Jueves, 28 de Marzo del 2024
Martes, 31 Agosto 2021 01:15

AMLO 21-24: 2.- PIB para riqueza que repartir y disminuir la pobreza crónica

AMLO 21-24: 2.- PIB para riqueza que repartir y disminuir la pobreza crónica Escrito Por :   Carlos Ramirez

Todas las iniciativas para modificar el Producto Interno Bruto como referente del desenvolvimiento de una economía y colocar en su lugar índices de bienestar, hasta la fecha no han podido romper con la relación directa entre riqueza producida y bienestar distribuido.


 

En este sentido, el PIB seguirá siendo punto de referencia del desenvolvimiento económico de un país y deberá ir articulado a los índices de distribución de la riqueza-ingreso, al igual como concluir con lo que debiera ser una tasa de bienestar.

 

El ciclo populista 1934-1982 generó una tasa promedio anual del PIB de seis por ciento, con cifras de inflación de tres por ciento hasta 1970 y de 12 por ciento hasta 1982. El período neoliberal 1983-2018 apenas fijó un crecimiento promedio anual de dos por ciento, con jorobas de inflación de hasta 180 por ciento anual, aunque estabilizada a tres por ciento en el siglo XXI.

 

De acuerdo con un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, la tasa ideal del PIB mexicano cada año debiera ser de seis por ciento para cubrir los tres objetivos del desarrollo: el crecimiento de dos por ciento anual de la población económicamente activa que requiere empleo en el sector formal, el punto referencial de crecer arriba de la inflación para distribuir de manera efectiva la riqueza y crear las condiciones para que el sector laboral formal sea del 80 por ciento de la población trabajadora y no el 40 por ciento.

 

Con estos referentes, la propuesta de la Cuarta Transformación fue un aumento del PIB de dos por ciento anual en 2019-2020, cuatro por ciento en 2021-2022 y seis por ciento en 2023-2024. Con estas cifras se lograría un crecimiento económico anual sexenal promedio de cuatro por ciento, dos puntos arriba del ciclo neoliberal y dos puntos abajo del ciclo populista. Y a partir de estas bases, arrancar en el 2025 ya con posibilidades de tasas de crecimiento económico de alrededor del seis por ciento anual.

 

El primer tropiezo ocurrió en el 2019, cuando la política económica deprimió la actividad productiva y el PIB fue de -0.1 por ciento, sin que hubiera signos en diciembre de ese año para hacer repuntar la economía en el 2020. El problema se complicó con la llegada de la pandemia y el frenón productivo del segundo trimestre del 2020 para fijar un PIB anual de -8.3 por ciento. La reactivación estadounidense y la reanudación productiva en México podrían llevar el PIB a un rebote de cinco por ciento a seis por ciento, pero sin reflejar condiciones de una verdadera reactivación-recuperación de la capacidad productiva. Y al PIB hay que restarle la inflación prevista de cinco por ciento a seis por ciento, que impediría una verdadera recuperación.

 

La crisis productiva de 2019-2020 exhibió la necesidad de no sólo esperar el efecto locomotora de la economía estadounidense ni de reanudar la producción después de haber descuidado sin apoyos la planta productiva y el empleo, sino de diseñar una verdadera estrategia de reactivación económica para la recuperación del hoyo recesivo de los primeros dos años del sexenio.

 

La sola reanudación productiva no alcanzará para sacar a México en el corto plazo del hoyo económico de la pandemia ni para recuperar el compromiso gubernamental del cuatro por ciento anual promedio para el sexenio. Si de por sí la planta productiva ya no era capaz de crecer la economía más de 2.5 por ciento porque su ineficacia disparaba de inmediato la inflación, el efecto destructivo del ‘frenón’ del 2020 limitará la reanudación económica. El Banco de México prevé un crecimiento promedio anual del PIB de 2.2 por ciento en el período 2022-2031.

 

Lo único que le queda al gobierno lopezobradorista sería una gran iniciativa de Estado para operar de manera simultánea sobre tres variables hasta ahora desdeñadas; un nuevo modelo de desarrollo industrial-comercial-servicios, una nueva política económica con mecanismos automáticos de redistribución social y productiva de la riqueza, y un Estado con instrumentos legales para intervenir en la economía no sólo como autoridad regulatoria. Y de manera simultánea, diseñar un programa de reactivación y recuperación pactado con todas las fuerzas productivas y con nuevos mecanismos de reforma fiscal, de programas sociales productivos y de reconstrucción de la economía mixta con participación del Estado en la producción.

 

Si no se dan estas iniciativas en la segunda mitad del sexenio, el saldo del PIB, la pobreza-marginación y la incapacidad productiva quedarán como marca indeleble del gobierno de la 4ª-T.

 

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Política para dummies: la política se rinde ante las evidencias contundentes de la economía.

 

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