Viernes, 17 de Mayo del 2024
Martes, 24 Agosto 2021 00:52

El muerto número 219

El muerto número 219 Escrito Por :   Carlos Rocha

Algunas de estas personas murieron de forma violenta, víctimas de asesinatos y accidentes, o por una voluntad suicida. Algunas otras fueron sorprendidas por la muerte de forma inesperada, dentro de la casa que habitaban en soledad o en plena vía pública, entre el hambre y los cartones.


 

Del primero de enero y hasta el último minuto del lunes 23 de agosto han muerto en Puebla 219 personas de las que no se conoce su identidad, quiénes eran, cómo se llamaban, o si sufrieron durante los últimos minutos de su vida.

 

Nadie se interesó por ellos, menos por su muerte. No hay ceremonias ni llantos por su partida.

 

Algunas de estas personas murieron de forma violenta, víctimas de asesinatos y accidentes, o por una voluntad suicida. Algunas otras fueron sorprendidas por la muerte de forma inesperada, dentro de la casa que habitaban en soledad, o en plena vía pública entre el hambre y los cartones que eran el único resguardo del frio.

 

En 232 días del año han ingresado al Servicio Médico Forense en calidad de desconocidos 219 personas, casi uno por día, de todas las edades: desde recién nacidos hasta adultos mayores, siempre les tienen que calcular los años.

 

La mayoría son encontrados de manera fortuita, a veces por el olor que desprenden, después llegan peritos para taparlos con una sábana y más tarde el personal de una camioneta blanca les toma una foto y los levanta para llevárselos a la morgue de la Fiscalía General del Estado.

 

El muerto número 219 corresponde a una persona decapitada. Su cuerpo estaba a casi tres kilómetros de donde traían su cabeza. La acarreaba un sujeto drogado que la mostró entre los andenes de la Central de Abastos de Puebla.

 

Pasaban las tres de la mañana cuando exclamó ¡miren lo que tengo! Cargadores, comerciantes, choferes, trabajadores todos, de este mercado no soportaron y lo sometieron a golpes.

 

La cabeza estaba en un costal que a su vez estaba en una mochila del Partido Verde, aunque el color rojo dominó la escena. El levantamiento fue en la calle Norte B de la Central de Abastos, le calcularon 40 años. Era un señor de nariz chata y prominente, labios grandes, entradas en la parte donde nace el cabello y su tez no se pudo definir: todo era rojo.

 

Después, a las 18:41 se ubicó su cuerpo, estaba en un terreo baldío de la colonia San José de los Cerritos, casi a tres kilómetros de su cabeza. El personal forense tuvo que regresar por la otra parte de su cuerpo.

 

Además del sujeto desconocido 219 de Puebla, ayer lunes se ubicaron los desconocidos 218, 217 y 216, dos eran mujeres. Todos ellos en espera de su reconocimiento, que de no ocurrir en los próximos 15 días derivará en su traslado a la fosa común.

 

Pero en verdad ¿nadie preguntó por ellas, nadie resintió su falta en la cotidianidad familiar? ¿puede alguien morir sin dejar espacios vacíos, preguntas o extrañamientos?

 

Hay otro tipo de violencia que se ejerce sobre ellas aun después de su muerte y que parece condenarlas a un borramiento total de su existencia, de sus historias y vínculos. Este es el fundamento del terror que embarga correr con el mismo destino: una muerte solitaria, desapercibida, olvidada, y más que una muerte, una vida.

 

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