Thursday, 28 de March de 2024


La paradoja de Marín y Melquiades, no están pero siguen estando




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El alejamiento geográfico de políticos como Mario Marín y Melquiades Morales son una paradoja de la inactividad que aparentar tener. ¿Por qué? Porque ni Marín dejara de tener presencia viva en la política poblana con irse a la Riviera Maya ni Melquiades con recluirse en la máxima casa de estudios del estado.

Por el contrario, si uno se movió hacia un lado y el otro hacia otro probablemente quiera decir que simplemente cambiaron de trinchera para continuar la lucha que desde hace años libran por el poder estatal y sus controlesy de la que hasta el momento Melquiades ha dibujado la mayor cantidad de sonrisas triunfales.

 

 

La deducción en ambos casos es simplona. Si Marín, con la fama que tiene, fuera un lastre o una amenaza para el PRI y para Enrique Peña Nieto, ya hubiese sido desterrado no de Puebla sino del país y de cualquier escenario político, igual que Santa Ana y Porfirio Díaz en su momento. Sin embargo si lo mueven a Quintana Roo es porque nunca dejó de moverse en Puebla en asuntos electorales. ¿Cierto?

 

 

Y lo mismo ocurre con Melquiades. Si Melquiades en verdad quisiera olvidarse de la política mundana y sus hedores, instalaría un laboratorio (allá en Santa Catarina Los Reyes) al estilo de José Arcadio Buendía en Macondo para descubrir los grandes inventos del mundo y la gran piedra filosofal. Pero en vez de eso se adentró en el taller científico–político más importante de Puebla, después de Los cerros, para observar las pulsaciones electorales del estado a través del Ciso. ¿O me equivoco señores del poder?

 

 

La verdad sobre estos dos personajes en el ejercicio de la política poblana es la que queramos ver. O creer. O engullirnos. O escuchar. Una que sus alejamientos son ciertos, porque son ellos los que lo juran y declaran a la prensa. Y otra, que son ficticios porque no están físicamente en su partido oprimiendo el embrague ni volanteando, aunque ni falta haga.

 

 

El gusanito de la política sigue vivo en el pensamiento de Marín y Melquiades. Pero además tienen la fuerza, las ganas y la complicidad para seguirlo alimentando. A los señores grandes no se les debe obligar a la inactividad, aunque lo merezcan, porque se deprimen y mueren. Es el caso de estos dos ex gobernadores. La ocupación les da fuerza, vigor y vida, aunque sus prestigios sean polos opuestos.

 

 

Los tiempos de uno y otro son como la bohemia, tiempos pasados. Pero debemos tomar en cuenta, más allá de la crítica, que si el PRI y Peña Nieto echan mano de Marín y su fama pública es porque algún dividendo debe darles (en Puebla y en Quintana Roo). Y lo mismo sucede con Melquiades, si sus oficios discrecionales son requeridos desde la BUAP es quizá porque sea el mejor sitio para que opere a sus anchas.

 

 

 

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