataviados con uniformes escandalosamente divertidos.


El momento más sangriento llegó cuando docenas de sonrientes y plastificadas muñecas tuvieron que pelear frente a frente contra un centenar de cubetas y de despensas del DIF municipal que rifaba la primera dama en el salón de fiestas. Y con biberones, botas de tacón, sillas y otros accesorios, las muñecas doblegaron los litros de aceite y los kilos de arroz, frijol, lenteja y sal de grano.


Los scooters —patines del diablo—, pizarrones mágicos y juguetes de colección —autos, motos y aviones— encararon a los televisores, las planchas, las camisas y al arma secreta del DIF municipal: ¡una cama individual!


Pero los juguetes impusieron su fuerza de polietileno con su garra de color y acribillaron los aparatos electrodomésticos y destruyeron el arma secreta.


El ejército morenovallista ganó la alegre guerra de Reyes Magos, después de cuatro horas de combatir en el atrio de la iglesia.

 

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