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Insinuación y descaro




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Una cosa es insinuarse para la gubernatura de 2016 o de 2018 y otra muy distinta descararse. La insinuación despierta interés, sospecha y curiosidad; el descaro genera burlas, devaluación y chistes de mal gusto. Por esa razón no es prudente gritar al mundo: “Hay quienes me ven en Casa Puebla”, como lo hizo el alcalde Eduardo Rivera Pérez.

Decir que lo ven es decir me veo. Los políticos suelen conjugar los verbos en la primera persona del singular con mucha frecuencia. Por eso, cuando afirman que fue el partido quien los postuló para un puesto de elección popular se entiende que fueron los mismos políticos los que hicieron lo necesario para lograr la postulación.

 

 

Sacar la cabeza para apuntarse desde ahora como corredor oficial en la carrera por la gubernatura es imprudente. Lo es por varias razones, porque se vuelven blanco de ataques, porque desgasta, porque la guerra sucia se convierte en riesgo latente, porque existe el peligro que lo descarrilen antes de tiempo y porque de alguna forma implica faltarle respeto al gobernante en turno.

 

 

Decir: “Hay quienes me ven en Casa Puebla”, es distinto a expresar: “¿Quiénes me ven en Casa Puebla?”. La primera cita afirma que son muchas las gentes que quieren ver a Eduardo Rivera en la residencia oficial del gobierno poblano. Y que no es que él quiera sino que son ellos los que quieren. La segunda es una pregunta, una duda, un halago, una forma inteligente de insinuarse para tan importante cargo.

 

 

La prensa poblana le ha pasado lista para la gubernatura hasta este momento a Enrique Doger, Juan Carlos Lastiri, Blanca Alcalá, Tony Gali, Jorge Estefan, Javier López Zavala, Jorge Aguilar Chedraui y al mismo Rivera Pérez. Pero ninguno se había atrevido a expresar su ambición. Su sueño. Su deseo. Ninguno hasta ahora que lo hizo el alcalde de Puebla.

 

 

Exaltar: “Hay quienes me ven en Casa Puebla”, es como jalarle la cola al león. Es como decirle al rey de la selva que ya comenzó su declive, y que entre la manada existen leones que quieren retarlo para sustituirlo. Que lo hagan felinos de otras manadas no le veo problema, pero que lo haga uno de su mismo clan se corre el riesgo de caer en desgracia o de recibir una paliza.

 

 

En lo que concierne a la gubernatura, cualquiera la de 2016 o de 2018, lo prudente es insinuar, coquetear, alzarse la faldita arribita de la rodilla, mostrar el tórax, exhibir los bíceps, pero en ninguno de los casos descararse, no en este momento. Lo que le ocurrió a nuestro alcalde fue que no pudo ocultar sus emociones ni sus ambiciones. El té de pasiflora sirve para los nervios, dicen.

 

 

 

 

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