Quise solucionar los males de la PGJ muy rápido: Rosales
Retoma Fernando Humberto Rosales Bretón su cargo como magistrado
Dice que por el bienestar de su familia y de la dependencia tuvo que sacrificar su sueño de ser procurador y dejar el cargo tras haberlo ejercido por casi un mes
Edmundo Velázquez
Aún con huellas de su deterioro físico, Fernando Humberto Rosales Bretón retomó su cargo como magistrado. A su regreso, el integrante de la Tercera Sala Penal admitió que tuvo que sacrificar su sueño de ser procurador por el bienestar de sus hijos, su esposa y de la misma Procuraduría General de Justicia (PGJ).
Tras su abrupta salida de la dependencia y un poco más de un mes bajo cuidados de sus médicos, el magistrado detallo que está por vencer el malestar de hipertensión que lo llevó al hospital incluso dos semanas antes de dejar el cargo como procurador.
Para Rosales, su error, la equivocación que lo llevó tener malestares en su salud, se originó porque quiso solucionar todos los males de la PGJ muy rápido:
“Mi error fue querer abarcar todo desde un principio y querer solucionar todo de una manera muy rápida y por eso uno se excede en sus capacidades físicas y eso involucra aspectos de salud.”
En entrevista con Cambio, Rosales rechazó que su breve estancia en la dependencia, la más fugaz de todos los procuradores en la historia del estado de Puebla, se debiera a que tuvo fricciones con las mafias internas dejadas por Blanca Laura Villeda.
Sin embargo, fue insistente en el sentido de que abandonó el puesto porque “su salud, su familia y la misma dependencia lo necesitaba”.
“Me dio más pena iniciar en el cargo de procurador con una licencia por enfermedad así que preferí dejar el cargo y volver como magistrado (…) no hubo ninguna ruptura, ni ninguna fricción por mi salida, salí porque mi salud lo necesitaba”, aseguró Rosales.
Desde ayer, el magistrado de la Tercera Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia retomó su lugar, luego de considerar que la licencia que había pedido al pleno del Poder Judicial del estado había perdido su efecto, momento justo en el que se recuperó tras los problemas de salud que enfrentó, aún cuando se encontraba despachando como titular de la PGJ.
“Físicamente las últimas dos semanas (como procurador) sí sentí un quebranto fuerte de mi salud y pues en realidad la Procuraduría es una responsabilidad que requiere las 24 horas del día, los 365 días del año y estar en óptimas condiciones. Se iba a ver muy mal que recién ingresado pidiera una incapacidad o una cuestión de esa naturaleza, que me enfermara y ya cuando acudí con mis médicos ellos me aconsejaron que lo más conveniente era que dejara yo esa responsabilidad”, comentó Rosales.
El funcionario detalló que la descompensación por el cambio de hábitos alteró su presión arterial y su sistema metabólico, lo cual también tuvo repercusiones en su química sanguínea, el colesterol, los triglicéridos, así como el nivel de azúcar en su cuerpo:
“Eso es lo que realmente sucedió (…) siempre me he cuidado en el aspecto metabólico porque sí tengo tendencia natural a producir colesterol y triglicéridos, pero nunca se me había manifestado de una forma tan agresiva (…) Todavía estaba en la procuraduría cuando me hospitalizaron…”
El magistrado se mostró apenado por el modo en que salió de la PGJ, pero advirtió que de no haber tomado esa decisión, su salud se habría mellado de tal modo que afectaría su vida personal y a su familia.
“Mis hijos son todavía pequeños y tengo esposa. En realidad también tuve que pensar en mi familia. Era un riesgo personal mantenerme en el cargo, incluso para la propia institución el no tener un procurador al cien por ciento y la sociedad no se lo merece”, aseguró Rosales.
Fernando Humberto Rosales Bretón duró escasos 24 días en la Procuraduría General de Justicia, justo cuando Blanca Laura Villeda había dejado la dependencia entre escándalos y evidencias de corrupción.
El 18 de marzo tomó el cargo y sorpresivamente el 10 de abril de 2008 presentaba su renuncia ante el gobernador, un día después se daría a conocer la medida de Rosales por problemas de salud, aunque se especularon diversos motivos por los que dejó el cargo, desde confrontaciones con los leales trabajadores de Villeda, hasta encargos directos del Gobernador que no quiso tomar en la dependencia.
