El extraño retorno del marinismo al Charlie Hall


—Crónica—


Atrás quedaron los festejos en los que la burbuja marinista desdeñaba al anfitrión. El primer grito de Blanca Alcalá fue el escenario del regreso del marinismo al Palacio Municipal


Selene Ríos Andraca

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El primer festejo del grito de independencia de Blanca Alcalá Ruiz al frente del Ayuntamiento capitalino fue el marco ideal para el retorno pleno del marinismo al Charlie Hall, que en los últimos dos años no había asistido a la celebración por las pugnas entre el gobernador Mario Marín Torres y el exalcalde Enrique Doger Guerrero.


A diferencia del 16 de septiembre del año pasado, en el que Enrique Doger celebró su último grito como alcalde solamente con el gobernador y con algunos funcionarios de medio nivel, Blanca Alcalá recibió en su palacio a la burbuja marinista y a los servidores públicos de más alto rango en el estado.


En el patio del Palacio Municipal volvieron a lucir sus rostros: Javier López Zavala, Mario Montero Serrano, Gerardo Pérez Salazar, Darío Carmona, Mario Ayón Rodríguez, Valentín Meneses Rojas y Javier Sánchez Galicia.


El marinismo puro retornó al palacio gobernando la conmemoración del 198 aniversario del grito de la Independencia mexicana.


No sólo Mario Marín se sintió más seguro y más cómodo, su propia burbuja desbaratada se sintió en confianza y permaneció en el lounge hasta la media noche, brindando por los últimos dos años que les quedan en el poder.


El gobernador hasta sonreía y saludaba. Nada que ver con el Mario Marín de hace un año, cuando al unísono escuchó “¡precioso!” en vez del tradicional “¡Viva México!”. En aquella ocasión, el gobernador no pudo disimular su descontento con el entonces presidente municipal, al grado de dirigirle la palabra en muy pocas ocasiones.


Y Mario Marín no tuvo problemas en demostrar la cordial relación que mantiene con Blanca Alcalá y es que una vez realizado el protocolo de los “¡vivas!”, el gobernador permaneció más de media hora en la planta alta del Palacio platicando con la alcaldesa capitalina en el Salón de Cabildos.


Mario Montero Serrano aprovechó la ausencia del delfín marinista y se paseó en las mesas, saludó, platicó, brindó y cenó sin ningún apuro, sin ninguna prisa.


Javier López Zavala tuvo que abandonar el festejo muy temprano. Se fue exactamente cuando los fuegos artificiales dejaron de alumbrar el cielo capitalino, sin más pretextos que el de prepararse para dirigir la ceremonia oficial que se llevó a cabo ayer por la mañana.


Y a pesar del ambiente insípido que llenó los rincones del palacio adaptado a un lounge minimalista, los marinistas se sintieron cómodos.


Con el simple hecho de pisar el palacio, los marinistas dejaron atrás las brillantes ausencias que resaltaron durante el trienio de Enrique Doger.

 

Datos Curiosos del grito


*El adorno vanguardista de limones sembrados en hielo se partió antes de que iniciara la cena en el palacio.


*Eduardo Macip, titular del Soapap, se comió un adorno de la mesa.


*Margarita García de Marín fue la única que vistió traje típico.


*Hubo martinis de manzana y chocolate.


*Los mariachis nunca levantaron el ambiente.


*Alfonso Bello fue el único panista ajeno al Ayuntamiento que estuvo presente.

 

 

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