Con la creación de las vacunas contra el COVID-19, se ha desatado toda una industria de comercialización de las mismas, desde luego, siempre en manos de las grandes cadenas, empresas e industrias farmacéuticas extranjeras. Hoy, las charlas de café, de las comidas, de las reuniones con pocas y numerosas personas, es sobre qué vacuna es la mejor y cómo están siendo distribuidas a las personas denominadas ‘adultos mayores’; pero nadie está poniendo en discusión por qué no se permite que las entidades privadas también participen o por qué la industria farmacéutica internacional solamente vende las vacunas a los gobiernos y no a los particulares. ¿Las grandes industrias no estarían muy interesadas en vacunar a sus empleados o, incluso, algunas de las propias universidades privadas, a sus profesores y personal administrativo?

Lo cierto es que tales interrogantes no son parte de discusiones como: ‘¿cuándo te toca la vacuna?’, ‘préstame un comprobante domiciliario’, ‘deja pasar a los parientes en tu lugar’, etc. Ahora bien, lo cierto es que hay mucha gente sumamente preocupada por el virus, por los contagios, porque ha visto cómo han muerto familiares, amigos, compañeros, etc.; además de que muchas personas no se recuperan o quedan con algún malestar o daño después de la enfermedad. Y todos estos preocupados están porque —de acuerdo con los cálculos de bolsillo o en las rodillas—, al ritmo de las vacunaciones, les tocará su turno por ahí dentro de un par de años. En tanto, sigue el riesgo de trabajar, de tener un negocio, un comercio, un local, un taller, una oficina, etc. Esta situación ha provocado que muchos, con los recursos que tienen, con los ahorros o con los amigos y parientes que viven en Estados Unidos de América, han realizado la excursión para la vacuna en ese país.

Las anécdotas de ese turismo de vacunación son sorprendentes. De entrada, a la fecha de inicios de abril de 2021, se estima que 14 millones de mexicanos se han vacunado en Estados Unidos de América: algunos a empujones y con muchos esfuerzos, otros que antes habían migrado a ese país y otros más que toman, verdaderamente, un tour más en su vida. Sin embargo, las pequeñas comunidades de Texas, se llenan de taxis, autos rentados, hoteles con bastante movimiento, a causa de los millares de mexicanos y, en general, de latinoamericanos que están acudiendo (porque este peregrinaje no es exclusivo de los mexicanos); lo cual ha ocasionado una reactivación económica sorprendente en el país vecino y, sobre todo, en las pequeñas localidades; un derrame económico, tan requerido, después de tanto confinamiento; uno que, desafortunadamente, no se ve en las poblaciones mexicanas, salvo en las playas en Semana Santa.

Esto es, pues, una muestra de que el estancamiento de la economía tiene que ver mucho con la limitación a que la iniciativa privada también participe de las vacunaciones para darles celeridad. Es algo que, por lo menos, despresurizaría los centros de vacunación y permitirá un movimiento económico mucho más rápido y ágil. En caso contrario, en poco tiempo, no alcanzará el dinero fiscal, es decir, el proveniente de los impuestos, para seguir subsidiando tantas pensiones y asistencias del gobierno mexicano. Es evidente que los gobiernos estatales, después de un año de pandemia, están quebrados y, por ende, la principal pregunta a plantear es: ¿quién está detrás de la censura a la vacunación privada en América Latina?, porque, desde luego, no son los gobiernos latinoamericanos. Detrás de esa política están, entre otros intereses y como siempre, los norteamericanos. Por ello es que todos los gobiernos de Latinoamérica están promoviendo el turismo, pero en Estados Unidos de América. (Web: parmenasradio.org).