Inactividad en la megabiblioteca


Tras un recorrido por la Biblioteca Vasconcelos, se observan las obras inconclusas


Dora Luz Haw / Agencia Reforma

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Poco es el movimiento que se observa en la Biblioteca Vasconcelos. No hay maquinaria ni grupos de obreros que indiquen que las obras siguen su curso. A pesar de los trabajos inconclusos, pareciera que no sucede nada en ella.


Sólo el ruido de la esmeriladora indica que en alguna parte de este gran edificio se está haciendo algo, son unos cuatro empleados que se afanan en el cambio de mamparas de mármol porcelanizado en baños y elevadores.


Han transcurrido diez meses desde que se cerró la llamada Megabiblioteca, a fin de que el Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (Capfce), termine su construcción, pero es momento que no se tiene una fecha precisa para su apertura.


Aunque a su cierre en marzo del 2007 el Comité aseguró que dicho inmueble estaría sin funcionar sólo dos meses, ya que calculaban que las fallas se corregirían en un plazo de 45 a 60 días, Oziel Rafael Ibarra, gerente de construcción y supervisión de esta dependencia asegura que probablemente estará lista en tres meses más.


El retraso, dijo el funcionario a REFORMA en diciembre pasado, se debe a que el flujo de recursos así como el trámite de las licitaciones ha sido lento.


Aunque funcionarios del mismo Capfce coincidieron con la opinión del arquitecto Alberto Kalach, de que no era necesario cerrar la biblioteca para terminar los trabajos, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) no aceptará la obra mientras no se encuentre totalmente terminada, tal y como lo informó su titular Sergio Vela.


Tras un recorrido por las instalaciones del inmueble, se observó que el auditorio, una de las áreas más dañadas por la inundación de aguas negras ocurrida en el mes de abril, parece un espacio desmantelado.
A simple vista fue posible contar en el piso de los diferentes niveles de la Biblioteca, más de 20 vidrios rotos con letreros de alerta para evitar accidentes, así como diversas placas de mármol fragmentadas.


Los equipos de cómputo fueron desconectados y se encuentran guardados en el área de literatura infantil, por ello, parte del acervo está en algunos pasillos, sobre el piso.


Algunas mesas acomodadas en las áreas de consulta están llenas de libros que se siguen catalogando, sin embargo, al mirar detalladamente los títulos acomodados en los estantes, es posible darse cuenta que su contenido no corresponde al área asignada, así por ejemplo, es posible encontrar textos de sociología y política en el área de bellas artes.


Cajas con documentos, libreros amontonados y muebles cubiertos con plásticos, dan al espacio una apariencia de desorden.


Decenas de trabajadores de limpieza se esmeran trapeando los pisos de la planta baja y aseando constantemente barandales y muebles, sin embargo, la tierra es tanta, que se observa una gruesa capa de polvo en libros y libreros.


Los jardines se conservan gracias al sistema de riego automático, aunque se observan algunas especies secas y maltratadas. El estacionamiento resguarda automóviles propiedad del Conaculta.


 
 
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