Por esto, antes de elegir una disciplina de ejercicio yo recomiendo que:

1. Elige una disciplina que te guste. Sobre todo si estás iniciando, porque una disciplina que a ti te parezca aburrida se convertirá a largo plazo en un saboteador. Y aunque los burpees son excelentes para ejercitar todo el cuerpo y hacer cardio, la verdad es que no son para todos, todo el tiempo; o el spinning que da resultados rápidamente, puede llegar a ser frustrante y si no fuera por las sesiones grupales con música de reggaetón y los años 80’s, quizá no harías los mismos 45 minutos a solas con ese nivel de intensidad. Piensa en aquella actividad que te guste de verdad y que puedas llevar contigo, idealmente. Lo que nos lleva al siguiente punto.

2. Escoge una disciplina que puedas realizar constantemente. Esto significa que si viajas mucho por negocios o tienes alguna actividad importante durante el día que interfiere con los horarios de las clases de zumba, quizá sería buena idea que te vuelvas autodidacta y te consigas videos que puedas seguir o prefieras una disciplina/rutina que pueda viajar contigo o que puedas practicar cerca de casa. La poca constancia se verá inmediatamente reflejada en los resultados y créeme, que después de dos semanas, comenzará a aburrirte también.

3. Elige una disciplina que tenga la intensidad y enfoque adecuado a tus objetivos.

De nada sirven dos horas en la caminadora si vas más despacio que cuando caminas en el supermercado, así como no sirve de nada que sólo corras si lo que quieres es tonificar todo el cuerpo y mejorar tu flexibilidad. Es importantísimo que consideres el tipo de intensidad necesaria para tus objetivos. Moverse es el primer paso, pero no el único, por eso es que requieres de un diseño y existen distintas disciplinas que te apoyarán a llegar a tus objetivos, hablaremos específicamente de ese tema más adelante.

4. Busca algo dinámico. Si quieres resultados diferentes, no puedes seguir haciendo lo mismo. ¿Has visto a esas personas que corren hace años en el parque cerca de tu casa que tienen piernas de acero pero pancitas implacables? Eso se debe a que quizá ya no se desafían más allá de la condición que han creado y su cuerpo se estabilizó en esa intensidad (además de la alimentación, pero de eso hablaremos enseguida). Requieres cambiar ligeramente un poco tu rutina o intensidad de la disciplina cada 3 o 4 semanas o cada vez que el ejercicio se vuelve demasiado simple. La relación con tu cuerpo es como cualquier otra, requiere de innovación y sorprenderse de vez en cuando para mantener el interés y el entusiasmo.

5. Mantén tu objetivo claro y que sea más allá de un evento. Si tu único propósito es entrar en el vestido para una sola ocasión, lo más probable es que tu cuerpo rebote una vez que hayas llegado a la meta. Lo más importante no es llegar al objetivo, sino mantenerlo, por salud y por condición física. Piensa que hemos evolucionado miles de años y no es para sentarnos en un sofá a ver Netflix. Tu cuerpo es maravilloso, ¡mantenlo en forma!

Ahora, en lo referente a la alimentación:

1. Alimentarse no es comer. Comer es lo que haces cuando masticas lo que sea que sea que tengas enfrente, sin importar si es alimento suficiente o necesario para ti. Por eso, plantéate NO HACER DIETA y mejor, alimentarte balanceada y sanamente. Involúcrate con tu comida, tus porciones y lo que te hace sentir bien.

2. Una dieta no es para todos ni para siempre. Que a tu mejor amiga le haya funcionado perfecto volverse vegana o que a tu vecina le haya ido increíble con la dieta, o que tu mamá se mantenga joven con la dieta alcalina NO SIGNIFICA que eso vaya a funcionar contigo. Y eso se debe a varias razones: metabolismo, edad, estilo de vida, entre otras. Además, el cuerpo cambia, por lo que una dieta que te hacía bajar 5 kg en 3 días hace 10 años, no necesariamente va a funcionar ahora y es algo de lo que debemos estar conscientes. Mi recomendación: ve con un nutriólogo y prueba en tener no una dieta, sino un plan alimenticio.

3. Si es muy complicado para tu estilo de vida, es probable que no la lleves a cabo. Si tienes que tomarte media porción de aguacate con un litro de agua y media tostada a las 11:00 en medio de una junta…va a ser complejo. Por eso, si te vas a asesorar con un nutriólogo o entrenador, pídele que considere TU ESTILO de vida y que requieres que tu alimentación se adapte a él, y no tu vida a tu alimentación (sin malpasarse ni excederse).

Tu plan alimenticio tiene que considerar tu objetivo y tu carga de ejercicio. Uno debe apoyar al otro, siempre. Aunque la prioridad es la alimentación, porque de ahí nace la salud de tu sistema y el buen funcionamiento de tu organismo, la mejor manera de acelerar los resultados es cuando la dieta y el ejercicio combinan a la perfección. Para lograrlo, requieres dejarle claro a tu nutriólogo y/o entrenador los requerimientos de energía que tienes al día.

4. Escucha a tu cuerpo. Si algo no está bien, te falta energía o tienes algún malestar (más allá de los antojos), no dudes en comunicárselo a tu nutriólogo y/o entrenador. Tu cuerpo es sabio, de verdad, así que apóyalo a que esté en su nivel óptimo.

Finalmente quiero cerrar con lo que para mí es lo MÁS IMPORTANTE de todo lo anterior: CONSULTA A UN EXPERTO, no a tus amigas…Por favor nunca pongas en riesgo tu salud.