“Ni fricciones ni guerras” con las mafias de la PGJ
Desde ayer mismo la Tercera Sala Penal ya es nuevamente la oficina de Rosales. Según los comentarios de otros trabajadores de Ciudad Judicial, Margarita Gayosso Ponce, la suplente de Rosales en la magistratura, laboró hasta el último momento para no dejar ningún pendiente.
Por lo pronto, el funcionario retoma su rutina e incluso ya puede ver periódicos, cosa que le había sido prohibida por sus médicos mientras estuvo en recuperación.
—¿Entonces nunca tuvo enfrentamientos o una guerra interna con las llamadas mafias de la PGJ?— se le preguntó a Rosales.
—Lo que yo podría decir al respecto es que fue muy breve el tiempo que estuve al frente de la PGJ y desde luego que problemas hay en todos lugares y en todas las dependencias. No es privativo de ninguna institución. Tenía toda la voluntad de quedarme. Pero en el corto tiempo de mi desempeño surgieron especulaciones que no tienen fundamento. Yo no podría decir si los problemas que encontré en la PGJ eran enormes o pequeños, porque estaba yo en un proceso de rediseño de la estructura de la PGJ. No tuve ni pude tratar a todas las personas, es una dependencia muy grande.
Según sus comentarios, en los pocos días que se mantuvo Rosales como funcionario, solamente tuvo contacto con subprocuradores y directores de la PGJ. El magistrado fue tajante en ese sentido, nunca tuvo fricciones dentro de la dependencia pues apenas “estaba en ese proceso de conocimiento y reestructuración”.
El magistrado insistió en que llegó “muy empeñoso y con muchas ganas de trabajar” a la PGJ, pues sabía que había varios retos dentro de la dependencia.
—¿Se quedó con las ganas de hacer algo en la PGJ?
—Estaba muy interesado en que se recobrara la confianza ciudadana en la institución y también me hubiera gustado enfrentar la reforma constitucional, tenía muchas ganas de poner en práctica las reformas al sistema penal. Yo tenía ganas de participar en ese proyecto de cambio en el sistema de procesamiento. Son asignaturas pendientes y no es de quedarse con la espinita clavada.
“No vuelvo para descansar”
Cuando se habló de su regreso al Tribunal hubo críticas contra Rosales por retomar el cargo que había ya ocupado Margarita Gayosso Ponce, siendo tan recientes los malestares que lo orillaron a dejar la PGJ.
“Me sometí a distintos exámenes médicos y hasta que recibí la indicación de que todo estaba bien y en condiciones de someterse al trabajo cotidiano, pues fue que me pude reincorporar.”
Debido a esto, su trabajo como magistrado, según explicó, le es más benéfico a su estado de salud, además recalcó que el regreso a “su casa”, como se refiere al Tribunal Superior de Justicia, se da sin problemas y bajo términos de ley.
“Pedí una licencia por tiempo indeterminado por servicio público al estado, entonces al desaparecer esa causa de servicio público queda sin efecto la causa de la licencia y nunca pensé, aunque se haya manejado así, en regresar inmediatamente, tan es así que estuve un mes gozando de una licencia sin sueldo para atenderme de todas las problemáticas de salud.”
—¿Hay menos presión en el Tribunal, entonces?
—No es que haya menos presión. Es la misma presión. Los tiempos que se manejan son distintos, las presiones las puede ir uno manejando en razón a los tiempos.
La exigencia del horario no es tan demandante como lo pudiera ser la Procuraduría. Debo vigilar los hábitos alimenticios, los horarios. Cuestiones de esa naturaleza, no es presión, porque la materia penal es también presión. Pero acá puedo tener orden y un sistema de trabajo. No es que aquí se venga a descansar. Pero en términos de la ley se puede disponer un poquito más de nuestro tiempo y nuestro horario.
Sin embargo, a Rosales sí le queda la pena de no haber cumplido un compromiso que cataloga como fuerte y la que no pensó que fuera a vencerlo anímicamente:
“Si acepté el cargo, lo acepté de muy buena fe. Asumí el reto, sin embargo las capacidades físicas no me permitieron desarrollar las actividades”, finalizó el magistrado.
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