Friday, 29 de March de 2024


Obama, pato cojo




Escrito por  Carlos Ramírez
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Cuando ganó su primer periodo presidencial en noviembre de 2008, Indicador Político escribió que Barack Obama iba a resolver su figura histórica en un dilema: ser el presidente de cambiaría la historia social y política de los Estados Unidos o sólo ser registrado con una línea en el record Guinness.

El resultado previsible de las elecciones legislativas y de gobernadores de hoy martes 4 será una calificación de la decepción social de los estadunidenses ante el fracaso de Obama en casi todos los rubros. Así, la historia de Obama se resumirá en una línea: “fue el primer presidente afroamericano en EE.UU.”. Nada más.

 

 

Obama tenía ante sí la posibilidad de comenzar una nueva historia en el país que se fundó sobre el racismo, pero puede decirse que Obama presentó iniciativas pero nunca entendió la lógica del funcionamiento del poder político. En cambio, Obama mantuvo y profundizó la lógica del poder imperial de George W. Bush, extendió las leyes patrióticas y al final el profesor de derecho constitucional pasará a la historia como un presidente más que violó las garantías constitucionales de los ciudadanos.

 

 

Con promesas reiteradas pero con la certeza de que no iba a cumplirlas, Obama se reeligió en noviembre de 2012. Y de los cuatro años de su segundo periodo, de hecho sólo uno pudo replantear sus ofertas pero volvió a fracasar. Así que sus tres últimos años de su segundo periodo será un presidente como “pato cojo”, herido, sin capacidad de decisión, a merced de los cazadores. Uno de los principales comentaristas del The Washington Post escribió que Obama era un paria porque los demócratas le pidieron que no hiciera campaña por candidatos.

 

 

Las iniciativas principales de Obama fueron sensatas: paz, nuevo orden internacional, fin al enfoque imperial, reforma migratoria legalizadora. Sin embargo, no pudo avanzar en el Congreso porque careció de experiencia política en la negociación de iniciativas. Hacia la sociedad, Obama decepcionó a los ilegales porque las minorías votaron por él a cambio de la reforma migratoria; también desencantó a los afroamericanos porque no tuvo ninguna iniciativa para cambiar las relaciones raciales.

 

 

Y en política exterior, Obama no marcó diferencia con Bush o Clinton. La orden ejecutiva de Obama para matar a Osama bin Laden fue la misma del poder imperial, sobre todo porque Obama también falló en su enfoque de la realidad en el medio oriente: no puede salir de Afganistán, tuvo que regresar a Irak y no ha podido cerrar la prisión de Guantánamo como símbolo del gobierno de Bush.

 

 

Obama ganó las elecciones por tres factores: el color de la piel, su figura ajena al perfil político tradicionalista y sus demandas de cambiar el rostro de EE.UU. Su desconocimiento de la cultura política de los estadunidenses lo llevó a vender altas expectativas en la restricción en la venta de armas, pero nunca entendió las razones históricas de la Segunda Enmienda de 1789-1791 para poseer armas. La decepción social, estimulada por los familiares de niños y adultos asesinados en masacres por armas de compra libre, disminuyó la aprobación presidencial.

 

 

Como pocos presidentes, Obama llegará a las elecciones legislativas con una aprobación debajo de la línea de flotación 50% en promedio: 42%, y en algunas encuestas inclusive por debajo de 40%. La sociedad castiga el fracaso presidencial en las urnas. Lo malo para Obama es que le quedan dos años más en los que carecerá de fuerza para impulsar iniciativas y sólo flotará con la corriente, pero hundiendo más las posibilidades presidenciales del Partido Demócrata para las elecciones de noviembre del 2016.

 

 

La lección política que queda señala que los factores de poder en EE.UU. seguirán impidiendo cambios sociales.

 

 

 

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@carlosramirezh

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